Agacharse detrás de una señora que toma el sol plácidamente en primera línea de playa. Esperar el momento oportuno y... ¡salir corriendo! Este es el día a día de los que se dedican a la venta ambulante cuando se percatan de que la Policía anda cerca. Un tema prohibido en las ordenanzas que viene de lejos y que se ha convertido en un elemento más de las playas de la ciudad. Todo son trucos para burlar a la Policía. Pasan rápido, pero más veces. Van por primera línea de playa para poder camuflarse mejor entre los bañistas. Y en escasas ocasiones se mezclan entre los turistas que se tumban a tomar el sol en las zonas más próximas a la calle.

"Agua, cerveza, Fanta, CocaColaaa", esa es la cantinela habitual de la playa a partir de las 12 de la mañana. Gritos con los que anuncian sus bebidas, que venden a pie de playa, sin ningún examen sanitario, y por supuesto, sin controles fiscales. Muchas ventajas frente a los bares ubicados a dos pasos de la playa y cuyos precios se aproximan a los de los vendedores ambulantes. De esta manera los turistas, sin dejar de pisar la arena, pueden comprar por dos euros una botella de agua (0.50 L) o una lata de refresco, y por tres euros una cerveza de un litro.

Pero a parte de los refrescos habituales e internacionales, este tipo de vendedores también lleva sangría en una bandeja para que los turistas puedan conocer el sabor de lo típico español por tan sólo cuatro euros.

En la playa de Levante se dedican a esta venta ilegal una veintena de varones adultos, algunos de los cuales no alcanzarían la mayoría de edad. Cada uno con su nevera, en la que llevan, entre hielos, una unidad de cada refresco, lo que les garantiza que la Policía les requise lo justo para poder seguir vendiendo y que la cuantía de la sanción no sea tan dolorosa.

En la playa de Poniente estas ofertas se amplían con el mojito y la fruta. Pero no todo se limita a los alimentos. También la moda se abre paso en el negocio: los pareos. Desde la orilla, pero en este caso deteniéndose más con los turistas, tratan de convencerles de que es una gran elección para su conjunto playero. Ropa trabajada con tela de baja calidad que venden por 12 euros, aunque, "por ser tú", el precio baja a diez euros.

Sin lugar a dudas, el producto más extendido en ambas playas son los refrescos. A pesar de ser un gran número de vendedores, no se disputan el espacio. Cada grupo tiene delimitada su parcela.

En el Rincón de Loix van más allá, los turistas pueden relajarse con un masaje que le proporcionan en la misma playa y en la toalla o hamaca del cliente.

Falta de vigilancia policial

El concejal de Seguridad Ciudadana, Pepe Marcet, reconoció ayer que el operativo especial de verano es "insuficiente" para afrontar el problema y afirmó que ha reclamado en varias ocasiones a sus compañeros de gobierno más medios para luchar contra la venta ambulante. El plan de ajuste le impide aumentar la plantilla este año, pero espera que para el verano de 2014 puedan ampliarla y así hacer frente a la venta ilegal de la playa.