Margarita Luján se casó en 1981. Tenía 17 años. Recibió la primera paliza de su marido tan sólo cuatro meses después de colgar el vestido de novia. Desde entonces, la violencia, las amenazas y las vejaciones fueron constantes, hasta el día en que dijo «basta» y puso fin al matrimonio. Años después, con su segunda pareja, se repitió el mismo calvario. «Cuando me divorcié del primer marido, no fui a ningún especialista ni me traté. Y ese fue mi error. Es básico ponerse en manos de profesionales para poder superar lo que has vivido y saber reconocer los síntomas para no volver a dar con otro maltratador». Ahora, 36 años después y con la experiencia de todo lo sufrido, preside la asociación Mujeres con voz.

Una veintena de mujeres, en su mayoría, igual que Margarita, víctimas del maltrato, se han unido en la Marina Baixa para impulsar esta agrupación, que nace con un objetivo claro: apoyar a otras mujeres que hayan sufrido o puedan estar sufriendo violencia machista para, por un lado, facilitarles los cauces legales para denunciar a su maltratador y, por otro, poder rehacer su vida y recuperar su «libertad».

Un taller municipal para víctimas del maltrato organizado hace dos años en La Vila Joiosa fue el nexo de unión entre todas ellas. A partir de ahí, crearon un grupo de whatsapp, donde compartían sus miedos, sus inquietudes y también sus ilusiones. «Hasta que un día, hablando, pensamos que podíamos hacer mucho por otras mujeres en nuestra misma situación y el pasado febrero iniciamos los trámites para impulsar la asociación», explicaron ayer algunas de sus integrantes en la presentación en Benidorm de Mujeres con voz.

Aunque todavía no tienen sede fija, sí cuentan con dos psicólogas y una abogada para prestar asesoramiento a las víctimas. Igualmente, entre sus objetivos más cercanos, está el acompañamiento a mujeres a la hora de interponer la denuncia o asistir a un juicio contra su agresor y la ayuda a la hora de tramitar papeleo. Además, organizan talleres, charlas y cursos formativos, que pretenden servir como puntal para facilitar la inserción laboral de sus socias. «Lo primero que han de saber es que el camino no es fácil. Cuando una mujer decide romper con todo y denunciar, muchas veces también se acaban rompiendo las relaciones sociales que hasta ese momento tenía y, si encima no tienes ingresos, el mundo se te cae encima. Pero aquí vamos a estar nosotras para apoyarlas», explica la presidenta del colectivo.

Cambiar la ley

Los objetivos a largo plazo de Mujeres con voz son todavía más ambiciosos. Y todos acaban resumiéndose en dos: endurecer las leyes contra los maltrataores y articular más políticas en favor de las víctimas. «La legislación actual no nos favorece. Si yo pongo una denuncia, ¿de qué me sirve que le encierren un día en el calabozo si al día siguiente va a estar en la calle?», señalan. Para ellas, las alarmantes cifras de mujeres asesinadas reflejan que «algo está fallando. Nosotras no somos juristas, somos personas, pero no hay que ser un experto para saber que hay que cambiar las leyes para acabar con esto de una vez».