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La provincia por barrios

Casco antiguo de La Vila, de la degradación a zona de moda

Se levanta sobre el antiguo recinto amurallado de la «ciudad alegre». En los años 70 y 80, algunas familias vileras comenzaron a abandonar el barrio dejando paso a la marginalidad

El río Amadorio. david revenga

Caminar por el Casco Antiguo de La Vila es hacerlo entre siglos de una historia que ha pasado por capítulos muy duros. El barrio de las conocidas casas de colores era el centro de la vida de los vileros hace siglos y lo fue hasta los años 70 y 80 cuando aquellas familias autóctonas, algunas de ellas adineradas, comenzaron a abandonarlo para irse a vivir a las modernas casas que se construían en otras zonas. Algunos se quedaron y vieron cómo las calles donde habían nacido, y donde sus padres habían sudado para erigir un hogar, se colmaban de marginalidad y venta de drogas. Ellos aguantaron, aún con el miedo en el cuerpo cuando transitaban por algunos rincones. Ahora, la «ciutat vella» es otra y se ha convertido en un barrio de moda en el que los vecinos de toda la vida se mezclan con los nuevos, esos extranjeros que se enamoraron de la zona y empezaron a comprar inmuebles para rehabilitarlos. Aún quedan «algunos flecos conflictivos», apuntan los residentes, pero la convivencia ha vuelto a ser casi como hace décadas.

El Casco Antiguo de La Vila lleva años intentando recuperar su esencia y sus tradiciones. En la actualidad viven en él unas 450 personas censadas aunque los datos extraoficiales suman hasta unos 700 vecinos ya que algunos de ellos no están empadronados, sobre todo los foráneos. Sus calles conservan la fisionomía de aquella antigua ciudad en la que todo quedaba detrás de las murallas: una plaza central con la iglesia y un laberinto que va abriéndose camino hacia el mar y hacia el cauce del río Amadorio.

Ahora, esos viales empiezan a llenarse de nuevos negocios como bares, restaurantes, hoteles o apartamentos turísticos aunque en algún rincón, sobre todo en la parte baja, aún se ven zonas más degradadas. En sus calles también se ubica el Ayuntamiento y la Iglesia-Fortaleza de Nuestra Señora de la Asunción. Además una parte cuenta aún con restos de la muralla histórica y dos torres de la antigua ciudad se mantienen en pie. El barrio se ha convertido en uno de los reclamos turísticos del municipio y cada día grupos de visitantes recorren sus calles sin dejar de poner la vista en sus casas de colores y sus rincones.

Pero hubo unos años en los que la situación no era esa. Los vecinos recuerdan una época «muy dura» en la que el barrio era totalmente lo contrario. «Hace 20 años la marginalidad era absoluta. Se vendía mucha droga y caminar por las calles no era seguro», afirma Tere Rivero. Ella vive desde los 4 años en el barrio del que sólo salió durante 14 para vivir en otra zona. Pero al final volvió donde siempre había vivido su madre y ahora no elegiría otro lugar. «La vida ahora está muy bien, tirando a buenísima. Queda algún fleco», apuntó.

Toni Rubio es otro de los residentes en la plaza. Tiene 56 años y lleva 25 en el barrio. Compró una casa y la rehabilitó y reconoce que cuando contó en aquella época que iba a vivir al Casco Antiguo, la gente «se tiraba las manos a la cabeza». Ahora es uno de los firmes defensores de este espacio multicolor: «Vive La Vila. Vive la vida», es una de sus frases para referirse a donde vive. Él recuerda cómo en aquellos tiempos complicados se organizó la Asociación de Vecinos y, poco a poco y con ayuda de una Brigada especial de la policía, se logró acabar con los focos de marginalidad. También cómo las cenas de sobaquillo que organizaba la entidad fueron el germen de la llegada de procedentes de otras nacionalidades, sobre todo noruegos, que consiguieron que se enamoraran del barrio.

«Una actriz noruega muy famoso compró una casa», recuerda. Y de ahí todo fue en cadena. «Otro noruego compró hasta siete casas para hacer apartamentos para que vinieran otros compatriotas», recuerda Rubio. Y así fue. Poco a poco, los extranjeros adquirieron viviendas, las arreglaron y las usan de segundas residencias o, incluso, se han ido a vivir a La Vila. Pero eso no es todo. Hasta Ed Sheeran, el conocido cantante británico, pasó un verano en este distrito en el que cantó sentado en el suelo de la plaza junto a los vecinos.

La lucha de los residentes

«Se ha convertido en un barrio de moda», apuntan los vecinos. Entre ellos, Marta Ruiz, la actual presidenta de la asociación. La entidad lleva años luchando para que el barrio recupere la esencia que siempre tuvo y para que deje de verse como algo «marginal» donde «hay gente de La Vila que ni siquiera quiere venir». Ruiz, a sus 52 años, lleva toda la vida en él. Lo mismo Jaume Galiana (83 años), que reside junto a su mujer en una vivienda ubicada en la plaza:«Mis hijos nos dicen que nos vayamos a una casa con ascensor pero mi mujer dice que no se mueve de aquí». De hecho «han intentado comprar mi casa varias veces, pero ella dice que ni pensarlo, que mejor aquí que en ningún sitio».

La pareja ha visto cómo ese barrio lleno de vida y de negocios como el barbero, la panadería que ellos mismos regentaban o los bares iban apagándose y las familias marchaban. Galiana recuerda como antes «eran todos gente de La Vila» y ahora «hay muchos extranjeros que tienen las viviendas cerradas». Así rememora como en los años ochenta, muchos vecinos fueron abandonando este entorno porque «las viviendas eran muy antiguas y ni siquiera tenían baños». Así que como «querían prosperar se iban marchando a otros distritos» donde se empezaban a construir fincas modernas.

Ese quizá fue el detonante de que la zona comenzara a tener problemas. Las propiedades se vendían baratas lo que llamó la atención de otro tipo de vecinos. «Desde el balcón, veíamos de todo», añade Galiana. «Era la selva», recuerda Tere Rivero, quien se describe como «de una auténtica familia vilera» ya que su marido es marinero y ella trabaja en la industria del chocolate, dos de las actividades económicas más importantes.

Muchos otros vecinos también se dedicaban a estos oficios. De hecho, las casas tienen esos colores porque los marineros podían así distinguir la suya desde el mar cuando salían a faenar, algo que siempre cuentan y recuerdan por estos pagos.

El barrio en una frase

Si se les preguntas a estos residentes que describan el barrio en una frase, lo tienen claro: «es un sitio muy tranquilo para vivir», afirma Rivero. «No es lo mismo que vivir en un piso, aquí nos conocemos todos». Para Marta Ruiz «tiene mucho encanto. La gente se tiene que meter dentro y conocerlo bien». Galiana afirma que «aquí tengo todo lo que me gusta. No quiero una gran ciudad, me gustan los cascos antiguos y este de la Vila Joiosa es único».

Reivindicaciones vecinales

Reivindicaciones vecinalesLa Asociación de Vecinos del Casco Antiguo es una de las más activa de La Vila Joiosa. Nació en los años 90 con la intención de revitalizar el barrio y mejorar las condiciones que tenía en esos años. Desde entonces han elaborado actividades para recuperar la esencia y, sobre todo, han reivindicado mejoras para una de las zonas más emblemáticas del municipio.

Oficina en el Casco Antiguo para la aplicación del Plan Especial

Desde la asociación vecinal reclaman que esta oficina ya tendría que estar en marcha. Su función sería explicar a los residentes todo aquello que recoge el Plan Especial del Casco Antiguo además de gestionar ayudas u otros trámites interesantes para los residentes.

Mejoras en el parque del río Amadorio

Una parte del Casco Antiguo de La Vila Joiosa se asoma al cauce del río Amadorio que también es utilizado por muchos vecinos, no sólo del barrio. La entidad reclama que se hagan mejoras además de que se arreglen algunas zonas, como los parques infantiles.

Llegada de la fibra óptica para acabar con los cables en las fachadas

El Casco Antiguo aún no cuenta con fibra óptica, una reivindicación que llevan haciendo los vecinos desde hace años y que se ha encontrado con varios problemas. Así, entre otras razones, permitiría acabar con parte del cableado que cuelga de las fachadas del barrio.

Control de accesos para vehículos

Este proyecto fue planteado por la asociación para acabar con el excesivo tráfico que circulaba por las calles de este barrio histórico. Tras algunos problemas quedó sobre la mesa y la entidad reclama ahora que se recupere.

Casas vacías para albergar servicios municipales o concesiones

El Casco Antiguo cuenta con algunas viviendas de propiedad municipal que se encuentran vacías, algunas en mal estado. Los vecinos proponen que se puedan usar para albergar servicios municipales o, como ya ha ocurrido con otras propiedades, se otorguen concesiones para montar nuevos negocios que revitalicen la zona.

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