Muchas piscinas para tan poca agua en la provincia de Alicante

La provincia tiene construidas casi 128.000 piscinas, una por cada 14 habitantes

Para llenarlas todas de golpe harían falta unos 10 Hm3, lo que contrasta con la escasez de recursos hídricos de nuestro territorio

Piscinas adosadas unas a otras en una urbanización de viviendas unifamiliares de Torrevieja.

Piscinas adosadas unas a otras en una urbanización de viviendas unifamiliares de Torrevieja. / Tony Sevilla

R. Pagés

R. Pagés

Si la provincia de Alicante tuviese que adaptar la extendida historia —¿mito o realidad?— de que una ardilla puede cruzar la península Ibérica de norte a sur saltando de árbol en árbol, lo haría sin lugar a dudas cambiando el verde de las ramas por el azul del agua. Agua de piscina. Porque, a juzgar por los datos, esa misma ardilla apenas tendría tiempo de secarse al sol si algún día se propone atravesar nuestro territorio, desde Pilar de la Horadada hasta Dénia, saltando de piscina en piscina. Créanme, es posible. Al menos, tanto como cruzar el país a través de sus bosques

En nuestra provincia hay construidas 126.760 piscinas al aire libre y otras 815 cubiertas, lo que arroja la friolera de más de 127.500 piletas de agua, una por cada 14 habitantes, pese a encontrarnos en un territorio que históricamente ha sido deficitario en cuanto a recursos hídricos. Así lo reflejan los datos oficiales del año 2023 pertenecientes a la Dirección General del Catastro, que sitúan a la de Alicante como una de las provincias con mayor acumulación de piscinas de todo el territorio nacional.

Fuentes del departamento de Geografía e Historia de la Universidad de Alicante apuntan, sin embargo, que la cifra podría ser incluso mayor si sumamos las piscinas que no están registradas y escapan al control oficial de la Administración. Y todas ellas, sin restricciones de agua, a pesar de la sequía.

Si tomamos como referencia una medida estándar de entre 7 y 8 metros de largo por 5 de ancho y una profundidad media de 2 metros, todas las piscinas alicantinas estarían acumulando actualmente, en plena temporada estival y cuando están a tope de rendimiento, alrededor de 10 hectómetros cúbicos de agua. O, dicho en otras palabras, casi la misma cantidad que consume durante todo el año una ciudad como Benidorm 70.000 habitantes empadronados, que se triplican por el turismo durante la temporada alta—. 

Un grupo de niños se baña  en la zona comunitaria de una urbanización de La Nucía.

Un grupo de niños se baña en la zona comunitaria de una urbanización de La Nucía. / David Revenga

¿Es un modelo sostenible?

¿Es sostenible este modelo? El catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, opina que sí, aunque para defender esta idea matiza que es sostenible siempre y cuando estas piscinas se gestionen bien. «Vivimos en una provincia eminentemente turística y las piscinas son una pieza que va asociada directamente al turismo. Por tanto, más allá del debate de si sobran piscinas o no, lo importante es que haya una regulación, por ejemplo, sobre su llenado y vaciado, que evite que vacíen cada año; o que busque otros usos para esa agua cuando una piscina se vaya a vaciar», mantiene el experto.

Xàbia suma 9.141 frente a las 1.125 de Benidorm, donde el modelo vertical contribuye a un menor consumo

En este sentido, Olcina explica que la responsabilidad es municipal, puesto que son los ayuntamientos quienes tienen las competencias sobre el abastecimiento urbano, aunque cree que no estaría de más que a nivel autonómico se realizasen unas recomendaciones para un buen uso del agua. 

«El agua desalada es un recurso ilimitado, por lo que tendríamos capacidad de sobra para poder llenar todas las piscinas que queramos; lo importante es cómo cuidamos después esa agua, qué hacemos con ella», indica el catedrático de la UA, que también hace un llamamiento a las administraciones: «Si la actividad turística aporta beneficios y las piscinas son parte de ella, regulémoslas para que no se desperdicie ni una sola gota». 

Un análisis detallado por municipios refleja que las localidades con modelos urbanísticos dispersos u horizontales figuran entre las que más piscinas suman: grandes urbanizaciones de chalés adosados, cada uno con su propia piscina, pegadas unas a otras y tan solo separadas por un fino vallado. O chaletazos unifamiliares con piscinas en las que cabría toda una urbanización. Es el caso, por ejemplo, de Xàbia, Orihuela, Dénia, Teulada, Rojales, Benissa, Calp, La Nucía... donde la ratio es de una piscina por entre 3 y 11 habitantes de media. 

En el lado contrario, destaca el modelo vertical o compacto, cuyo exponente por excelencia es Benidorm. La ciudad turística tiene 1.125 piscinas, nueve veces menos que Xàbia, siete que Orihuela o cinco que Dénia. Esta cifra arroja una ratio de una pileta por cada 62 habitantes censados y una por cada 126 personas si a los empadronados les sumamos, únicamente, los turistas que caben en las 40.000 camas de hotel y 30.000 de apartamentos reglados que hay en la ciudad, dejando de lado segundas residencias y oferta ilegal.

Una de las piscinas más espectaculares de Benidorm: en la azotea de un hotel sobre el «cielo» de la ciudad.

Una de las piscinas más espectaculares de Benidorm: en la azotea de un hotel sobre el «cielo» de la ciudad. / David Revenga

«No hay ninguna duda de que el de Benidorm es un modelo mucho más sostenible. Y no solo porque consume menos territorio, sino también porque gasta menos recursos y lo hace de una forma más ordenada: mientras que en una ciudad compacta cada habitante consume unos 100 litros de agua al día, en otra expansiva la cifra se dispara a 400», defiende el profesor Olcina. 

Pioneros en el uso circular

Esta ciudad, además, lleva muchos años aplicando otras medidas para favorecer un uso circular del agua de las piscinas.

Entre ellos, los convenios entre Ayuntamiento y comunidades de propietarios para recoger con camiones cuba el agua de las piscinas privadas cuando se vacían para destinar los caudales al baldeo de calles, una iniciativa en la que Benidorm fue pionera. Así lo recuerda Jacobo Balongo, administrador de fincas en esta localidad, que explica que las grandes fincas mantienen el agua de sus piscinas durante al menos cuatro años.

«Hay unas recomendaciones municipales, pero cada propiedad es quien tiene la decisión sobre qué hace con el agua de sus piscinas. La norma en Benidorm es mantenerlas llenas durante cuatro o cinco años, que es el tiempo que aguantan bien antes de tener que vaciarlas para hacer el lechado y rejuntado de azulejos», lo que a su vez también evita la pérdida de líquido.

Turistas en la piscina de un hotel de la provincia, donde estas infraestructuras son irrenunciables.

Turistas en la piscina de un hotel de la provincia, donde estas infraestructuras son irrenunciables. / David Revenga

Balongo indica, además, que muchos edificios no solo mantienen el agua limpia y tratada durante todo el año, como también ocurre en hoteles, apartahoteles o campings, sino que además mantienen las zonas de baño abiertas a sus propietarios durante los doce meses: «En muchas otras zonas la gente se llevaría las manos a la cabeza, pero aquí es habitual». 

Los ecologistas consideran que es un «despilfarro» con «muy poco sentido»

«Las piscinas colectivas de cada urbanización o las que hay en los hoteles tienen sentido y, posiblemente, una utilidad social, pero las aglomeraciones impresionantes de chalés que no se acaban nunca, y en las que cada uno tiene su micropiscina, son un despilfarro y un sinsentido». El portavoz de Ecologistes en Acció, Carlos Arribas, considera una «explotación de suelo brutal» el elevado número de piscinas que hay construidas a lo largo de la provincia de Alicante: «El impacto es mayor si tenemos en cuenta que vivimos en una zona árida, donde el recurso hídrico es escaso y es caro, por eso se hace aún más incomprensible que en cada casa haya una piscina para que los promotores puedan vender más chalés».