Turismo entre tumbas en la Marina Baixa

Cementerios como el antiguo de Polop, ya sin uso, el de Guadalest o el de Sella atraen a los visitantes por sus singularidades y el enclave en el que se ubican| El camposanto polopino está inspirado en la obra de Gabriel Miró

Caminar entre mausoleos, panteones y cruces. Hacer turismo entre tumbas puede sonar extraño, pero es una tendencia que se ha ido abriendo camino en los últimos años. En la Marina Baixa, existen cementerios que despiertan el interés de los visitantes, sobre todo, por su ubicación como el de Guadalest o el de Sella. Pero también por la historia que guardan entre nichos. Es el caso del de Polop, un camposanto ya sin uso donde se puede seguir la huella del escritor Gabriel Miró.

El turismo de cementerios, llamado necroturismo, es tradicional en Europa. En España, no era habitual hasta hace unos años pero cada vez son más los espacios que abren sus puertas para que los visitantes los conozcan. En Alcoy, por ejemplo, existen visitas guiadas donde se explica la historia y la arquitectura de panteones y tumbas. Pero no solo los grandes cementerios o aquellos que cuentan con tumbas de personajes conocidos son lugares que atraen a los turistas. También lo hacen aquellos más pequeños ubicados en poblaciones no mucho más grandes y que cuentan con algo singular.

Este tipo de viajeros cuentan con una visita obligada al cementerio de Polop. Ya sin uso, el lugar se ha convertido en un espacio turístico y cultural que visitan al año miles de personas. Así lo confirmó el alcalde, José Luis Susmozas: "En los años 50 dejó de usarse y ahora es un enclave único". Para empezar, por las vistas como otros de la zona. Pero principalmente porque el camposanto de la localidad es un lugar en el que la literatura tiene todo el protagonismo.

El recinto también fue primero un castillo y tuvo gran importancia en la historia de Polop. Dejó de funcionar y quedó abandonado, pero el Ayuntamiento lo restauró en 2013 para crear una ruta que tenía como protagonista a Gabriel Miró, de ahí que reciba el "apodo" de literario. Y, ¿cuál es la razón? El escritor alicantino pasaba temporadas en Polop y se enamoró del cementerio; tanto, que se convirtió en protagonista del capítulo Huerto de Cruces de la obra Años y Leguas; y también lo describió en otros libros.

Las huellas de Miró siguen entre viejas tumbas ya vacías y las paredes de este espacio donde se pueden encontrar frases del escritor: "Es uno de los puntos turísticos importantes que tenemos junto a la casa de Gabriel Miró", explicó el alcalde. En verano "es el mes que más afluencia de personas recibimos", añadió el primer edil. "Hay un nicho de mercado turístico que visita cementerios y el de Polop es uno de ellos, también por las vistas".

El día de Todos los Santos está a la vuelta de la esquina. Aquellos que acuden a recordar a sus seres queridos estos días se mezclarán con esos turistas que, entre las actividades que realizan cuando viajan está la de conocer la historia de los camposantos. Con todo, los espacios deben buscar el equilibrio entre el respeto por el lugar donde se está y el querer conocer lugares de la localidad que se visita.

Dos personas observan las tumbras del camposanto de Guadalest.

Dos personas observan las tumbras del camposanto de Guadalest. / David Revenga

En Guadalest, el cementerio está ubicado en el castillo árabe de San José, en lo alto de la localidad y con unas vistas privilegiadas. Este espacio se encuentra en la ruta que realizan los visitantes de este conocido municipio de la Marina Baixa desde el Museo Municipal Casa Orduña hasta lo alto de la fortaleza. Por el camino las estaciones del Vía Crucis ya llaman la atención con su color blanco y azul. "El cementerio está en el propio castillo" y son muchos los que lo visitan, explicó el alcalde Joan Gadea. "Es muy curioso", indicó.

Primero por las vistas. El enclave único donde está ubicado permite tener una vista de parte del valle y las montañas y, de camino, se puede ver también el pantano de Guadalest. El visitante llega a una primera zona llena de cruces de hierro. Esa parte es la de las tumbas en el suelo y luego se accede al resto del recinto. Son muchos los que en su subida al castillo muestran curiosidad por el camposanto: "Los cementerios también cuentan la historia de un pueblo", indicó el alcalde. En el del municipio se puede ver cómo han cambiado las tumbas o aquellas imágenes que las acompañan de los difuntos.

"Se empezó a enterrar en el castillo a partir de 1900, después de que se prohibiera enterrar en las Iglesias", argumentó el alcalde.  Era 1787 cuando Carlos III dictaba la Real Cédula por la que prohibía las inhumaciones en los templos salvo para los prelados, patronos y religiosos. Desde entonces, los vecinos de Guadalest descansan en la fortaleza. "Es mucha la gente a la que le resulta curioso y en su visita entra a verlo", añadió.

Un enclave particular en Sella

Esa tradición europea de hacer turismo en los cementerios es la que lleva a los extranjeros a visitar el de Sella. El camposanto de la localidad también está ubicado en un enclave que llama la atención y desde el que, una vez dentro, solo se ven montañas. Aunque es pequeño, su panteón en el centro también es llamativo. "Tiene unas vistas únicas porque está rodeado de montañas", explicó a este diario la alcaldesa Mila Llinares. Desde allí se puede ver la Peña de Sella o el Puig Campana. "Sí es cierto que viene la gente a ver el cementerio, sobre todo, turistas extranjeros", indicó.

El cementerio de Sella.

El cementerio de Sella. / David Revenga

El cementerio está ubicado en el paso de la Ruta del Agua que visitan muchos turistas que, al pasar por la puerta, tienen curiosidad por conocer el pequeño espacio de descanso eterno. Su panteón en el centro hace que todo el que pasa levante la vista: "Está hecho como el de Quijano de Alicante que es muy conocido". Con todo, otro cementerio que es curioso por su ubicación es el de Tàrbena. En un día despejado, se puede ver Benidorm y el mar.