La verdad, es que la sociedad actual necesita un fuerte revulsivo que le haga recuperar la ilusión y el entusiasmo de antaño. Cuando vivíamos en un país, con un estado de bienestar más que aceptable. Donde casi todos los ciudadanos tenían su trabajo y por tanto, un sueldo más o menos digno, para construir su futuro y el de los suyos. Era cuando se decía que España era la octava potencia económica mundial. Era la época de la unión de civilizaciones y de ser muy tolerantes. Era cuando nuestro país, era la entrada, para la ilusión de vivir en un mundo mejor, para miles de personas que venían emigrando de sus países de origen, buscando su propia suerte. Eran otros tiempos que aunque cerca en el tiempo, nos parecen muy alejados. Teníamos una sociedad que pensaba que todo era de color de rosa. El dinero se generaba por doquier. Cualquier obrero o empleado, no le importaba comprarse un inmueble y meterse en una costosa hipoteca a años luz, porque se ganaba dinero y aparentemente había una estabilidad laboral, económica y social.

Pero este coctel de ingredientes positivos, se ha tornado en un coctel peligroso y muy difícil de asumir. Cuando exploto la burbuja inmobiliaria, los escándalos de los bancos, la ruina de las Instituciones del Estado, las corrupciones, corruptelas y todo lo surrealista en lo que se ha convertido la sociedad de nuestros días, todo se fue al traste. Todo se ha tenido que tirar al cubo de la basura. El mundo tal como lo conocíamos, tan solo hace unos años, ha desaparecido entre las miserias humanas.

Por eso, no nos queda otro remedio, que empezar de cero, reinventar la sociedad y nuestras vidas. Todos los sectores productivos de la sociedad están en crisis. Menos, como es natural, los sectores selectos y de gran estandin, que atiende a esa minoría rica de la sociedad, que por cierto, ahora se acusa en mayor grado, las diferencias sociales. Ya que el rico, como es lógico aprovechándose de la coyuntura económica es más rico. Y el pobre, es más pobre, ya que ha desaparecido casi, la totalidad de la clase media acomodada, que existía tan solo hace unos años.

Por eso nos queda, lo único que no, nos pueden quitar, la ilusión, la fantasía, el coraje de querer vencer a esta maldita crisis económica. Con el esfuerzo común y nuevas ideas renovadoras que apoyen con entusiasmo los gobernantes y la clase política.

El ser humano se adapta muy bien a las circunstancias y sabe cambiar el chip en momento de adversidad. Pero también, sabe ser emprendedor y creativo, para entre todos cambiar esta sociedad de ruina en la que vivimos, que nos han implantado sin quererla y que debemos hacerle frente, para que con el esfuerzo de todos, vaya mejorando, hasta volver al punto de bienestar social y calidad de vida en el que nos encontrábamos hace unos años.