Julián Muñoz, el ex-alcalde de Marbella y ex-novio de Isabel Pantoja se presentaba ayer en el juzgado con un aspecto muy desmejorado. Los titulares de la noticia de su declaración ante el juez aluden a que ha reconocido los hechos, se ha arrepentido y ha pedido perdón. Pero yo me voy a centrar en el momento en el que alude al dinero que tiene (a partir del min. 1’13).

“Lo que yo tengo de…. y no tengo nada más.” Dice esta última parte de la frase mucho más rápida que el resto del discurso. Cuando mentimos, solemos cambiar el ritmo de las frases donde está incluida la mentira. Las pronunciamos más lentamente cuando estamos dándonos tiempo para inventar, y las decimos más rápido cuando lo que queremos es quitarnos la mentira de encima, decirla lo antes posible.

A partir de ahí comienzan las pausas (3), el alargamiento de las palabras (2), las trabas (2), la repetición de palabras (2)…

Muy interesante es el cuadrante ocular que utiliza Julian Muñoz justo cuando se supone que está recordando de qué es fruto el capital que tiene retenido, es decir, de dónde sale el dinero que tiene (min. 1’29). Justo antes de decir que proviene de una herencia de sus padres, mira arriba a la derecha. Cuando recordamos un hecho muy concreto como éste, deberíamos mirar a la izquierda. En ese momento, Julián Muñoz está creando el discurso, no recordando.

Y para rematar el momento, notamos como sube el tono (es decir, lo hace más agudo) al decir que el dinero que tiene retenido es fruto de una herencia de sus padres. La palabra “padres”, es mucho más aguda que el resto. Cuando mentimos, es muy habitual que la última palabra de la frase en la que hemos incluido nuestra mentira sea más aguda, puesto que las cuerdas vocales se estiran con la sensación de la mentira.

Precioso momento que nos ha regalado Julián Muñoz a los amantes de la comunicación no verbal.

https://www.youtube.com/watch?v=71PJVbJ9la4