En el caso de crímenes como el sucedido con la viuda de Vicente Sala, el comportamiento no verbal de los sospechosos juega un papel crucial a la hora de resolver el caso. Sabedores de esto, la Guardia Civil y la Policía Nacional cuentan con una unidad de análisis de conducta que estudia específicamente el comportamiento no verbal de los sospechosos. ¿Cómo lo hacen? Fundamentalmente analizan las diferencias de comportamiento. Es decir, establecen un patrón de comportamiento basal, que es cómo se comporta habitualmente esa persona en situaciones que no sean estresantes para ella o novedosas. Y luego lo comparan con el comportamiento que está teniendo en la situación a analizar. En el caso del crimen, sería en la detención, o en los momentos posteriores al suceso, por ejemplo.

Siguiendo esta línea de estudio vamos a hacer un ejemplo de cómo se realizaría ese análisis. Pero tened en cuenta que esto que voy a hacer no sería más que una pequeña muestra de lo que se hace, una muestra muy sesgada puesto que no tenemos más que unas cuantas fotos, y de ahí no se pueden sacar grandes conclusiones, puesto que no vemos la secuencia de acontecimientos (necesitaríamos ver un vídeo con la declaración del detenido, por ejemplo).

Para estudiar la línea basal de comportamiento (es decir, cómo se comporta habitualmente esta persona), me baso en una descripción tremendamente clarificadora de Jorge Fauró en su artículo "El perfil de Miguel López: el hombre invisible" (Puedes leerlo pinchando aquí).

En él, Fauró describe un perfil de comportamiento muy claro: el perfil influyente. Se trata de una persona extrovertida, de trato fácil, a la que le gusta alardear, con un volumen de voz alto, con mucha gesticulación y expresividad facial. Este perfil de comportamiento es típico de personas con muchas habilidades sociales, a las que les gusta rodearse de gente, hablar de ellos mismos (egocéntricos), el reconocimiento social, extravagantes, que se fijan poco en los detalles y más en las relaciones personales. Suelen hablar rápido, moverse rápido y ocupar bastante espacio al gesticular a través de gestos expansivos. Y suelen ser personas que se precipitan en sus decisiones.

La tendecia de este tipo de perfil de comportamiento es la IMPULSIVIDAD. Son personas que no reflexionan mucho sus decisiones. Y se precipitan con frecuencia. A veces, tiene arrebatos de comportamiento.

Ese el comportamiento de base del perfil en el que podemos encuadrar a Miguel López.

Siguiendo con nuestro reto de hacer un análisis "a lo policía" ahora tocaría analizar su comportamiento durante la detención. Como os he dicho al principio del artículo, no tenemos más que unas fotos. Y eso hace que resulte sesgado. Por favor, tened esto en cuenta.

En las fotos de la detención, podemos apreciar cómo la expresividad facial de Miguel López casi desaparece. Pone "cara de póker". Eso en sí, ya es significativo.

En la siguiente foto, sin embargo, podemos ver cómo aprieta los labios y, de hecho, aparecen también los hoyuelos, marcándose además el pliegue naso-labial (la arruga que nos sale desde la boca hacia la nariz). En el caso de que estos movimientos musculares se confirmaran con otras fotografías, tendríamos una mezcla de emociones: ira o aversión (labios apretados), desprecio (hoyuelos) y tristeza (pliegue naso labial). Cuando la ira se junta con la tristeza, podría tratarse una emoción de remordimiento (según uno de los psicólogos pioneros en el estudio de las emociones, Robert Plutchik), que además se corrobora con el desprecio. En este caso, esa emoción que está detrás de esta expresión facial, es la que nos permitiría sacar una conclusión. Pero repito, esto debería hacerse con más material, sobre todo con vídeo.

Los labios apretados también se pueden apreciar en el momento en que Miguel López sale de prestar declaración. Cuando en un rostro sólo se aprecia unos labios apretados y el resto de la cara aparece con una expresividad neutra, el significado que se le atribuye, según los estudios del Dr. Paul Ekman, es que sentimos ira pero estamos conteniendo la expresión de la misma. Por ejemplo, ante una autoridad, un jefe o un policía, nos contemos de expresar abiertamente la ira que sentimos por miedo a las consecuencias. Y entonces apretamos los labios.

Imaginemos que este análisis lo hacemos de un montón de expresiones faciales diferentes durante la detención. Y no sólo de las expresiones faciales, sino del resto de canales de comportamiento: gestos, oculesia (hacia dónde mira), proxémica (cómo se mueve en el espacio), paralenguaje (la voz)... Por cierto, la voz a la hora de detectar si el sospechoso está mintiendo en su declaración, es uno de los canales que más información aportan. Esto es porque hasta cierto punto, podríamos controlar los gestos que hacemos (reduciéndolos al mínimo, por ejemplo), o hacia dónde miramos. Pero está demostrado que la voz es lo que más cuesta de controlar cuando la emoción es intensa.

Y, en todos esos canales expresivos, comparamos qué hace habitualmente con lo que está haciendo ahora. De ahí se podrían sacar una serie de inferencias y eso nos llevaría a establecer unas hipótesis y unas conclusiones.

Así es más o menos cómo desarrollan los investigadores de la unidad de análisis de conducta su trabajo. Como véis, es un trabajo muy meticuloso y de gran complejidad.