Edificio del Templo del Buda Esmeralda (Wat Phra Kaeo)

Dos policías me retienen en el aeropuerto de Frankfurt y me obligan a entrar en un local donde soy sometido al chequeo más riguroso que he sufrido en mi vida. La razón: al parecer tengo el perfil de “mula”: persona que viaja sola y que procede de un foco del narcotráfico como es Bangkok.

Guardianes del Templo del Buda Esmeralda (Wat Phra Kaeo)

El avión procedente de la capital de Tailandia acaba de aterrizar en Frankfurt, donde debo cambiar de vuelo para llegar a Madrid. Desembarco por la pasarela que conecta con el aeropuerto pero dos personas de paisano, con toda la pinta de policías, me cortan el paso y me piden el pasaporte. Se quedan con él y con mi billete de conexión con el vuelo a Madrid y me ordenan que espere allí a que desembarque todo el pasaje. Aunque piden algunos pasaportes más, al final soy el único retenido de los más de 200 pasajeros. Me ordenan que les siga con el equipaje de mano. M ientras recorro largos pasillos por el interior del aeropuerto, pese a que no tengo nada susceptible de causarme problemas legales, no puedo evitar cierta preocupación ya que desconozco por completo la causa de la retención y las caras de los agentes no son precisamente de las que inspiran confianza.

El templo Arum (Wat Arum) está en la orilla del río de Bangkok

Por fin llegamos a un pequeño despacho. Siempre en inglés, me exigen que abra la maleta del equipaje de mano y que todo lo que contiene lo deposite sobre una mesa, expresándose sin la más mínima muestra de afabilidad. Acto seguido me dicen que me desnude. Asó lo hago hasta quedarme en paños menores, pero uno de ellos, en un tono harto desagradable, me recalca que debo quitarme “absolutamente todo”. Prendas y objetos de mi equipaje son sometidos a un riguroso chequeo, al igual que la maleta, para comprobar si dispone de un doble fondo o de algún compartimento oculto. La revisión es a fondo, rompen los envases y precintos de los regalos y algunos de ellos, junto con las zapatillas de deporte que calzo, los recogen y uno de los agentes se los lleva, imagino que para una inspección más profunda. Me quedo, como vine al mundo, en el despacho policial, con uno de los agentes, al que observo que se coloca una especie de preservativo en un dedo. ¿Para qué?, me pregunto. La respuesta la obtengo de inmediato, cuando me ordena que me agache apoyándome en la mesa. En este punto pido explicaciones y por fin consigo enterarme de que todo lo que se me está haciendo obedece a que “tienes el perfil perfecto del narcotraficante”. Vamos, que están convencidos de que soy una “mula” que se dedica a transportar cantidades pequeñas o medianas de droga desde sus lugares de origen hasta Europa.

Ofrenda a los pies de un gigantesco Buda en un templo de Bangkok

Tras el vejatorio chequeo “corporal” me autoriza a que me vista y a sentarme. Así permanezco durante largos minutos que me parecen horas. Por fin regresa el otro policía y me devuelve las zapatillas y demás objetos minuciosamente revisados, al tiempo que con la misma hosquedad que ha presidido todo el trato, me dice que “puedes recoger todo y marcharte”. Ni la más mínima disculpa, ni siquiera una mueca de amabilidad final. Recojo todas las cosas y trato de envolver los regalos pero los envoltorios están destrozados. Salgo del despacho policial con indignación por el trato recibido por parte de dos agentes de la policía alemana, pero opto por callarme, aunque difícilmente olvidaré tan desagradable comportamiento.

El templo de Mármol

He hecho tantos viajes a Bangkok, ya sea para visitar Tailandia ya como aeropuerto de conexión con otros países del Sureste Asiático, que casi he perdido la cuenta. El fuerte calor húmedo y el caótico tráfico la hacen odiosa pero su marcado acento oriental la convierten en fascinante. La mejor época para visitarla es en invierno, cuando las temperaturas se suavizan un poco. En cuanto al tráfico, la puesta en marcha de una especie de metro aéreo, el skytrain, ha supuesto una importante mejora, en especial para visitar las zonas comerciales de la ciudad, siempre saturadas de vehículos. No obstante, el skytrain no llega hasta el centro histórico de la ciudad. Para llegar hasta allí lo mejor es por vía fluvial, con el ferry, que tiene paradas en todos los hoteles y lugares destacados que bordean el Chao Phraya, el río de Bangkok. Si te alojas lejos del río no hay más remedio que recurrir al taxi o al tuk-tuk, o incluso a la moto-taxi, el sistema más rápido, y todos baratos, aunque debes tener siempre presente que tienes que pactar previamente un precio.

El barrio chino de Bangkok

Bangkok suele ser la primera visita de una ciudad de oriente para la mayoría de españoles y es una buena carta de presentación. No es ni mucho menos una ciudad peligrosa para los turistas, pese a la fama que muchas películas le han conferido de mafias y bandas organizadas de delincuencia y narcotráfico. Hay una oferta de hoteles de todas las categorías, incluyendo el auténtico lujo asiático, a unos módicos precios en muchos casos. Los vuelos desde Madrid o Barcelona se pueden conseguir, salvo en temporada alta, a poco más de 600 euros por compañías áreas muy buenas, como Turkish, Emirates y Qatar.

En cuanto a la comida, encuentras prácticamente de todo, y muy fresco, incluyendo marisco y pescado, cocinados de mil maneras por la diversidad de estilos de restaurantes. Yo siempre que voy me apunto a una cadena de restaurantes thais especializada en marisco y pescado llamada “Somboon Seafood”, en cuyo anagrama aparece un gran cangrejo, donde preparan, entre otros muchos exquisitos platos, un cangrejo al curry espectacular. Hay media docena de estos restaurantes por la ciudad y aunque la mayoría de ellos disponen de varias plantas, tienen tal éxito por su buena relación calidad-precio, que a veces tienes que esperar para poder conseguir una mesa.

Danzarinas thai en un templo callejero junto al hotel Erevan

Hay muchas cosas que ver en Bangkok, pero entre las imprescindibles destaca el templo del Buda Esmeralda, llamado Wat Phra Kaeo, un complejo de edificios, esculturas, estupas y monumentos exquisitamente decorados y rebosantes de colorido, con el dorado como color predominante. Conectado al mismo se encuentra el magnífico Gran Palacio, que fue residencia real hasta mediados del siglo pasado.

Vista del centro histórico desde el Monte de Oro

Muy próximo se sitúa otro precioso complejo de templos, el Wat Pho, en el que destaca un buda reclinado de 43 metros de largo, así como bellos edificios y numerosas estupas decoradas con mosaicos de vidrio y cerámica vidriada, conformando, principalmente, motivos florales. El conjunto de visitas obligadas se completa con el templo de mármol, algo alejado de los anteriores, construido en mármol italiano y con un encantador diseño. También es muy visitado el templo del Buda de Oro, que alberga la que dicen que es la estatua de oro macizo más grande del mundo, con tres metros de altura y cinco toneladas y medio de peso. Se cuenta que se descubrió por causalidad en 1955, cuando unas lluvias torrenciales eliminaron parte del estuco que la cubría para evitar que fuera robada y dejó traslucir el metal precioso con la que estaba esculpida. Hasta hace poco tiempo estaba cobijada en un pequeño y modesto templo pero ahora luce en otro espectacular, construido ex profeso, de mármol rematado por una gran cúpula dorada. Se encuentra muy cerca del barrio chino, un pretexto para visitarlo. Es una zona atiborrada de restaurantes, comercios y tenderetes con todos los productos chinos imaginables.

Cada aniversario del Rey se celebra con gran pomposidad callejera

Bangkok también es una ciudad famosa para compras. Entre los turistas es muy popular el mercado nocturno de Patpong, donde se pueden encontrar todo tipo de souvenirs y algunas imitaciones de prendas y complementos, aunque de muy baja calidad por lo general. Sin embargo, Patpong es posiblemente más famoso por la abundancia de bares go go, donde desde la calle se puede contemplar a jóvenes chicas como señuelo, ligerísimas de ropa, con sensuales movimientos y bailes. Puedes entrar sólo para contemplar el espectáculo y tomarte una cerveza a un precio muy barato, como te insisten los empleados que te intentan captar en la calle, y puedes también requerir otros servicios, para lo cual tendrás que pactarlo con la chica que elijas. Igualmente famosos son los locales de masajes. En algunos casos se trata del masaje tailandés tradicional, pero en otros son sencilla y llanamente masajes sexuales.

Una joven orando en un pequeño templo

Para compras de todo tipo, en la capital tailandesa hay excelentes centros comerciales, la gran mayoría de ellos con productos originales de las grandes marcas de modas y precios fijos, por lo que no busques grandes gangas. La única excepción, al parecer, es el centro comercial MBK, un inmenso edificio de ocho plantas donde puedes encontrar de todo, incluyendo imitaciones de grandes marcas, algunas aceptables, y donde tendrás que regatear para conseguir un buen precio.

Anochecer sobre un templo de Bangkok

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL DOPAZO