Federico García Lorca pasaba por una travesía existencial cuando viaja en 1929 a Estados Unidos como invitado para impartir unas conferencias en la Universidad de Columbia. Fracasada su relación sentimental con el escultor Emilio Aladrén, y ante el rechazo y vacío de sus amigos Salvador Dalí y Luis Buñuel, el escritor granadino toma esta vía de escape que deparará, sin él saberlo todavía, una de las obras más revolucionarias y universales de la literatura con Poeta en Nueva York.

Un contexto que nos da las claves de la genialidad de un artista único que queda impactado por la sociedad estadounidense, y que ahora reconstruye y recrea, a partir de testimonios, epistolarios y obras especializadas, el dibujante alicantino Carles Esquembre con Lorca: Un poeta en Nueva York (Panini Cómics).

La obra, de 160 páginas y de reciente salida al mercado, encierra y aprisiona el legado lorquiano en una visión original donde afloran las pasiones y obsesiones de Lorca. Desde Harlem hasta los rincones más sórdidos de la gran urbe; los alegres locales de jazz o la vigorosa muchedumbre de Coney Island... la novela gráfica de Esquembre desgrana los paisajes que asombran y despiertan la sensibilidad del autor de Romancero gitano quien escapa a una nueva realidad social, económica y cultural.

«Me pareció que el periodo que abarca parte de la escritura de Poeta en Nueva York contenía los elementos perfectos para contar una historieta. No imagino mejor escenario para situar a un personaje como Lorca durante aquellos días de incertidumbre total (el jazz, los gángsters, la prohibición, el crack de la bolsa, las multitudes y la industrialización...). Atendiendo a su epistolario y a los testimonios de quienes le acompañaron en aquella aventura, me planteé dibujar un cómic interpretando algunos de esos momentos», explica Esquembre, natural de Pinoso, quien agrega que tampoco ha querido dejar de lado las impresiones de un poeta en Estados Unidos cuando se ve atrapado por «los problemas que empiezan a derivarse de una grave crisis financiera de fatales consecuencias en el capitalismo, la mecanización de la sociedad moderna y el racismo».

Entre el surrealismo y las visiones oníricas lorquianas, también patentes en la novela gráfica, Esquembre asegura que ha trabajado el cómic como una película jamás contada sobre el autor de Yerma. «Se han hecho trabajos sobre Lorca en cine, por ejemplo, la serie de Juan Antonio Bardem o la más recientemente aparición de Lorca en televisión gracias a El ministerio del tiempo, interpretado magistralmente por Ángel Ruiz (creo que es la primera vez que se representa a Lorca en pantalla con acento andaluz). Y la verdad es que no entiendo cómo es posible que la propia industria norteamericana haya desaprovechado un periodo tan intenso y fascinante como la etapa de Lorca en Nueva York, con toda la carga dramática que implica, y que quedaría tan bien en uno de esos "biopics" que tanto gustan en Hollywood», apunta.

Los críticos Ian Gibson y García Posada, o La ciudad autómata de Julio Camba, son algunas de las referencias de Esquembre para el proceso de documentación en una novela gráfica que supone sin duda su proyecto más ambicioso y de mayor calidad y que refleja, por descontado, el homenaje del lector. «Siempre me ha fascinado la vida y obra de Lorca, un genio total que dominaba muchas disciplinas», comenta. Por eso ahora, quizás el poeta español más universal de todos los tiempos, cobra vida en las páginas de este cómic.