Nacieron en un reformado trastero de Benalúa y desde entonces no se habían bajado de las vías culturales de Alicante. Ahora, los jóvenes que crearon El Sótano Coworking echan el freno a su proyecto para coger direcciones distintas, dejando atrás cuatro años de exposiciones, conciertos, cursos y otras iniciativas. El camino, aunque placentero, les ha presentado un sinfín de dificultades, según cuentan los integrantes.

Fotografía, diseño gráfico e ilustración, vídeo, sonido, producción... Cada una de estas áreas tenía un espacio en este rincón de la avenida Catedrático Soler, y todas ellas sumaban fuerzas para trabajar de manera colaborativa en proyectos conjuntos, lo que, en parte, se convierte en la definición de lo que hoy conocemos como coworking.

Han acogido el festival internacional Photoalicante y colgado en sus paredes numerosas exposiciones fotográficas de artistas alicantinos. En sus instalaciones, se han escuchado conciertos de música, melodías en forma de jamm session, poesías, teatros y mucho más. El año pasado, entre sus encuentros con más éxito, se coló la jornada cultural Coño, un evento encargado de promover la cultura, ya fuese la moda, el diseño, la gastronomía o la música, por y para la mujer. Fueron más de 600 personas las que no quisieron perderse esta cita «de garaje».

Pero detrás de estos éxitos, había una máquina de jóvenes a los que no les acompañaba precisamente un camino de rosas. «Hemos tenido dificultades porque decidimos centrarnos en un coworking cultural. No es lo mismo un coworking empresarial que uno entre gente artista que no puede pagar precios elevados», cuenta David J. García, fotógrafo e integrante del proyecto desde sus inicios.

A la dificultad de los ingresos, uno de los motivos que ha llevado a algunos participantes a abandonar por no poder pagar sus partes del alquiler, se ha sumado el «desinterés», como ellos tildan, de las administraciones. Se reunieron con Daniel Simón cuando era concejal de Cultura para hacer sinergias con el Ayuntamiento de Alicante, «pero al final no salió nada adelante por el cambio de gobierno», apunta J. García. «Luego nos pusimos en contacto con la nueva concejalía, y no es que nos pusieran dificultades, es que ni siquiera sabían quiénes éramos ni cómo podían ayudarnos».

La iniciativa de colaboración ya ha tenido su fiesta de despedida. La palabra «coworking» abandona su espacio al lado de «El Sótano», aunque la luz no se apaga en este bajo, donde un espacio creativo reinará ahora centrado, sobre todo, en la organización de eventos. «No es nada fácil mantener un proyecto como ha sido éste», lamenta el fotógrafo.