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Pintura fresca en el barrio

Manolo Mesa inaugura el programa EdusiArt con un mural de siete metros en San Antón - «Me atraía mucho sacar al exterior el interior de un hogar», apunta el artista gaditano

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Mural en San Antón

«Yo llevaba tiempo queriendo pintar un botijo y no sabía dónde. Cuando me dijeron que el mural se iba a quedar en la calle del Pozo ya lo tuve claro», declara satisfecho el artista urbano Manolo Mesa, encargado de inaugurar el programa EdusiArt -que prevé rehabilitar espacios deteriorados a través del arte urbano en Alicante en colaboración con los vecinos- con la primera intervención en el barrio de San Antón.

Dicho y hecho. Un gran botijo preside la pared medianera de 7 metros de alto por 12 metros de ancho en el número 75 de la calle del Pozo, en una escena costumbrista que recuerda que este recipiente de barro ocupaba antes un lugar central en cualquier cocina en este barrio de viviendas de poca altura. Y en algunas, seguramente, hoy también.

Mesa se acompaña en el andamio de su propio botijo, comprado en Agost en otro viaje anterior. «A mí me encanta la alfarería, soy ceramista también, y el botijo me parece una pieza tan poética... El botijo es la relación más sublime que podía haber entre el pozo y el agua, y está hecho de tal manera que hace que el agua caliente se vaporice, la sude, y se mantenga fría en el interior», explica el artista gaditano de 31 años, nacido en El Puerto de Santa María y afincado en Bilbao («ahora soy euskaditano», bromea).

No es la primera vez que Mesa deja su huella en Alicante. En 2018 pintó un gran bodegón en la pared trasera del Mercado Central de Sant Joan d'Alacant durante el festival La Tapia Fest. Tampoco esta es la mayor pared que pinta este artista, que ha firmado obras en multitud de ciudades de España, Italia, Grecia o Portugal.

En este caso, tras llevar desde el jueves en la zona, y de visitar con frecuencia la horchatería Azul, a Mesa le interesa generar un proyecto con el que la gente de San Antón se identifique, un barrio que considera «abierto, autóctono, multicultural e íntimo, que pega mucho conmigo. Y me atraía mucho la idea de sacar al exterior el interior de un hogar».

Una pértiga de seis metros

Dependiendo de las circunstancias, el artista urbano utiliza grúas o andamios, como en la intervención actual, donde se ayuda de una pértiga de seis metros con una brocha gorda para alcanzar los rincones. Previamente, ha fotografiado el lugar en el que va a pintar: «Necesito imágenes del sitio antes de hacer un montón de referencias en la pared, aunque sean garabatos, con la idea sobre la que voy a trabajar; luego boceteo todo y me pongo a rellenar, a ver tonalidades, hasta que llega el momento mágico y lo ves, que fue ayer, y ya voy matizando», indica sobre su proceso de trabajo, que prevé culminar mañana. Una pieza más en su obra pictórica que él define como «pintura sencilla, que con poco puede decir mucho, nada efectista pero antropológicamente más interesante».

«Da alegría, que hace falta»

María Dolores, una vecina del barrio «de toda la vida» y de «mucha» edad, lo observa un instante y afirma: «Está muy bonito y da alegría, que con lo que estamos pasando nos hace falta».

Mesa defiende el arte urbano como arma que revitaliza espacios: «Hay ciudades que no lo saben aprovechar pero cuando se concentran intervenciones se genera un mapa urbano distinto, se crea un barrio diferente en zonas que a lo mejor no tienen patrimonio cultural y es algo transformador. A la gente mayor, que nunca se ha planteado tener algo artístico tan cerca, le encanta».

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