La realizadora alicantina Elena López Riera (Orihuela, 1982) competirá con El agua, su primer largometraje, en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, una sección independiente de este certamen dedicada a nuevas narrativas que se celebra del 17 al 28 de mayo en la ciudad francesa y donde en 2015 ya mostró su primer corto, Pueblo. La cinta, distribuida por Filmin y Elastica, llegará a los cines el próximo otoño.
«Es un orgullo muy grande poder estar ahí porque para mí es uno de los mejores escaparates del cine mundial. Dentro del Festival de Cannes es donde me siento más cómoda, por la línea de programación que tienen y porque presenté allí mi primer cortometraje y es como volver a casa. No se me ocurre otro lugar mejor y estoy muy feliz», declara López Riera, que considera su ópera prima «un homenaje a mi pueblo» enmarcado entre «el cine documental y el fantástico» y que incluye también un mensaje medioambiental.
Rodada en Orihuela entre abril y mayo de 2021, con casting previo realizado allí y en otros lugares de la provincia de Alicante y coproducida por Suica Films (del ilicitano Pepe Andreu y el castellonense Rafa Molés), El agua es una historia de mujeres protagonizada por la debutante Luna Pamies junto a Bárbara Lennie y Nieve de Medina, en la que planea el efecto devastador de las lluvias torrenciales en la Vega Baja, cuyas fuertes inundaciones de 2019 despertaron la memoria de la cineasta oriolana.
«El agua es un poco la continuación de mis cortos anteriores, también rodados en Orihuela, y en este caso abordo el tema del amor, odio, miedo y necesidad que tenemos con el agua en esta zona y en toda la Comunidad Valenciana. Aquí se necesita el agua para regar, pero llueve poco y cuando llueve, llueve mucho y ha habido a lo largo de la historia muchas catástrofes por las inundaciones del río Segura, que hacen que esté muy presente en nuestra memoria. Alrededor de ello hay toda una mitología, al menos así me lo han transmitido en casa, y la película habla un poco de cómo se relaciona esta mitología y este miedo atávico al agua y a que el río se lleve todo por delante», explica la directora de esta cinta, ambientada en un verano donde una tormenta amenaza con volver a desbordar el río que atraviesa el municipio. En ese preámbulo, una vieja creencia popular afirma que algunas mujeres están predestinadas a desaparecer con cada nueva inundación porque tienen «el agua adentro».
La historia está contada a través del personaje principal, una chica de 17 años, justo antes de que se desencadene esa tormenta, «en un verano en el que conoce el amor y con él se desencadenan un montón de cosas, que no puedo desvelar mucho porque hay algo de fantástico en la película», apunta la oriolana, que se ha inspirado en las historias narradas por las mujeres de su familia desde que era niña, «historias del día a día y contadas de esa manera, que tratan de la misma forma un suceso cotidiano como el milagro de un santo o un ritual del mal de ojo que tenga que ver con el lugar. Y creo que mi cine tiene mucho que ver con eso».
La cineasta, que ha rodado todas sus películas en Orihuela a pesar de llevar años viviendo fuera, explica su atracción por su ciudad natal: «No sé muy bien qué fuerza extraña hay que me atrae, pero hasta ahora me gusta pensar que es un pretexto para estar con la gente que quieres, porque hacer películas es un proceso muy largo que requiere mucho esfuerzo y, por lo menos, que te lo pases bien. No me gusta nada sufrir y al menos estoy en casa, con mi familia, amigos y la gente que echo de menos cuando no estoy aquí».
El rodaje de la película, en la que participan actores no profesionales y figurantes locales, ha sido «largo» pero también «muy bonito y he sentido mucho cariño de mi pueblo -destaca-. Lo más importante es que toda las personas que han participado, delante o detrás de la cámara, se sientan reconocidas en el trabajo que han hecho porque ha sido muy intenso. Espero que la gente aprecie la película, no ya por mí sino por el trabajo que ha puesto la gente. Yo también la he hecho con todo el cariño y como un homenaje a mi pueblo. El rodaje ha sido el más feliz de mi vida y espero que algo de esa energía se transmita en la pantalla».
En El agua, que empezó como proyecto antes de la DANA de 2019, también hay «algo de mensaje ecológico porque -añade- estamos echando a perder el planeta. Estos fenómenos seguirán sucediendo y que esas cosas se expliquen con mitología es porque es más fácil recurrir a este tipo de relatos que a hacer las cosas un poco mejor».
Amiga del ilicitano Chema García Ibarra y «fan number one» de su trabajo -ambos hacen cameos en las películas del otro-, cree que en su cine (como en el de Carla Simón o Luis López Carrasco) «hay algo común de venir de una periferia económica, geográfica o de género, donde nos hemos permitido el lujo de intentarlo».
El agua ha sido producida por Alina Film (Suiza), Suica Films (España) y Les Films du Worso (Francia), con el apoyo del Institut Valencià de Cultura, el ICAA y la participación de RTVE y À Punt Mèdia.
López Riera se ha labrado una destacada carrera como cortometrajista a nivel internacional y no es la primera vez que pisa este festival internacional. Su primer cortometraje, Pueblo (2015) se estrenó en la Quincena de Realizadores de Cannes y Las vísceras (2016) en el Festival de Locarno. Su último trabajo, Los que desean (2018) se hizo con numerosos galardones internacionales entre los que se encuentran el Pardino d’Oro al mejor cortometraje en el Festival de Locarno, una mención especial del jurado en el Festival de San Sebastián - Zabaltegui, el Gran Premio de Zinebi, Gran premio en Vila do Conde y una nominación a los EFA, además de participar como video instalación en el MOMA PS1 como parte de Openhouse spring exhibition.
El trabajo de López Riera también ha sido objeto de focos en la Cinemathèque française, el festival de Gijón o La cinemateca de Colombia. Con El agua participó en las residencias de la Cinéfondation del Festival de Cannes (Premio mejor proyecto CNC) e Ikusmira Berriak - Festival de San Sebastián (Premio Rec Grabatea).
