Triunfal tarde de Andy Cartagena

Con algo más de calor que de costumbre comenzó el festejo de rejones que abrió la feria de San Juan de 2022. A alguien se le ocurrió poner unos faldones de color granate en las delanteras de la segunda andanada, como se pudo observar el pasado viernes en el pregón taurino. Rectificar es de sabios, y bien está que esos faldones aparecieran ya ayer tumbados para no poner impedimento en la visión de los espectadores que pagan su entrada en dicha localidad. Además, debemos estar muy mal en cuanto al patriotismo, si hace falta hacer ostentación de la bandera tal y como se va a observar estos días en el coso, adornado por decenas de telas rojigualdas que no molestan, pero saturan. Para colmo del dudoso gusto estético, tanto en toriles como en la delantera de la Presidencia han aparecido sendas representaciones de la imagen de la Santa Faz. Alguien se debe de haber tomado muy en serio aquello de que en los toros hay que estar como en misa. Pues bueno…

Con semejantes novedades en la puesta en escena de esta magnífica plaza de toros, abrió feria la actuación del rejoneador Andy Cartagena, que venía a cumplir con la afición de su tierra este año en que conmemora el 25 aniversario de alternativa a caballo. Demasiado generosas las dos orejas que le otorgaron del primero, pues hubo pasadas en falso y no demasiada pasión. Acabó con el noble astado de Fermín Bohórquez de un certero rejonazo. Al cuarto lo recibió sobre Gorrión con un rejón eficaz. Cartago es una belleza de cabalgadura perla, con las crines al viento, y lo lució en tres banderillas precisas y templándolo a dos pistas. Remató el tercio con Cupido en buen tono, siempre vistiendo entradas y salidas, llegando mucho al tendido. Sobre Jinocente clavó un buen par a dos manos al segundo intento con el bocado quitado. Remató en Picasso con un rejonazo trasero muy efectivo. Dos orejas con petición de rabo. En la comparación se vio lo excesivo del premio ante el primero. Lo acompañó el mayoral de Bohórquez en la vuelta triunfal al anillo.

Ante su primero Lea Vicens anduvo con más pena que gloria. Aún así, hubiera tocado pelo de no acabar con un pinchazo, medio rejonazo trasero y tres descabellos. Saludó una ovación. Al quinto, buen colaborador, lo recibió sobre Guitarra con dos rejonazos. Con Diluvio, alguna pasada en falso y sin mucho ajuste la primera, dos buenas después. Sobre Aladín volvieron los desajustes, y con Jazmín clavó dos cortas. Cobró un pinchazo que ella misma se encargó indecorosamente de profundizar. Certero descabello. Oreja.

Tampoco tuvo mucha historia la primera lidia de Guillermo Hermoso de Mendoza. Acabó de un pinchazo, un rejonazo y dos descabellos. Silencio. Con Martincho recibió al sexto con un solo rejón. Sobre Ilusión clavó banderillas con algún desajuste y también cierta elegancia. Algunos quiebros llegaron mucho al tendido. Dos rosas irregulares preludiaron un par a dos manos y un rejonazo de muerte contrario y eficaz que dieron paso a la concesión del doble trofeo, que se antojó excesivo.

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