Un tributo a los arquitectos en la sombra del cine español
El alicantino Guillermo López Aliaga reúne en un libro conversaciones con grandes montadores cinematográficos para dar visibilidad a este oficio
Guillermo López Aliaga lleva años atraído por el montaje cinematográfico y empeñado especialmente en poner el foco en los profesionales que se dedican a este oficio, desconocido muchas veces para el público general y quizá no lo del todo valorado en una industria donde quienes brillan suelen ser los protagonistas de las películas. El docente e investigador de la Universidad Miguel Hernández, que imparte la asignatura de montaje desde 2014 en el Grado de Comunicación Audiovisual, acaba de publicar un libro con el sello editorial Tirant lo Blanch, La eminencia gris. Conversaciones en la sala de montaje cinematográfico, en el que reúne a ocho de los grandes profesionales de esta disciplina en España, de distintas generaciones, para que expliquen su trabajo.
Después de 25 horas de conversaciones mediante videollamadas durante la pandemia, López Aliaga ha sintetizado en 328 páginas y en ocho capítulos la experiencia de reconocidos profesionales del sector "que son historia del cine español", apunta el autor, para mostrar sus vivencias, anécdotas, curiosidades y estilos de trabajo. Ellos son Pedro del Rey, Elena Jaumandreu, Marisa Pino, Teresa Font, Pablo Blanco, Nacho Ruiz Capillas, Fernando Franco e Irene Blecua, los "arquitectos en la sombra" de las películas cuya labor resulta "fundamental en la creación de cualquier producción cinematográfica" porque, añade, "en la sala de montaje es donde se construyen las películas".
El libro, que es la génesis de un proyecto de investigación posterior y diferente que López Aliaga realizará durante 18 meses con una beca Berlanga de la Academia de Cine, surge de la propia inquietud del investigador y de la ausencia de libros de este tipo en España. "Sí que hay ensayos sobre el montaje, y obras de otros países, pero hasta ahora no se había publicado una obra donde tuvieran voz los profesionales del cine español. Y mi cruzada es esa, contribuir a visibilizar esta profesión y, sobre todo, que se valore".
"Es una suerte que exista Guillermo López Aliaga", indica el autor del prólogo, Joan Marimón, profesor de montaje en la escuela catalana de cine ESCAC, que añade: "Su aventura ha durado años y nos permite ahora aprender de la experiencia de un privilegiado grupo de profesionales que abarca un período histórico de unos setenta años, más de la mitad de la historia, desde la década de los cincuenta hasta el presente".
Los protagonistas
Entre ellos se encuentran veteranos como Pedro del Rey (Madrid, 1931), montador de Buñuel y de algunos de los títulos más emblemáticos del cine español, como Viridiana, Tristana o Carmen, entre sus más de 150 películas trabajadas; Elena Jaumandreu (Barcelona, 1936), de quien Orson Welles dijo que era "la mejor montadora del mundo" tras su trabajo en Campanadas a medianoche y colaboradora también de Saura o Marco Ferreri, que aprendió el oficio de su padre, como también fue el caso de María Luisa Pino (Madrid, 1941), montadora de producciones internacionales como Robin y Marian, de Richard Lester, o Conan el Bárbaro, de John Millius; Teresa Font (Barcelona, 1956), seis veces nominada al Goya y ganadora de dos por Días contados, de Imanol Uribe, y Dolor y gloria de Almodóvar; o Pablo Blanco (Madrid, 1955), siete veces nominado y poseedor de tres premios Goya (Airbag, No habrá paz para los malvados y Las brujas de Zugarramurdi).
Entre los más jóvenes se encuentran Ruiz Capilla (Madrid, 1966), nueve nominaciones y un Goya por Los otros, entre su vasta filmografía; Fernando Franco (Sevilla, 1976) cuatro veces nominado como montador y también director de películas como La consagración de la primavera; e Irene Blecua (Barcelona, 1971), que comenzó de meritoria en El día de la bestia y ha trabajado con directoras como Isabel Coixet o Paula Ortiz y es socia fundadora de la Asociación de Montadores Audiovisuales de España (AMAE).
Anécdotas
Entre las anécdotas que recoge el libro, Marisa Pino cuenta que en el montaje de Conan había tantísimo material rodado que lo escondían al director porque, si no, no habría acabado de montar la película nunca; o Teresa Font, que explica la escena en la que Terele Pávez cae por la escalera en El día de la bestia, que hubo que repetir varios planos para dar más recorrido a la escalera porque era muy corta o Pablo Blanco, que provocó un final diferente en No habrá paz para los malvados, más esperanzador, con un cambio de planos que aceptaron director y guionista.
"Todos saben que cuando la imagen entra por la puerta, el guion sale por la ventana, y también coinciden en que los fallos de rácord (continuidad en los planos) no son tan importantes si la escena tiene emoción o los actores la han clavado", resume el autor sobre este trabajo "artístico e intelectual" de los montadores.
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