Entrevista

Rodrigo Cuevas: “Está bien sacar el lado salvaje para jugar, para el sexo”

El artista admite que el odio recibido de niño “nunca se va, es como una cicatriz”

Rodrigo Cuevas.

Rodrigo Cuevas. / RICARDO VILLORIA

Mar Mato

El asturiano Rodrigo Cuevas, el Premio Nacional de Música Actuales 2023 arriba para presentar su último disco, “Manual de Romería”, orgulloso de otro proyecto: la recuperación del teatro “La Benéfica” de su pueblo, en L´Infiestu, que gestiona con una asociación. “Me gustaría verlo en su esplendor, es mi objetivo”, confiesa.

Este disco fue producido por Eduardo Cabra (Calle 13), ¿por qué acudió a él para un álbum con esencia tradicional asturiana?

Fíjate que el nombre fue antes que el disco. Tenía claro que quería trabajar con él antes de componer. Se lo propuse, no tenía nada para enseñarle y él me dijo que le encantaba lo que hacía. Yo era muy fan de lo que había hecho con Trending Topics, Rita Indiana de la que soy superfan; también de Calle 13 pero veía esto último más lejano. Son sonidos que tienen cierto origen en el folclore pero que se entienden como música de baile. Eso era lo que yo quería para el disco.

Unir lo tradicional con los sonidos contemporáneos abre el trabajo a nuevos oídos, pero también se corre el riesgo de desvirtuarlo.

Yo creo que siempre se desvirtúa. Nosotros lo utilizamos para hacer una propuesta de escenario que no tiene que ver con lo tradicional. Utilizamos sus melodías y ritmos y no pasa nada. Eso hace que mucha más gente se acerque al mundo tradicional y los que hacemos estas propuestas lo combinamos con labor divulgativa de lo que es la tradición para que siga viva. Tenemos el deber de combinar estas dos cosas y de divulgar.

¿Por qué “Manual de Romería” como título?

Quería hablar de las romerías y de la parte lúdica del folclore, que es algo que se olvida. Intentamos dar una visión de algo elevado cuando lo fundamental es que es algo lúdico, con lo que nos divertimos.

El anterior disco está considerado un icono entre los discos de música tradicional. Cuando empezó a preparar el último, ¿le paralizaban las expectativas?

Las expectativas de los demás y las tuyas siempre están ahí. Son cosas que pesan. Es imposible evitar tener la mente en todo eso pero el trabajo del artista es abstraerse y luchar contra todo eso porque generan miedos y te desvían del foco: empiezas a hacer cosas que quieren los demás y no las que quieres tú entrando en terrenos pantanosos.

¿Siempre ha sido libre a la hora de llevar a cabo sus temas?

Libre no es nadie; lo que hay que hacer es buscar el camino con el objetivo de ser libre. Todos tenemos cadenas.

Liberarse de las cadenas habrá sido difícil para usted.

No te creas; es tan liberador que se convierte en fácil; es como arrancarte postillas. Te duele pero libera.

¿El repertorio asturiano presente en el disco procede de recogidas?

En este disco hay menos música tradional. En “Manual de Cortejo” sí que había más, era como una selección de canciones tradicionales que quería reinterpretar pero este disco está casi todo escrito por mí, excepto “Casares”. Es un tema tradicional de una recogida de David Omaña de un pueblo al lado del de mi abuela. Eduardo Cabra también estuvo aquí conmigo haciendo recogida de campo y que son las cuatro canciones en las que aparecen señoras y señores cantando. Siempre me gusta incluir canciones con referencias que vienen de informantes, no me gusta partir de versiones de un grupo porque ahí es dífícil saber qué es lo tradicional y qué es del grupo.

Se refiere a los temas que cantan Josefa Diebra, Manuel de Cortejo, Mariluz Cristóbal...

Sí, vino Eduardo y estuvimos por Asturias, Zamora y León. Fuimos a tiro fijo a hacer grabaciones más que trabajo de campo.

Sin embargo, el tema de apertura del álbum lo firma con un grupo corso, A Filetta.

Me encanta la polifonía vocal corsa desde hace mucho. Me emociona mucho. El año pasado me invitaron a tocar alí, en Córdega, en Calvi, y conocí a los organizadores, al grupo. Les propuse participar y ellos encantados.

En “Dime ramo verde” confiesa el odio que vertieron contra usted con bullying de niño y que se tuvo que tragar. ¿Le costó plasmarlo en una canción?

Fue orgánico pero sí que me costó encontrar el punto para no ser cursi. Hablar de sentimientos así a veces es difícil sentirse cómodo. Fue uno de los temas que más me costó. Sí, me costó. Sigue habiendo agresiones contra gente homosexual pero avanzamos mucho. En los últimos años, con la presencia de la ultraderecha en las instituciones hay una legitimación de este discurso del odio. Nadie se atrevía a decirlo en alto y ahora lo dicen en alto y sin miedo. Es lo que nos toca.

¿Con el tiempo se aprende a lidiar con el odio?

Es algo que tienes que trabajar porque queda ahí y sale por momentos. No se va, es como una cicatriz que no molesta pero cuando lo ves en algún sitio te remueve. Nunca se va para quien sufrió acoso o también para quien tuvo abuso. Nunca lo acabas de borrar.

¿Deberíamos escuchar nuestro yo más salvaje?

Está bien sacar el lado salvaje para jugar, para el sexo, para la diversión. Hay que soltarse un poco sino todo es muy light.

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