De 'Wonka' a 'La maldición de las brujas'

Costumbrismo, perversión y mala uva: cómo el cine ha retratado los cuentos infantiles del polémico Roald Dahl

La recién estrenada ‘Wonka’ se basa solo en el personaje principal de ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, una de sus obras más definitorias, publicada en 1964, y de la que ya se habían realizado dos versiones cinematográficas

Timothée Chalamet en Wonka, que se estrena este miércoles.

Timothée Chalamet en Wonka, que se estrena este miércoles. / ARCHIVO

Quim Casas

No lo vamos a comparar, en cuanto a literatos adaptados al cine, con William Shakespeare, Ernest Hemingway, Edgar Allan Poe, Jules Verne, Charles Dickens o Stephen King, pero la relación del novelista, poeta, cuentista y guionista británico Roald Dahl (1916-1990) con el cine resulta ya muy meritoria. La recién estrenada ‘Wonka’ se basa solo en el personaje principal de ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, una de sus obras más definitorias, publicada en 1964, y de la que ya se habían realizado dos versiones cinematográficas. 

El filme protagonizado por Timothée Chalamet –quien espera el estreno de la segunda entrega de ’Dune’ mientras se entretiene con muy divertidos sketches en el programa televisivo ‘Saturday night live’– es una precuela de lo narrado en ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, materia más que atractiva cuando a los guionistas de Hollywood, en huelga o no, manifiestan una cierta carencia de ideas originales.

De Dahl, un tipo de físico inquietante y transportable a algunos de sus relatos, siempre recordaremos en la pantalla grande o pequeña la extraordinaria historia de ‘Cordero para cenar’ (1958), episodio de la tercera temporada de la serie ‘Alfred Hitchcock presenta’ con guion suyo, en el que una mujer mata a su marido golpeándole en la cabeza con una pierna de cordero que después pone en el horno y da para cenar a los policías que deben encontrar la prueba incriminatoria del crimen. Almodóvar la reprodujo, con castiza pata de jamón, en una de las escenas cumbre de ‘Que he hecho yo para merecer esto’ (1984), de modo que la comedia negra y sádica de Dahl traspasa fronteras.

 Dahl supo ser en aquellos tiempos guionista de encargo y cuentista feroz. Su relación con el cine era extraña y sugerente a la par. Firmó el guion de la quinta película de James Bond con Sean Connery, ‘Solo se vive una vez’ (1967), y el de la comedia fantástica y familiar 'Chitty Chitty Bang Bang' (1968), que era, nada casualmente, la adaptación de otra novela del creador del agente 007, Ian Flemming. Hizo lo que pudo con materiales ajenos y alejados de su estilo. Ya puso más de su parte en ‘El enterrador nocturno’ (1971), inquietante y malsana historia entre una mujer madura y un joven jardinero, y empezó a ver como el cine se interesaba en su prolífica producción de relatos cortos y cuentos para niños… o no.

Porque lo que más le caracteriza es su forma de encarar la llamada novela infantil, que en su pluma siempre es otra cosa. De 1971 es también ‘Un mundo de fantasía’, primera adaptación de la historia fantástica y fantasiosa del joven Charlie Bucket y el maestro chocolatero Willy Wonka. Película tan curiosa como desconcertante, arriesgada y cumplidora a la par, tuvo en la interpretación de Gene Wilder, entonces comediante en las huestes de Mel Brooks, a un excelente y musical 'Wonka' que respeta, en la medida de las posibilidades de la época, el inquietante sustrato del relato original de Dahl.

Anjelica Huston en 'La maldición de las brujas', adaptación de un cuento de Roald Dahl.

Anjelica Huston en 'La maldición de las brujas', adaptación de un cuento de Roald Dahl. / EPC

Los retratos infantiles del escritor siempre han resultado particulares, mezcla de costumbrismo, perversión y mala uva; un Dickens posmoderno. El cine los ablandó con títulos como ‘Danny, campeón del mundo’ (1989), prosaico telefilme sobre la relación entre un niño huérfano y el padre viudo. Hasta que llegó ‘La maldición de las brujas’ (1990), una superproducción que nunca fue del agrado de Dahl por los cambios a los que fue sometido su texto, ‘Las brujas’, novela lanzada en 1983. El autor falleció medio año después del estreno del filme, así que no pudo protestar mucho más.

 Le habrían gustado bastante ‘James y el melocotón gigante’ (1996), dirigida por Henry Selick y producida por Tim Burton, sobre el viaje que realizan subidos al melocotón del título otro niño huérfano –la especialidad de Dahl– y sus amigos; y, especialmente, ‘Matilda’ (1996), en la que su director, Danny De Vito, se mostró muy inspirado al trasladar a la pantalla la imaginería más característica de Dahl con la rebelión de una niña dotada de ciertos poderes contra la sádica maestra de su escuela.

 Este peculiar mundo literario es transportable a algunas de las fantasías en forma de películas o relatos literarios –‘La melancólica muerte del chico Ostra’– de Burton. De modo que no fue ninguna sorpresa que en 2005 el director de ‘Bitelchús’ realizara una nueva aproximación a ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ con Johnny Depp en el papel protagonista. De Gene Wilder a Chalamet pasando por un siempre díscolo, y a veces histriónico, Depp, con música característica de Danny Elfman, un festival de colores y, en esencia, respeto hacia esta historia más morbosa de lo que el cine ha deparado sobre un niño de familia pobre que puede visitar la fábrica de chocolate de Willy Wonka y soñar con un mundo quizá mejor.

Burton volvió a poner de moda a Dahl, si es que alguna vez el ingenioso escritor ha estado fuera de onda. Wes Anderson se ha convertido en otro de sus fieles y conspicuos seguidores con el filme de animación ‘Fantástico Sr. Fox’ (2009) y los cuatro cortos disponibles desde hace unas semanas en Netflix, ‘La maravillosa historia de Henry Sugar’, ‘El cisne’, ‘El desratizador’ y ‘Veneno’, todos de 2023. Steven Spielberg lo adaptó en ‘Mi amigo el gigante’ (2016) –otra historia de niña huérfana relacionada con un ser fantástico, aquí un gigante de lo más bondadoso– y fue objeto de otra lectura transversal y racializada de ’La maldición de las brujas’ en ‘Las brujas de Roald Dahl’ (2020).

No todo serían parabienes en la carrera del cuentista. ‘Charlie y la fábrica de chocolate’ fue un éxito de ventas, pero también se le cuestionó cierta mirada racista en la configuración de los ‘oompa loompas’, los trabajadores de Wonka inspirados en los pigmeos africanos. En posteriores ediciones fueron transformados en una especie de enanos hippy, lo que tampoco solucionaba mucho el problema, y de esta guisa colorista y ‘fumeta’ aparecieron en la versión con Gene Wilder, mientras que en ‘Wonka’ solo hay un ‘oompa loompa’ y lo interpreta Hugh Grant.