Documental

Lollapalooza, el festival que vio nacer y morir el rock alternativo

La miniserie documental 'Lolla: The Story of Lollapalooza' explora los orígenes de aquel acontecimiento, el contexto histórico que lo condicionó y su posterior impacto cultural

Kurt Cobain se negó a actuar en la edición de 1994 de Lollapalooza por miedo a ser acusado de venderse. Se suicidó pocos días después.

Kurt Cobain se negó a actuar en la edición de 1994 de Lollapalooza por miedo a ser acusado de venderse. Se suicidó pocos días después.

Nando Salvà

A Jane’s Addiction le bastaron dos álbumes de estudio publicados a finales de los 80, ‘Nothing’s Shocking’ (1988) y ‘Ritual de lo Habitual’ (1990), para transformar el rock de forma radical. Tomando inspiración de referentes como Led Zeppelin, y The Doors, y Black Sabbath, y The Stooges, y The Velvet Underground, y David Bowie, y Bob Marley, y los Dead Kennedys, y The Germs, la banda californiana creó una música completamente distinta a todo lo anterior, ambiciosa y temeraria, estruendosa pero sensual y, gracias a las maneras de Perry Farrell -uno de los ‘frontmen’ más eléctricos de la historia-, también un poco ‘kitsch’. Y mientras tanto allanaron el camino de grupos asociados a etiquetas como ‘rock alternativo’ y ‘grunge’ como The Pixies, Nirvana, Smashing Pumpkins, Green Day y Pearl Jam. 

Los miembros de Jane’s Addiction, eso sí, no se aguantaban los unos a los otros, y en 1991 comprendieron que era hora de separarse. Pero, en lugar de hacerlo a gritos, decidieron montar una gran fiesta, que inmediatamente se convirtió en festival musical de referencia, plataforma para el arte ‘underground’ y el activismo e icono de la Generación X. Acaba de presentarse en el Festival de Sundance ‘Lolla: The Story of Lollapalooza’, miniserie documental que explora los orígenes de aquel acontecimiento, el contexto histórico que lo condicionó y su posterior impacto cultural.

Fue concretamente Farrell quien, adaptando el modelo de festivales británicos como el de Glastonbury y el de Reading, ideó lo que en principio iba a ser tan solo una gira de despedida para la banda y que a la vez funcionaría a modo de escaparate de sus músicos favoritos del momento; también fue él quien eligió el nombre del evento: Lollapalooza, que significa “algo o alguien maravilloso.... y una piruleta gigante que gira”, explica en un momento del documental. Para acompañarse de ellos en el cartel reclutó a nombres como Living Colour, Henry Rollins Band, The Butthole Surfers, Ice T y su grupo de ‘metal’ Body Count y Siouxsie and the Banshees; los Pixies rechazaron la oferta de participar. “Fue algo mágico, aún no me explico lo que sucedió”, comenta en el documental Trent Reznor, líder de la banda de rock industrial Nine Inch Nails, para la que esa primera edición fue una rampa de lanzamiento a la estratosfera.

Dirigida por Michael John Warren -en su haber tiene sendos documentales sobre Nicki Minaj y Jay-Z- y vehiculada a través tanto de fragmentos televisivos e imágenes de archivo de actuaciones en directo como de una sucesión de bustos parlantes, ‘Lolla’ se toma su tiempo para demostrar hasta qué punto, a través de un extenso repertorio de propuestas extramusicales y actividades en pro del control de armas y contra la censura, Lollapalooza sirvió también para canalizar la rabia contra las instituciones y la frustración que la juventud norteamericana sentía a principios de los 90; y en el proceso, de forma implícita, trata de establecer paralelismos entre el desencanto que sufría en su día la Generación X y el que sufre ahora la Generación Z.

El éxito apabullante de aquellos conciertos hizo que la conversión de Lollapalooza en una cita anual se volviera prácticamente inevitable. Y cuando se celebró su segunda edición, todo había cambiado. Si la mayoría de los músicos que participaron en la primera eran aún unos desconocidos, pocos meses después de su celebración la escena alternativa estadounidense ya había eclosionado, e inmediatamente el festival empezó a dedicarse menos a sacar del ‘underground’ a bandas como Rage Against The Machine y Alice in Chains que a servir de escaparate a otras ya instaladas en el ‘mainstream’ como Red Hot Chili Peppers o Pearl Jam, prestando una atención claramente insuficiente a los grupos femeninos y afroamericanos.

El cartel de la edición de 1994 estuvo encabezado por nombres tan consagrados como The Beastie Boys y Smashing Pumpkins, y Nirvana también habría formado parte de él de no ser porque su líder, Kurt Cobain se negó a ello por miedo a ser acusado de venderse. Se suicidó pocos días después de la celebración del festival. 

Aquel año empezaron a hacerse oír las voces de quienes acusaban a Lollapalooza de ponerse al servicio de las grandes discográficas; en 1996, cuando se anunció que el repertorio de artistas de la sexta edición estaría encabezado por Metallica -convertidos gracias a su disco ‘Black Album’ en grupo de radiofórmula- se volvieron ensordecedoras.

Demasiado dinero destruye el arte”, se oye decir en un momento de ‘Lolla’ a Farrell, que en 1997 reunió a Jane’s Addiction y que desde entonces ha seguido publicando discos y dando conciertos al frente de la banda, no tanto porque tuviera algo interesante que contar como para seguir sacando provecho de la marca. Hoy, Lollapalooza es un acontecimiento multinacional, que se organiza anualmente en Chicago y además ha celebrado diversas ediciones en ciudades como Santiago de Chile, São Paulo, Buenos Aires, Berlín, Estocolmo y Mumbai. En su edición de 2023, entre otros artistas, participaron Billie Eilish, Red Hot Chili Peppers, Lana Del Rey, 30 Seconds to Mars y Shaquille O’Neal.

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