Virginia Froilán: "Cuando se muere un hijo, todo se destruye"

Madrileña con vínculos en Alicante, Virginia Froilán perdió a su hijo de 4 años en 2018 por la caída de un árbol en el Retiro y ahora publica el libro "Mamá, eres el amor de mi vida" contando su experiencia en el duelo

Virginia Froilán del Valle

Virginia Froilán del Valle / INFORMACIÓN

África Prado

África Prado

Virginia Froilán (Colmenar Viejo, Madrid, 1979) murió el día que su hijo Darío falleció pero, como ella dice, siguió respirando. La escritora Elvira Lindo estaba junto a ella por casualidad cuando conoció la noticia, y escribió sobre ello. Ahora es ella la que revela su experiencia en un libro (Mamá, eres el amor de mi vida, Ediciones Luciérnaga) seis años después de su pérdida, para contar cómo salió de la oscuridad y volvió a respirar, ahora sí, con los pulmones llenos.

Le habrán hecho muchas veces esta pregunta, pero ¿cómo está?

Demasiadas, y hace años no era nada fácil poder responderla sin derrumbarme aún más, sobre todo por dentro. Hoy en día, me encuentro en un estado de tranquilidad que me permite seguir avanzando en la vida e ir afrontando cada momento desde una actitud de confianza y gratitud. Agradezco haber podido llegar a este estado de serenidad después de haberlo llorado todo, después de haber sufrido más allá de lo imaginable. Ahora confío en la vida, en lo que va sucediendo en ella y en mis posibilidades para poder afrontarlo con la paz que he sido capaz de rodearme en todo este tiempo.

Su hijo Darío murió de forma inesperada en 2018. ¿Recuerda ahora ese día más que entonces?

Ese día nunca se olvida. Ese día lo cambió todo. Dentro de un mes se cumplirán seis años desde la partida de mi hijo y ese momento siempre está presente para recordarte el camino que has recorrido y comprobar que, a pesar de todo lo vivido, hay avances. Ese día 24 de marzo fue el último día en el que físicamente abracé y besé a Darío y fue el inicio de una transformación total de mi personaje y de la manera de vivir mis días.

En el libro cuenta que ese día usted murió, pero seguía respirando...

Ese día morí junto a Darío, todo se derrumbó y sólo quedaron añicos. Y es algo que no puedes sostener, entras en una confusión aterradora porque todo tu ser se descompone absolutamente. Sí, continúas en la vida porque sigues respirando y hasta ese hecho duele. Este es el punto de partida en la lucha que tenemos por delante todos aquellos padres que tenemos que despedir a nuestros hijos antes de tiempo, antes de lo que hubiéramos deseado, antes de morir nosotros.

Elvira Lindo escribió un artículo sobre este suceso. ¿Le sorprendió, lo agradeció?

No fui consciente de ese hecho hasta días después de su publicación. Cuando tuve la oportunidad de leerlo quise agradecérselo porque sentí que cada una de sus palabras contenían muchísima ternura por mi hijo y por mi familia. Hoy siento un cariño muy especial por Elvira, por su generosidad y su valentía por haberse atrevido a acercarse a mi historia y haber estado cerca cuando la he necesitado.

¿Fue eso el germen de esta obra?

En aquellos momentos, cuando escribió el artículo, me pareció un lindo homenaje a Darío y, más tarde, cuando comencé a escribir el libro me ayudó a encajar varias piezas de lo vivido en ese día. Sin duda, ha sido un pilar fundamental en la creación de este libro, un gran apoyo que siempre me ha animado a continuar hacia adelante y a confiar en mí.

Antes de escribir el libro, necesitaría tiempo, terapia y cariño. ¿Cómo fue?

Me cuesta hablar de necesidades porque como he dicho anteriormente cuando se muere un hijo, todo se destruye. Y has de comenzar a reconstruirte desde cero. Cuando se te desgarra el corazón y el alma no puedes hablar de necesidades y te mueves por la vida sin ser muy consciente de qué día es ni de dónde estás. Sin embargo, y hablo de ello en mi libro, sí existen varios caminos que pueden ir devolviéndote poquito a poco a la vida y donde se encuentran, como has dicho, el tiempo, la terapia y el cariño, entre otros. El tiempo bien empleado en ir abrazando el sufrimiento que padeces, la terapia cuando conectas de corazón con los psicólogos que intentan ayudarte y el cariño desinteresado y sin condiciones. Es importante que, en cualquier ámbito en el que nos movamos, nadie aconseje, nadie juzgue y nadie se ponga en nuestro lugar para que realmente sirvan de ayuda.

"Es importante que nadie aconseje, nadie juzgue y nadie se ponga en nuestro lugar"

¿Le ha costado mucho poner por escrito sus sentimientos?

Para nada, es un libro lleno de amor. Al principio comencé a escribir porque sentí la necesidad de ordenar todo el torbellino de pensamientos y emociones que tenía en mi cabeza y me dificultaban hasta respirar. Y de esta manera fui rodeándome de los sentimientos que iba despertando según avanzaba con la escritura. Sentir con intensidad que el amor de Darío siempre ha estado presente y disponible y descubrir el camino para acercarme a él.

Los libros de autoayuda (como está calificado este) suelen estar denostados por quienes no los utilizan. ¿A usted le han ayudado a vivir?

Durante mi proceso de duelo me convertí en una lectora incansable porque necesitaba encontrar respuestas a lo que me iba sucediendo, a todos los niveles. Leí sobre el duelo, aunque me costó encontrar obras enfocadas únicamente a la pérdida de un hijo, devoré libros sobre espiritualidad que me acercasen a encontrar un sentido a mi existencia y conseguí despertar un amor maravilloso en los libros que habían sido escritos por otras madres que habían perdido un hijo. Todos ellos, sin excepción, me han servido de ayuda, han sido un punto de apoyo para situarme de nuevo en la vida y, lo más importante, muchos de ellos me han ayudado a confiar en mí y reconocer que lo que me iba sucediendo era lícito y normal y que no me estaba volviendo loca. Ojalá mi libro pueda servir de ayuda a otras personas. Humildemente, reconozco que yo hubiera necesitado un texto así en mi camino, me hubiera facilitado este proceso llenándome de esperanza y amor.

"Duele que te digan que ya has llorado suficiente, duele que te insistan en que tienes otra hija a la que cuidar"

Dice que ni siquiera quienes pasan por un trauma parecido pueden ponerse en su piel. Sin embargo, la mayoría de las personas intentan hacerlo. ¿Eso a veces duele?

Eso perjudica siempre. Tendemos a dar consejos desde el más absoluto desconocimiento y en una situación como esta no es admisible. Debe reinar el más absoluto respeto hacia los padres, a su manera de vivir el duelo y a sus tiempos. Debe darse un acompañamiento respetuoso, sin volcar expectativas de ningún tipo. Y no es tan difícil, simplemente hay que dar amor, en forma de abrazos, de miradas, coger a una madre o a un padre de la mano y permanecer a su lado, respirando juntos. Duele que te digan lo que te vendría bien o mal, duele que te digan que ya has llorado suficiente, duele que te insistan en que tienes otra hija a la que cuidar y todo esto duele porque son frases insustanciales porque nadie sabe lo que se sufre con la pérdida de un hijo hasta que no se pasa por ello. Es algo inimaginable y, aunque con buena intención las personas intenten ayudar, este no es el camino.

La autora del libro "Mamá, eres el amor de mi vida"

La autora del libro "Mamá, eres el amor de mi vida" / INFORMACIÓN

Apunta algunas herramientas que le han ayudado "a llenar los pulmones". ¿Cuáles son?

Con el tiempo aprendí a reconocer qué cuidados podía proporcionarme para ir ganando batallas a esta lucha inhumana. Aprendí a utilizar la respiración de manera consciente y que esta me ayudase a controlar los momentos de mayor angustia y ansiedad. Aprendí a relajar mi cuerpo para que dejase de doler y conseguir tener momentos de descanso donde poder reparar tanto dolor soportado. Aprendí que gracias a la meditación podía establecer una conexión maravillosa con mi ser y desde ahí con Darío. Y llegó un momento en el que reconocí que con la práctica constante de este tipo de hábitos, los beneficios que iba obteniendo eran grandiosos. Y, hoy en día, estas rutinas forman parte de mí, porque me proporcionan el bienestar que necesito para afrontar cada nuevo día.

Extrae también buenas experiencias de su proceso. Cuente alguna.

Cuando no tienes más remedio que reconstruirte de manera íntegra y llega un momento en el que eres capaz de abrazar tu dolor, se produce la magia: dejas de luchar contra lo que no puedes cambiar y empiezas a elegir quién quieres ser. No es nada fácil llegar hasta aquí pero sí es posible. Ahora hablo desde la tranquilidad del momento en el que me encuentro actualmente, pero he pasado un auténtico infierno. Cuando puedes situarte en este punto, reconoces el amor verdadero y te sientes agradecida por ello. Amo mucho más que antes, agradezco a la vida que me haya acercado a personas de buen corazón, a las nuevas relaciones que han aparecido después de la muerte de mi hijo y a todos los que han permanecido a mi lado y conservan el amor de Darío en sus corazones. También comienzas a amarte a ti misma como nunca antes lo habías hecho, a reconocerte, a cuidarte, a respetarte y a iniciar una relación contigo bastada en el autoconocimiento, el respeto y el amor, y este es otro de los grandes regalos que me ha proporcionado Darío.

¿Puede ya vivir con la muerte de su hijo?

Siempre digo que yo he renacido. Cuando la vida te sitúa en este punto donde tienes que afrontar la muerte de un hijo mueres, pero tu vida continúa. No soy la misma persona, mi percepción de la vida y lo que sucede en ella ha cambiad completamente y también el sentido de la muerte. El miedo a la muerte desaparece por completo, sabes que todos vamos a morir y que ese momento es indeterminado y vives tu vida con esta certeza muy presente unida a mi convencimiento a que la muerte no es el fin de nuestra existencia. Teniendo en cuenta esto, no vivo con la muerte de mi hijo porque Darío sigue formando parte de mi vida, de mis días y sigo sintiéndome su madre. Nuestra limitación es que no podemos tocarnos físicamente, pero Darío sigue estando en mí y en su familia. Y todos a nuestra manera sentimos un amor vivo por y hacia él.

¿Recuerda cuándo volvió a sonreír o nunca dejó de hacerlo?

Sí, dejas de sonreír, todo tu mundo se vuelve negro y oscuro, pero llega un día en el que la sonrisa vuelve a aparecer en tu cara. Guardo un precioso recuerdo de la primera vez que sonreí sin sentir culpabilidad y siendo un gesto espontáneo nacido del corazón, y fue a mi hija Gaby. En ese momento se produjo algo muy bonito entre las dos, ella iluminó su cara al verme sonreír de manera sincera y natural y yo desperté aún más mi amor por ella al ver su carita llena de asombro. 

¿El título es una frase de su hijo?

Sí, es una frase de Darío dos días antes de su muerte. Con una sonrisa preciosa en su cara, me dijo: “Mami, preciosa, eres el amor de mi vida, no lo olvides nunca”. Y no lo he hecho, no lo he olvidado, vivo mis días teniéndolo presente, tanto a Darío como a su amor eterno. Un amor que ha sido la fuerza que me ha impulsado en mi camino, la que me ha levantado en los peores momentos y la que consigue hacer latir mi corazón y despertar el deseo de aprender a vivir de nuevo.