Fútbol

Un año de la final de Qatar 2022: el Mundial en que Messi 'maradoneó'

Así vivieron algunos de sus protagonistas, como Lionel Scaloni o 'Dibu' Martínez, la final del Mundial que ganó Argentina a Francia en la tanda de penaltis

Leo Messi, rodeado de aficionados argentinos, tras ganar el Mundial de Qatar 2022

Leo Messi, rodeado de aficionados argentinos, tras ganar el Mundial de Qatar 2022 / EFE

Fermín de la Calle

Lionel Scaloni llamó a su habitación a Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala. "Vamos a cambiar la rutina. Los jugadores no sabrán el once hasta mañana en la charla previa al partido". Atendía así un consejo del 'Muñeco' Gallardo que le rondaba la cabeza hacía días. Algo que el técnico de River le advirtió un día: "Si quieres tener al grupo conectado, no des el equipo que va a jugar hasta el último momento. Además, te ahorras leer el once en la prensa la mañana del partido". Argentina venía de perder sorprendentemente con Arabia Saudí (1-2) y de ganar agónicamente a México (2-0) en un partido cargado de tensión que no se desatascó hasta pasada la hora. Y llegaba el duelo ante Polonia. El técnico se lo comentó a Messi, como capitán y líder espiritual del grupo, y el exazulgrana lo asumió como una buena decisión y le respaldó. 

No fue un día cualquiera. Reunió a los futbolistas y dio el once, el primero en el que alineó un mediocampo con De Paul, Enzo y Mac Allister acompañando arriba a Messi con Di María y un Julián Álvarez que empujaba desde el banquillo con fuerza. Ningún medio de comunicación descubrió el plan de Scaloni y fue el primer partido que Argentina ganó plácidamente, después de enlazar más de 800 pases y celebrar dos goles, de Mac Allister y Julián Álvarez, las dos grandes apuestas del seleccionador en el once.  

El seleccionador impensado

Scaloni, el seleccionador impensado, encontró de repente un ecosistema en el que Lionel Messi estaba cómodo. A sus 36 años, Lionel sumaba 17 temporadas vistiendo la zamarra albiceleste, a veces camisa de fuerza otras túnica de seda. Debutó alocadamente en el Mundial Sub-20 en 2004, con el apuro de que no se lo llevara España, estrenándose en agosto de 2005 con la absoluta ante Hungría. Tres balones tocó, forcejeando en el tercero con el magiar Vilmos Vanczak, que lo agarró y al sacárselo de encima lo golpeó y vio la roja. Un debut premonitorio de lo difícil que sería el camino. Pero Leo nunca perdió la fe. 

En Alemania 2006 marcó su primer gol mundialista. En Sudáfrica 2010 se reunieron D10s y el Profeta, al dirigirle Diego Armando Maradona. Brasil, en 2014, fue el primero que alimentó la expectativa de volver a salir campeón, tras caer en la final ante Alemania con Alejandro Sabella al mando y anotando cuatro goles. Y en Rusia 2018 sufrió un Mundial tumultuoso con la crispación de Sampaoli, quedando eliminados en octavos en un partido loco (3-4). 

Messi confía en Scaloni. Le gusta su cercanía y su forma directa de tratar los asuntos. Hijo de Ángel Scaloni, 'Chiche' para todos en Pujato, Lionel aprendió lo que sabía de fútbol de su papá, quien entrenó a los chicos del pueblo. Lateral o volante generoso en el esfuerzo pasó por la cantera de Newell's antes de saltar a Estudiantes y terminar en el Deportivo convertido en leyenda de los coruñeses. Scaloni, que conoce como pocos los códigos, siempre fue un tipo práctico y determinado a la hora de afrontar problemas y arreglarlos. Escuchó a Carlo Ancelotti confesarle a Jorge Valdano que su trabajo consistía "esencialmente en organizar la defensa y liberar al ataque". Y lo llevó a la práctica esta Argentina que caminaba por el Mundial. Había perdido por lesión a Lo Celso, Nico González y Joaquín Correa. Lautaro Martínez llegó a Catar peleado con el gol y tras la derrota inicial relevó a 'Cuti' Romero y a Paredes porque el equipo no fluía con naturalidad. Dio galones a Enzo Fernández, Mac Allister y Julián Álvarez, y a un Di María crepuscular le mantuvo la fe "porque era el diferente, el jugador total que pisaba las dos áreas". 

Messi 'maradonea'

Los octavos ante Australia volvieron a ser agónicos, con una parada del 'Dibu' Martínez a Kuol en la última jugada que hizo buenos los goles de Messi y Álvarez (2-1). Más sufrieron ante los Países Bajos de Van Gaal, al que Messi se encaró al final de un encuentro que fue una batalla. Las declaraciones previas del holandés caldearon el ambiente y todo saltó por los aires en el minuto 90, cuando Paredes cometió una dura entrada sobre Aké y después lanzó un balonazo al banquillo neerlandés, lo que desató una tangana. Para entonces el partido ya se le había ido de las manos al sobreactuado Mateu Lahoz, cuya condescencia terminó por enfadar a argentinos y oranjes. El encuentro se resolvió en los penaltis con la aparición de un 'Dibu' que comenzaba a crecer. 

Esa victoria catártica escenificó lo que significa el fútbol para los argentinos. Fue el día que le falló el corazón al periodista estadounidense Grant Wahl, extendiéndose rápidamente la hipótesis de que había sido envenenado por el Comité organizador por sus ideas liberales y su apoyo a los colectivos LGTBi. Wahl pasó varias meses en Argentina dejándose ver en los ambientes futbolísticos mientras trabajaba en su tesis de fin de carrera de Periodismo en Princeton: 'La influencia del fútbol en la vida de los argentinos'. Tarea inabarcable. Van Gaal encendió, sin saberlo, el volcán aquella noche en la que 46 millones de argentinos descifraron aquel triunfo como una señal. 

El pragmatismo de Scaloni, equidistante entre el menottismo gongoriano y el bilardismo de Quevedo, unió al grupo. "El mérito es saber jugar el partido que toca en cada momento. El fútbol es uno solo, el fútbol es esto: cuando hay que poner, se pone. Cuando hay que jugar lindo, se juega lindo. Y cuando hay que defender, se defiende. No hay un solo fútbol, es todo: saber defender, saber atacar, saber afrontar lo que te pide cada partido. Incluso con jugadores de buen pie que si se tienen que poner huevos, se los ponen". 

La semifinal citó a la albiceleste con los croatas, cuyo mediocampo, con Luka Modric al mando, deslumbraba. "Cuando les pasas la pelota", apuntó divertido el defensa Borna Sosa, "es más seguro que tener tu dinero en un banco". Scaloni dio otra vuelta de tuerca al sentar a Di María y apostar por un cuarto centrocampista, Paredes, para hacer frente a la medular croata. La semifinal arrancó con "el temor del desgaste del partido ante Países Bajos". Sospechas que se confirmaron cuando se produjo el momento más crítico del Mundial. A los 18 minutos Messi se frenó, se echó la mano a la parte posterior del muslo izquierdo y un temblor de tierra recorrió Argentina, desde Jujuy a Ushuaia. Se agachó para estirar el músculo. Sintió un dolor, pero no regaló ni una mirada al banquillo. Estiró, ganó tiempo en cada pelota parada y fue readaptándose al partido con el modo ahorro de energía activado. "Fueron minutos de pánico porque no sabíamos qué le pasaba. No decía nada, pero era evidente que algo le pasaba. Pero decidió seguir y fue tranquilizando a todos", confiesa Scaloni.  

Un cuarto de horas después Livakovic derribó a Julián Álvarez y Messi tomó la pelota para lanzar el penalti. El rosarino sacó un obús y explotó de alegría espantando los fantasmas de la lesión. Algo que se confirmó al regresar del descanso con normalidad. A ritmo bajo, pero teniendo protagonismo, Messi lideró al equipo en un duelo en el que Argentina desarboló a los croatas. Y entonces ocurrió... Corría el minuto 58 cuando Messi recibió un pase en la derecha perseguido por Gvardiol, frenó al llegar al borde del área y quedó de espaldas al marco. Balanceó su cuerpo amagando arrancar por dentro, movimiento que le compró el central croata. Pero Messi entonces se rehizo de su amago y le ganó la línea de fondo llegando a ella para ponerla atrás, donde apareció Julián Álvarez para marcar. Messi 'maradoneó' a Gvardiol y Argentina ganó (3-0) aterrizando eufórica en su sexta final ante Francia, la de Mbappé y Griezmann, a la que debía una revancha del Mundial anterior.  

En las manos del 'Dibu'

Contaba el Papá Francisco, 'cuervo' declarado, un viejo chiste que decía que los argentinos se suicidan subiéndose a su ego y lanzándose al vacío. Por lo que la denominación de "la Final de todos los tiempos" lejos de grandilocuente es hasta tibia. Porque además lo fue. La primera parte fue muy tensa y Argentina desde el principio quiso marcar terreno, sobre todo con Kylian Mbappé. 'Dibu' Martínez lo recuerda así: "Yo sabía la debilidad del 'Cuti' Romero. Recuerdo que en la primera jugada le fue con los dos pies a Mbappé. Agarró la pelota y todo. En el entretiempo lo agarré de la camiseta y le dije: 'Te llegan a echar y te cago a piñas después del partido'". 

Scaloni volvió a sorprender a todos al dar el once una hora antes del partido ante Francia. Los medios fueron unánimes: tras la exhibición ante Croacia repetiría once... "Teníamos claro que Di María iba a jugar a la izquierda, pero no se lo dijimos a ellos hasta una hora antes. Hoy se sabe todo al momento con un mensaje y podía ser contraproducente. No dimos ventaja a nadie. Lo que queríamos era estar agazapados cuando ellos la tenían y al recuperarla terminar siempre por el lado de Di María para que atacase con todo a Koundé, que estaba fuera de sitio en el lateral", revela Scaloni meses después. 

El 'Dibu' Martínez evita el gol de Kolo Muani.

El 'Dibu' Martínez evita el gol de Kolo Muani. / DPA

La maniobra le salió bien, hasta el punto que el segundo gol fue exactamente la jugada que el de Pujato dibujó en la pizarra una hora antes del partido con Di María llegando al espacio para marcar. Pero no contaban con Mbappé, que en dos minutos convirtió el 2-0 en 2-2. El primero transformando un penalti ingenuo de Otamendi y el segundo con una volea catedralicia que se convirtió en el remate más potente del torneo (123 kilómetros por hora). Después los dos jugadores mayúsculos del Mundial, Messi y Mbappé, marcaron para dejar el empate a tres. Y llegó el minuto 123 y la jugada que marcó el torneo. Una contra francesa dejó a Kolo Muani solo ante 'Dibu' Martínez. El francés optó por pegarle duro y abajo, pero el meta argentino sacó la pierna izquierda como si fuera un partido de balonmano, desviando el tiro cuando ya se marcaba el gol. La mejor parada de la historia de los Mundiales, junto a aquella milagrosa de Gordon Banks al remate de Pelé. "Pensaré en esta oportunidad por el resto de mi vida. Se convertirá en parte de mí. Debo seguir con mi vida. Todos los delanteros han fallado oportunidades en su vida. No puedo bajar la cabeza. Tengo que seguir así y seguir luchando", declaró Kolo Muani, elevado a los junto a Barboza, el portero de Brasil del 50 que perdió con Uruguay en Maracaná.  

Luego Dibu terminó de agigantar su leyenda en la tanda de penaltis y Argentina se llevó la Copa del mundo en la tanda de poenaltis, donde evitó los tantos de Conan y Tchouaméni mientras sus compañeros anotaban todos los goles. La abiceleste, 36 años después, volvía a proclamarse campeona del mundo con Messi recogiendo el testigo de Maradona y Lionel Sebastián Scaloni entrando en el Olimpo del fútbol argentino junto a Cesár Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo. Quién se lo iba a decir al hijo de Chiche. El seleccionador impensado.