Los miles de conductores que el pasado fin de semana aprovecharon el levantamiento del estado de alarma para realizar la primera escapada lo habrán notado en el bolsillo. Tras haberse desplomado durante los meses del confinamiento, cuando el consumo llegó a caer hasta un 80%, el precio de los carburantes no ha dejado de crecer de forma constante desde el pasado otoño, coincidiendo con el anuncio de las primeras vacunas, y ya supera ampliamente el nivel anterior a la pandemia.
En concreto, según la información que recoge diariamente el Ministerio de Transición Ecológica, los precios medios que marcaban los surtidores el pasado miércoles -el último día con datos disponibles- son los más elevados desde mayo de 2019.
Así, el litro de gasoleo A, el combustible más utilizado, se paga en estos momentos a 1,218 euros, lo que supone un 13% más a que principios de año, y un 26% más del mínimo que se registró hace justo un año. Y lo mismo ocurre con la gasolina 95, que marca un precio medio de 1,359 euros, frente a los 1,078 de 6 de mayo de 2020.
Claro que la situación era entonces muy distinta, con el crudo en caída libre ante la falta de demanda y las grandes petroleras alquilando buques para almacenar en alta mar los barriles que ya no les cabían en sus reservas en tierra firme.
El recorte de producción que se aprobó entonces para evitar que las compañías tuvieran que regalar el petróleo -algunas llegaron a pagar por deshacerse de él en momentos puntuales- está detrás de parte de este aumento del precio en los surtidores. Pero, sobre todo, lo que más ha influido son las perspectivas de recuperación de las grandes economías mundiales -con Estados Unidos y China a la cabeza- ante el avance de la vacunación, como explican desde la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), la organización que agrupa a las grandes compañías del sector que operan en el país, como Repsol, Cepsa, Galp o BP, entre otras.
«Aunque está vinculada, el precio del gasóleo y la gasolina no dependen solo de la evolución del crudo, sino de la cotización que alcanzan estos carburantes en los mercados mayoristas internacionales de referencia, que en nuestro caso están en Roterdam y Genova», explica la portavoz de la patronal AOP, Inés Cardenal. Unos mercados que ahora lo que reflejan son las previsiones de rebote de la economía en los próximos meses.
Desde la Unión de Consumidores de la Comunidad Valenciana también apuntan a la recuperación de la actividad como la principal causa de esta subida, pero piden vigilancia para evitar que las compañías aprovechen la ocasión para resarcirse del descenso de ventas del año pasado. En cualquier caso, el secretario general de esta organización, Vicente Inglada, también recuerda que los planes para descarbonizar la economía provocarán que el precio de los carburantes sea cada vez mayor en los próximos años para desincentivar el uso del vehículo privado, pero pide que haya alternativas asequible de transporte público.
Por lo que respecta al consumo, tras la caída a plomo que se produjo en los meses del confinamiento -que llegó al 80% en la provincia, en el caso de la gasolina, y al 60% en el gasóleo-, las cifras empezaron a recuperarse a partir del mes de junio con el inicio de la desescalada. Aún así, desde entonces se han mantenido entre un 10% y 20% por debajo de lo habitual y sólo una vez superada la tercera ola parece que la situación empieza a normalizarse.
Así, los últimos datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES) indican que en marzo -el último dato disponible- se consumieron en Alicante 16.142 toneladas de gasolina 95, lo que supone ya un aumento sobre las cifras del año pasado, pero todavía un 7% menos que en la misma fecha de 2019. En el caso del gasóleo A fueron 54.665, también más que en 2020 -hay que tener en cuenta que la mitad de ese mes ya fue de confinamiento-, pero un 2% inferior a la cifra de 2019.
Más de 30 céntimos de diferencia entre surtidores de la zona
Aunque a veces no compensa el desplazamiento, en ocasiones un pequeño desvío para repostar en determinado surtidores puede suponer un ahorro notable. Así, las diferencias entre las distintas gasolineras de la provincia pueden llegar a los 30 céntimos entre la estación de servicio más cara y la más barata de la provincia; y en el caso del gasoil supera los 31 céntimos. A la hora de llenar el depósito puede suponer un ahorro de 17 euros.
