Pagos

El bum del datáfono pasa factura al pequeño comercio

Las transacciones efectuadas vía tarjeta aumentaron un 21% en 2022 / El ‘adiós’ al dinero físico reduce los márgenes de beneficio de los negocios canarios

Federico Amaretti cobrando con una TPV.

Federico Amaretti cobrando con una TPV. / Andrés Cruz

Néstor Santana

Las carteras de los canarios cada vez pesan menos y muestra de ello son los últimos datos del Banco de España. El número de operaciones efectuadas con el datáfono, conocido en la actualidad como terminal de punto de venta (TPV), aumentaron de forma interanual a nivel nacional un 21% durante 2022. En otras palabras, se realizaron 7.000 millones de transacciones bancarias a través de esta vía por un valor de más de 230.000 millones de euros. Este fenómeno, la digitalización de los pagos, afecta sobre todo a los pequeños comercios, donde la calderilla, que hasta ahora era el método dominante, ha sido sustituida por el plástico que ofertan las empresas de servicios financieros y claro, esto conlleva pros, pero también contras para los propietarios.

Desde el smartphone hasta la tarjeta de crédito o débito pasando por el reloj inteligente. Sacar efectivo del cajero es una acción cada vez más inusual, lo que deja a billetes y monedas fuera de juego y reduce los márgenes de beneficio del vendedor. En especial con la llegada de la pandemia, cuando muchos pequeños comercios se vieron obligados a implantar el contactless (pago sin contacto) para no perder ventas.

Pagar con tarjeta implica que, una vez el banco acepta la compra, este se lleva un porcentaje de la operación, lo que se llama de forma técnica tasa de descuento, pero que coloquialmente se conoce como comisión.

A la hora de cerrar un acuerdo con la entidad, la empresa que desea instalar una TPV puede elegir entre dos tipos de contrato. ¿Cuáles? Pagar una cuantía fija al mes o una variable en función de las ventas. En palabras del presidente de la Asociación de Empresarios de la Zona Triana de la capital grancanaria, Carlos Bethencourt, los comercios con una tarifa plana (cuantía fija) son «los que están más contentos». Esta modalidad es la más utilizada por los pequeños comercios con una cifra de ventas modesta. Sin embargo, la entidad bancaria incluye un tope anual de ingresos provenientes del datáfono y si el establecimiento lo rebasa, puede ser penalizado.

Por eso, Bethencourt subraya que los comercios donde gran parte de las transacciones, en torno al 80%, se producen en efectivo se han resistido a ofertar el pago vía datáfono. Más aún porque cuanto mayor es el número de transacciones realizadas por este método, mejores condiciones se pueden acordar con el banco. Esto lo «sufren mucho» papelerías, estancos, sandwicherías e incluso tiendas de duplicado de llaves. «No les sale rentable que por un euro cobrado con datáfono el banco se lleve un 5% o 10%», recalca el representante de los empresarios de Triana.

Por su parte, el presidente de la Federación de Áreas Urbanas de Canarias (Fauca), Abbas Moujir, asegura que el contactless es más fácil, seguro y cómodo para tiendas y hostelería. «Ya está normalizado cobrar un cortado con tarjeta, aunque algunos bares o cafeterías todavía tienen un mínimo como de cinco euros», relata Moujir, y añade que el coste adicional que generan estas transacciones «ha bajado mucho en los últimos años».

Moujir asegura que el 'contactless' es más fácil, seguro y cómodo para tiendas y hostelería

En contraposición, los establecimientos con un contrato de tarifa variable pagan un porcentaje de cada servicio o producto cobrado por medio de la terminal de punto de venta al banco, por tanto, la cuantía mensual depende del número de ventas y el importe de las mismas. Esta modalidad es más común entre las compañías que manejan cifras grandes de facturación.

Menor tasa, mayor ingreso

A lo largo del año pasado los bancos ingresaron cerca de 895 millones por el uso del datáfono en las tiendas, una cifra voluminosa sabiendo que son 150 millones adicionales en comparación con lo que se generaba hace dos décadas cuando, como indica Moujir, las comisiones eran cuatro veces más altas. Desde 2002 hasta el cuarto trimestre de 2022 la tasa general media de descuento por cada venta pasó del 1,59% al O,37%. Es decir, por cada compra de 100 euros las entidades cobraban hace 20 años 1,59 euros y ahora 0,37 céntimos.

No obstante, cada sector es un mundo. Mientras que a las agencias de viajes se les aplicó en el cuarto trimestre de 2022 una comisión media del 0,61%, la del comercio minorista fue del 0,40%, la de supermercados, 0,38%, y la de droguerías y gasolineras, 0,34% y 0,33%, respectivamente, según el estudio elaborado por Sistemas de Tarjetas y Medios de Pago. En la otra cara de la moneda, las grandes superficies tuvieron una tasa media del 0,23%, la más baja de todas.

Se habla de cifras medias porque el tipo de vínculo que existe entre el negocio y el banco también repercute en la variación del porcentaje, explica el presidente de Fauca. «Es una lucha abierta, por eso intentamos agrupar al máximo de empresarios para negociar», señala Bethencourt sobre el esfuerzo que implica alcanzar un buen acuerdo con los bancos, y agrega que las ofertas que muchas veces ofrecen estas entidades a los empresarios «cambian de condiciones» a los meses o al año de firmarse el contrato por no tener permanencia. Una «triste realidad» que evidencia lo complicado que es conseguir unas buenas condiciones que se mantengan en el tiempo. A esta dificultad, el presidente de la Zona Triana suma que cada firma es distinta y no todas poseen el mismo poder de negociación. Por ejemplo, una franquicia tiene mayores probabilidades de alcanzar un buen acuerdo con una compañía de crédito que un pequeño comercio.

Bethencourt señala que los empresarios de Triana se han unido para negociar con los bancos

Si la tasa disminuye, ¿por qué la banca obtiene mayores ingresos? Se debe a que durante estas dos décadas las compras a través de terminales de puntos de venta han crecido de forma descomunal, un 645%. Ya no es que el horizonte quede libre del riesgo de pérdidas, sino que el aumento de los ingresos supera el 20%.

Dentro de las distintas categorías de tasa de descuento media en función del volumen de ventas, las de bajo importe son las más elevadas. Estas modalidades comerciales incluyen aquellas compras cuyo importe medio vía tarjeta de pago no excede de los 15 euros y cuyos precios, normalmente, están condicionados por un determinado marco regulatorio. Algunos ejemplos son el transporte urbano como guaguas o tranvía, metro, cercanías, parkings o cabinas telefónicas, con una comisión que asciende hasta el 0,68%.

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  • Las transacciones a través del datáfono aumentaron un 21% de forma interanual a nivel nacional durante 2022. En total se realizaron 7.000 millones de operaciones por esta vía.
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  • Los bancos ingresaron el año pasado por el uso del contactless en las tiendas cerca de 895 millones de euros, 150 millones adicionales en comparación con lo que se generaba en 2002.
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  • La tasa general media de descuento, es decir, la comisión que las entidades se cobraron por cada venta en 2022 se situó en el 0,37%. Hace dos décadas esa cifra era del 1,59%.
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  • Los pagos con tarjeta han aumentado en los últimos 20 años un 645%, lo que supone un aumento de los ingresos a pesar de la reducción de las tasas de descuento. 

La realidad de los empresarios

La subida de los pagos por medio del plástico tiene puntos positivos, como una menor probabilidad de que se cuelen billetes falsos, y negativos, como la reducción de las propinas. Esta disyuntiva divide a los propietarios de los establecimientos entre nostálgicos del efectivo y protarjeta.

Cada tienda, cafetería o bar es un establecimiento único. No todos los negocios se enfrentan a las mismas dificultades ni a los mismos desafíos. Por eso, conocer de primera mano la realidad de los pequeños comercios es esencial para entender las ventajas y las desventajas que implican las transacciones vía terminal de punto de venta (TPV).

En las calles de San Cristóbal de La Laguna, en Tenerife, dos estancos próximos el uno del otro viven experiencias totalmente opuestas respecto a los contratos de tarifa plana asociados al datáfono. Cerca de El Cuadrilátero se encuentra El Fauno Blanco, una tienda con cinco años de historia regentada por Ángela Pérez con la ayuda, en ocasiones, de sus hijos. Uno de sus retoños, Beatriz Trujillo, relata que implantaron el contactless porque se dieron cuenta de que sin él no se iban a «comer nada».

Pérez paga al banco una cuota de 20 euros al mes «venda los que venda». Al ser una cuantía fija mensual, el banco pone un tope anual de ingresos vía digital, en este caso, 20.000 euros. Si el estanco se pasa de esta cifra, es penalizado. Trujillo narra que el año pasado, de repente, de un mes para otro, la entidad pasó de cobrarles 20 euros a 80. Llamó a la compañía de crédito con la que tenían el contrato para pedirle explicaciones por la subida y esta le comunicó que, como se habían pasado del tope anual, el resto de meses hasta finalizar el acuerdo tendrían pagar una comisión por cada venta efectuada. Es decir, al rebasar el límite, en vez de abonar una tarifa fija como estipulaba el pacto firmado, la tienda pasó a apoquinar una tarifa variable en función del volumen de ventas. «Por suerte solo faltaba un mes y medio para que se acabara el contrato» señala la hija de Pérez.

El acuerdo se revisa anualmente, y claro, el propietario del establecimiento debe marcar la cuota fija a pagar mensualmente en función de lo que espera cobrar a través del contactlessTrujillo se queja de que es imposible prever «lo que vas a facturar». Asegura que podrían haber subido el tope anual en 2023 para no arriesgarse a revivir el mismo episodio que el año anterior porque prácticamente el 80% de las ventas diarias las cobran vía plástico, pero no se quisieron arriesgar debido a que «las ventas están flojitas».

Por otro lado, el propietario del negocio lagunero Estanco Guille, William Díaz, asegura que le sale rentable el contrato de tarifa fija, al que tilda de «gran oportunidad» para el pequeño comercio. Paga al banco 20 euros al mes, lo mismo que Ángela Pérez y su familia. «Los cajeros ya no dan billetes chicos y eso siempre me genera problemas con el cambio, por eso prefiero los pagos con tarjeta», apunta Díaz.

Hasta los céntimos

El 50% de las compras en Estanco Guille se realizan a través del contactless, un porcentaje en aumento con el que Díaz dice estar encantado. «Con el datáfono se captan más clientes y es más cómodo para ellos ya que no tienen que llevar efectivo encima para pagar 80 céntimos o un euros», recalca el empresario. Mientras, en El Fauno Blanco no son partidarios del cobro de céntimos con la TPV. «Es increíble que haya gente que quiera pagar una bolsa de cinco céntimos o una botella con tarjeta», cuenta Trujillo.

El estanco El Fauno Blanco rebasó el límite del banco el año pasado y la cuota pasó de 20 a 80 euros al mes

En pleno corazón de Las Palmas de Gran Canaria, en frente del Mercado de Vegueta, se encuentra la frutería regentada por Manolo Quintana, cuyo datáfono está sujeto a un contrato de tarifa variable. El banco cobra el 0.9% de cada venta que realiza, por lo que cada mes la cantidad que paga es diferente. De normal, Quintana indica que factura mensualmente 10.000 euros y la entidad se lleva 90. «Es cómodo para los clientes y para el negocio, al día siguiente tengo el dinero en el banco y me ahorro tener que ir a ingresarlo», subraya el frutero.

Respecto a la elección de la comisión por venta, Quintana manifiesta que estuvo motivada por el volumen de ingresos, que en su caso son superiores al de un comercio pequeño medio, y al número de clientes que piden el datáfono para efectuar sus compras.

Desde el comienzo de la pandemia, la cifra de pagos por tarjeta en esta frutería ha pasado del 20 al 60%. «Hoy en día el establecimiento que no oferte este tipo de métodos para abonar las compras se está quedando muy atrás», opina el propietario, y añade que él mismo animó a algunos puestos del mercado del casco histórico palmense a introducirse en la digitalización de los pagos.

Además, con el fin de dar vueltas «seguras» y evitar que le cuelan billetes falsos, el propietario instaló una máquina para el pago en efectivo. Es decir, el cliente introduce en el aparato los billetes y las monedas y, sin intervención humana, este le devuelve el cambio exacto y revisa que el dinero sea verdadero. «Antes nos tragábamos uno o dos billetes falsos a la semana. Me enteraba cuando ingresaba en el banco lo que habíamos ganado. Ahora eso no nos pasa», relata Quintana.

El frutero cree que es «una tontería» poner un mínimo para el uso de la tarjeta, algo que haría Trujillo si esto no hiciera que el estanco perdiese ventas. «Si ponemos un mínimo de cinco euros no nos comprarían cajetillas de tabaco de tres», lamenta.

Menos propinas

Muy cerca de la frutería de Quintana se halla la cafetería La esquinita de Vegueta. Un negocio hostelero que abrió hace dos años un matrimonio italiano. Aunque la parte financiera la lleva su mujer, Federico Amaretti, marido y propietario del establecimiento, explica que tienen contratada una tarifa fija, algo «cómodo» e «incomodo» a la vez debido a que el incremento de los pagos con plástico ha provocado que en este establecimiento anden siempre escasos de efectivo en la caja registradora.

En la frutería de Manolo Quintana han dejado de colarse uno o dos billetes falsos a la semana

Asimismo, las propinas han aminorado y actualmente la mayoría son fruto de servicios prestados a «los guiris». «Los extranjeros cuando sacan la tarjeta suelen pedir que, por ejemplo, si el pago es de 4,20 euros, le sumemos un par de euros a modo propina», declara Amaretti. El pasado miércoles, cuando LA PROVINCIA acudió a la cafetería, en toda la mañana sólo habían recaudado 50 céntimos de gratificación frente a los 20 euros diarios que solían recibir antes. El dueño indica que los clientes locales no dejan tantos extras al utilizar el contactless.

Sin embargo, Camila González, una de las camareras del negocio, opina diferente. Para ella la propina no tiene que ver con el origen de los compradores, sino con el tipo de persona y su calidad como ser humano, independientemente del método de pago que use. 

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