Los recortes en la pesca reducen las capturas en 2.000 toneladas y causan pérdidas de 9 millones en la provincia de Alicante

La continuidad de la flota de arrastre de la provincia de Alicante está en el aire después de tres años de restricciones por parte de la Unión Europea en las jornadas para salir a faenar

Desembarco de pescado en el puerto de Santa Pola.

Desembarco de pescado en el puerto de Santa Pola. / AXEL ALVAREZ

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Los recortes en los días de pesca impuestos por la Unión Europea (UE) para la flota de arrastre están teniendo un impacto de enorme magnitud en la provincia de Alicante. Tanto es así que las capturas del conjunto del sector se han reducido en cerca de 2.000 toneladas en los últimos tres años, generado pérdidas de unos 9 millones de euros. La situación es tan delicada que, en estos momentos, la continuidad de las 130 embarcaciones afectadas por la medida se encuentra en el aire, al haberse quedado prácticamente sin rentabilidad.

La política de recortes de las jornadas de pesca en aguas del Mediterráneo que se viene aplicando desde 2020 ha supuesto que las embarcaciones de arrastre solo puedan salir a faenar este año apenas 160 días de los 240 de los que disfrutaban con anterioridad. Este tijeretazo, como es lógico, está teniendo un duro impacto sobre la actividad del sector, hasta el punto que se ha pasado de capturar más de 10.000 toneladas de pescado a las apenas 8.300 del último año, según los datos que manejan las cofradías que operan en la provincia de Alicante. La facturación también se ha reducido de forma exponencial. En este último año se alcanzaron los 43,3 millones de euros, pero por el camino, en el acumulado, se han quedado nueve millones, en consonancia con el descenso de las capturas.

Los recortes han puesto en pie de guerra a todas las organizaciones pesqueras de Cataluña, Baleares, Murcia, Andalucía y la propia Comunidad Valenciana, e incluso han contado con la oposición del Gobierno de España. Pero lo cierto es que, más allá de pequeñas concesiones, la hoja de ruta diseñada desde Bruselas se ha seguido aplicando prácticamente a rajatabla, con las consecuencias ya descritas.

Subasta de pescado en la lonja de Santa Pola.

Subasta de pescado en la lonja de Santa Pola. / AXEL ALVAREZ

Y lo que más inquieta, llegados a este punto, son los planes existentes para los próximos años, que ya pueden acabar de poner la puntilla definitiva al sector. Y es que la Comisión Europea, aparte de seguir planteando nuevos recortes, también ha instado a los Estados miembros a prohibir la pesca de arrastre en al menos un 20% de las aguas de cada país para marzo de 2024, en lo que supone un paso previo para eliminar de forma gradual esta actividad de todas las zonas marinas protegidas con el horizonte puesto en 2030.

El panorama, por lo tanto, es desolador. Así lo asevera el secretario de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Alicante, Juan Mulet, quien no duda a la hora de señalar que las embarcaciones de arrastre ya se encuentran contra las cuerdas, y que un nuevo tijeretazo obligaría a la mitad de la flota a parar. Según sus palabras, «es del todo inviable salir a faenar solo medio año, porque eso no hay negocio que lo pueda resistir. Además, las compensaciones que se están recibiendo son del todo insuficientes, y los trabajadores se están comiendo el paro».

Una muestra del impacto que están teniendo estas restricciones es que a las embarcaciones, a estas alturas del año, solo les restan 20 días hábiles para salir a faenar. «Al final son tres meses de parada y solo hemos tomado dos. Vamos a ver cómo distribuimos el que queda pendiente», indica.

Por su parte, el presidente de la Cofradía de Pescadores de Xàbia, Moisés Herades, resalta que el sector «está al límite. Tenemos que parar un montón de días y eso no nos sirve ni para cambiar dinero, porque hay unos gastos fijos que hay que atender, como son los salarios y la Seguridad Social, entre otros. La realidad es que la situación es desesperante y, encima, de cara al año que viene, se anuncian nuevos recortes. No nos va a quedar al final otra opción que parar de forma definitiva».

En parecidos términos se expresa Rafael Torres, patrón mayor de Alicante, quien destaca que el sector está cada vez más castigado y sometido a un mayor número de controles, lo que limita mucho su viabilidad. Y llama la atención sobre los recortes, que, subraya, «nos obligan a estar dos o tres meses parados sin salir a faenar, con las consecuencias que eso tiene a nivel económico».

Pero no solo eso, dado que esas paradas en la actividad son lo que está propiciando que las embarcaciones tengan muchas dificultades para encontrar trabajadores. Según sus palabras, «no hay gente para ir al mar, primero porque quieren una continuidad que aquí resulta imposible, y después porque se trata de una actividad dura, y los jóvenes no están mucho por la labor».