La sequía y el abandono de campos dejan la producción provincial de vino en mínimos históricos

·El volumen pasa de 177.000 hectolitros a 110.000 en apenas cuatro años

·La falta de relevo generacional y los proyectos de plantas solares han reducido las hectáreas de cultivo en un 10 %

Recolección de uva para la elaboración de vino este pasado verano en una de las plantaciones de la provincia

Recolección de uva para la elaboración de vino este pasado verano en una de las plantaciones de la provincia / Tony Sevilla

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Cambio climático y abandono de campos. Esos son los dos factores que se esconden detrás del drástico descenso que está registrando la producción de vino en la provincia, que justo en esta campaña ha alcanzado su mínimo histórico. Y es que el volumen ha pasado de los 177.000 hectolitros a apenas 110.000 en apenas cuatro años. La sequía está teniendo mucho que ver, pero también la reducción en un 10 % de las hectáreas dedicadas a la uva de vinificación, algo que se atribuye a la falta de relevo generacional y a los proyectos de plantas solares en algunos territorios. La Denominación de Origen Alicante, con todo, quiere hacer de la necesidad virtud, dado que su pretensión es que el descenso de la producción de vino se concentre en los graneles, reforzando los caldos de calidad embotellados.

Las cifras

1.000 hectáreas de cultivo que se han perdido desde 2019

La falta de relevo generacional y los proyectos de plantas solares han propiciado la pérdida del 10% de los campos de cultivo de uva de vino, lo que supone alrededor de 1.000 hectáreas.

32 millones de euros de volumen de negocio

El volumen de negocio de las bodegas de la Denominación de Origen Vinos de Alicante es de unos 32 millones, una cifra que se espera mantener esta campaña.

El cambio climático es una realidad que está teniendo consecuencias negativas para la mayor parte de los cultivos de la provincia de Alicante, pero, en el caso de los viñedos dedicados a la elaboración de vino, a las adversidades meteorológicas se le ha sumado el abandono de parcelas, hasta el punto de que, según las estimaciones que maneja el sector, se han perdido alrededor de 1.000 hectáreas en los últimos cuatro años. Y lo peor es que se trata de una tendencia que va a ir a más.

Así lo señala Eladio Martín Aniorte, gerente de la Denominación de Origen Vinos de Alicante, quien destaca que «la población rural está decreciendo, y nos encontramos con que cada vez hay menos relevo generacional entre los agricultores, sobre todo en la zona del Vinalopó». A ello se le han añadido los proyectos de plantas solares que, indica, «están propiciando que la gente deje de cultivar, antes incluso de que puedan o no autorizarse este tipo de instalaciones».

La consecuencia está siendo el paulatino descenso de la cosecha de uva, que este año ha alcanzado su máxima expresión con una caída del 31 % con relación al año pasado, un 43 % si se compara con la que se obtuvo en 2019. Eso supone que se ha pasado de los 32 millones de kilos de ese año a los apenas 18 de la campaña actual.

Esta merma, en cualquier caso, no se notará a efectos comerciales de forma inmediata, dado que el vino necesita de un periodo de crianza y envejecimiento. «No va a haber problemas ahora, quizá más adelante, en los dos próximos años, cuando los caldos ya estarán en condiciones de salir al mercado. Las bodegas, además, cuentan con estocaje», asevera Martín Aniorte. De ahí que las previsiones pasen esta campaña por mantener el volumen de negocio del sector provincial alrededor de los 32 millones de euros.

La estrategia de la Denominación de Origen, por otro lado, es la de mantener, como mínimo, la producción de vino envasado, que ahora mismo es de alrededor de 11 millones de botellas anuales, de manera que el descenso de la producción afecte solo a los graneles. Según el gerente, «nuestro objetivo es buscar una estabilidad a pesar de la reducción de hectáreas de cultivo, e incluso, si puede ser, que se embotelle más, en una apuesta decidida por la calidad».

Todo ello lo confirma Miguel Ángel Díaz, director comercial de la cooperativa Bodegas Pinoso, quien destaca que en el plazo de siete años van a perder la mitad de los socios por el abandono de parcelas, aunque, añade, «los que nos queden estarán especializados en la producción de vinos de calidad». También expresa su preocupación por la acusada sequía, así como por los elevados costes que supone la extracción de agua de los pozos.

Temor a los efectos que pueda causar la inflación en el consumo

El sector vinícola de la provincia teme que la inflación, que ha encarecido la cesta de la compra y reducido el poder adquisitivo de los consumidores, afecte a las ventas, tanto a nivel general como también en estas fechas navideñas y de fin de año. De momento no se tienen datos sobre cómo evoluciona la campaña, que Eladio Martín Aniorte define como «muy importante para el sector, pero al final no dejamos de ser un producto de lujo, por lo que no sabemos cómo se va a comportar el mercado».

Todo en un contexto en que las exportaciones también están estancadas. «En China, debido a los confinamientos por el covid, hay mucho vino almacenado, mientras que Alemania está muy golpeada por la inflación», lamenta.