Que el picudo rojo está entre nosotros, no es nada nuevo. Algunos hablan incluso de que hace casi una década que se detectó por estas tierras, aunque la Asociación de Empresas Productoras de Plantas de Viveros de la Provincia de Alicante sitúa temporalmente la aparición del problema entre 2004 y 2005. Lo que sí empieza a asustar es que la amenaza se está multiplicando, y cada vez a mayor ritmo.

Así lo afirma Irineo López, profesional del sector de los viveros desde hace medio siglo y que ayer tuvo que dar orden de quemar más de una veintena de palmeras de dos fincas de su negocio al estar afectadas por este coleóptero.

López remarcaba ayer que la última vez que tuvo que hacer algo similar fue este verano y que, por tanto, es evidente que la plaga va a más y parece no tener ningún control.

"O nos preocupamos del tema, o dentro de unos años no va a existir el Palmeral", afirma este viverista, el cual ha detectado numerosos ejemplares a apenas dos kilómetros del Hospital General, es decir, en pleno Palmeral histórico.

Lo cual demuestra que el picudo es más que evidente que está vivo y coleando dentro del perímetro de 5 kilómetros de radio fijados en torno al Palmeral histórico y a partir de los cuales se han colocado cerca de 2.800 trampas contra el insecto.

En cualquier caso, tanto este afectado como la citada asociación de viveristas, que ya se refirió a esta amenaza hace escasos días, entienden que toda precaución es poca. "Nos tenemos que poner todos de acuerdo y luchar todos juntos. Es un tema muy fuerte y hay que tomar cartas en el asunto", manifiesta preocupado, casi angustiado, López, porque ve que la amenaza puede descontrolarse totalmente.

En su opinión, lo que no puede ser es que los viveristas apliquen tratamientos, destruyan las palmeras afectadas, pongan todo su empeño y, a unos pocos metros, en una finca particular, el picudo campe a sus anchas porque sus dueños no pueden o no quieren gastarse medios ni tiempo en combatir el problema. La palmera simplemente muere y el insecto salta a otra donde continuar su futuro.

Los viveristas reclaman en general más apoyos, vengan de donde vengan. En el caso de López, éste insiste en que prácticamente todo lo que está haciendo para combatir el picudo lo está aportando su empresa sin subvenciones ni ayudas.

Irineo López ayer tuvo que sacar las palmeras con retroexcavadora, triturarlas, fumigarlas y pegarles fuego para intentar acabar con el insecto, pero, a buen seguro, teme que ésta no será la última vez que tenga que hacer esto.