Doce años de su vida dedicados al calzado, pero el cierre de la empresa en la que trabajaba, incapaz de substistir por la crisis, provocó que Juan José Campello decidiera tocar una puerta a la agricultura. Ya conocía el duro esfuerzo que traía consigo el campo desde los 16 años. «No sabía hacer otra cosa, pero me fui a cepillar zapatos para mejorar mi calidad de vida y luego me quedé en la calle», confiesa.

Así, a sus 40 años, después de buscar empleo sin éxito en este sector, el Camp d´Elx le ha devuelto una oportunidad. Desde mover cajas, cargar camiones, envasar... todas estas labores son las que realiza diariamente en la cooperativa Cambayas.

Cómo él, a sus 26 años, José Ramón Amorós, también ha encontrado una salida laboral en este oficio. Una reducción de personal en una importante empresa de materiales de construcción hizo que se viera de la noche a la mañana en el paro. «Nunca habría pensado que trabajaría en el campo, pero la vida da muchas vueltas», admite.

Son historias que se repiten y que cada vez ilustran más el motivo del retorno de los trabajadores españoles a los cultivos y almacenes de Elche.

En Cambayas, donde reciben entre tres y cuatro curriculums diarios, su presidente Daniel Soler, explica que «hace cuatro años nadie quería trabajar en el campo, solo venían extranjeros, porque es un empleo muy duro, la gente no está acostumbrada y a los dos días de venir lo dejaba».

Ahora, ante la imposibilidad de lograr otra salida, la agricultura ha comenzado a absorver a españoles desempleados procedentes de la construcción, el transporte y el calzado.

«Lógicamente los trabajadores inmigrantes que tenemos contratados desde hace tiempo no son despedidos, pero las nuevas incorporaciones sí que son de origen español», apunta el presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores de Elche (ASAJA), Pedro Valero.

Hijos de «llauradors»

En este sentido, los hijos de los populares «llauradors» que desde pequeños han convivido con la labranza de la tierra forman parte de otra pequeña mayoría que han favorecido el incremento de la mano de obra nacional en este sector. Así lo han detectado los principales colectivos agrarios de la ciudad.

«Son personas preparadas, porque tienen un conocimiento anterior y son muy predispuestos, se ofrecen a realizar cualquier tipo de labor», señala el presidente de la Comunidad de Regantes de Carrizales, Manuel Esclapez.

Ejemplo de ello es Laureano Bru, que después de dos décadas en el calzado ha decidido volver al trabajo que durante años se habían entregado sus padres. Como él, Jorge Pérez o Ramón Amorós, descendientes de familia de agricultores, han recurrido al medio rural después de dedicarse al oficio más característico de Elche, el del zapatero, o al de aquel que subió como la espuma durante la burbuja inmobiliaria y ofrecía mejores sueldos que la agricultura.

Ahora, tras dejar atrás una vida muy diferente, su lugar de trabajo se encuentra en mitad de la tierra, al aire libre, y entre sus tareas principales se encuentran las de fumigar, recolectar cultivos, limpiar la broza, labrar...

Unos quehaceres diarios que implican esfuerzo y sacrificio, pero ellos mismos reconocen que «se ve recompensado a final de mes y eso hoy día va siendo difícil tal y como están las cosas ahí fuera».

En mitad de una destrucción de empleo sin precedentes, el Camp d´Elx también se ha convertido en el escenario donde el incremento del interés por cultivar ha favorecido que trabajadores por cuenta propia y con estudios ofrezcan su tiempo a los nuevos terratenientes.

«Se trata sobre todo de jóvenes licenciados que después de haber acabado sus carreras no encuentran trabajo, están en paro y que ayudan a sus familiares a sacar adelante las tierras», explica Valero.

Con ello, aunque la presencia extranjera sigue siendo mayor que la nacional, el campo es ya un recurso para salir a flote tanto para españoles, como para inmigrantes.

La recolección de la granada crea unos 4.000 empleos

La recolección de la granada es una de las campañas más esperanzadoras para el sector hortofrutícola y es uno de los principales motores de la economía de la provincia. El pasado año, se crearon 3.000 puestos de trabajo indirectos y otros 1.000 indirectos en Elche, Albatera, Crevillent, San Isidro y Catral, lugares donde se concentra la mayor superficie de granada mollar. Este cultivo es una oportunidad de oro para los trabajadores del campo que ven triplicar el volúmen de trabajo desde finales de agosto, cuando comienza la recolección, hasta el mes de enero que la fruta llega a los mercados.

De esta manera, para la campaña de este año, el Ayuntamiento ha puesto a disposición del sector la bolsa de trabajo municipal para la campaña de la granada. La entidad ya ha mantenido contacto con un centenar de personas de la bolsa municipal y se estima que en total pueda dar a trabajo a setenta durante la campaña de recolección. La apuesta municipal por la inserción laboral en el Camp d´Elx ya comenzó el pasado año con la firma de un convenio por el que se contrataron a 30 personas.

Las pequeñas explotaciones mantienen el sector agrícola

El auge de las pequeñas explotaciones y el incremento del interés por cultivar ha permitido que el sector agrícola pueda mantenerse en mitad de la crisis, según señala el presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores, Pedro Valero. De esta manera, el representante de ASAJA explica que «esta tendencia es fundamental y ha permitido ir creando nuevos puestos de trabajo». Junto a este motivo, Valero señala que «la modernización de regadío, y el arrendamiento de grandes fincas por parte de multinacionales ha beneficiado con creces al Camp d´Elx».

En este sentido, el sector se ha visto claramente favorecido por el crecimiento imparable de la cosecha de granadas debido a la buena salida en los mercados europeos y al aumento de terrenos cultivados. De hecho, los agricultores estiman que la producción de granadas crezca un 30% en los próximos 5 años. De esta forma, el primer cultivo por excelencia de Elche es la granada con una producción de 30 millones de kilos. Mientras que la verdura de invierno tuvo una productividad de 21 millones de kilos en la temporada 2012-2013. a. f.