El Día Mundial de los Océanos se celebró hace menos de una semana y han sido muchas las llamadas de atención estos días sobre el estado del mar Mediterráneo. Un estudio que realiza el Centro de Investigación Marina de Santa Pola (CIMAR) está arrojando datos que revelan que las aguas mediterráneas han aumentado su temperatura un 0,2 por ciento en un período de cinco años hasta 2015. En esta investigación se está controlando la temperatura de las aguas del mar a distintas profundidades. El director del CIMAR, Alfonso Ramos, afirma que «nos encontramos que con el cambio climático está subiendo la temperatura global de las aguas. Los datos no son todavía concluyentes puesto que el estudio está en curso pero sí que son dignos de tener en cuenta para un medio que está amenazado por muchos otros motivos».

El aumento de las temperaturas tiene un efecto inmediato en la biodiversidad que conforma el medio marino. Según Ramos «hay que tomar medidas en la protección del Mediterráneo». Para el director del CIMAR, la posidonia es una de las especies que puede peligrar por estas circunstancias además de por la construcción de puertos deportivos, la pesca de arrastre de fondo o los vertidos. «La posidonia es una planta marina y oxigena el agua, es muy sensible a los cambios y cuando una pradera desaparece, ya no se regenera». Calculan que en el sur de la provincia el 38 por ciento de las praderas de posidonia desaparezcan por los ataques al medio marino.

Especies invasoras

El CIMAR también pone el foco en las especies invasoras que hacen peligrar el equilibrio autóctono. El centro estudia las especies intrusas que llegan al Mediterráneo a través de canales naturales como son el estrecho de Gibraltar o el canal de Suez. También recogen las que llegan a través de los barcos procedentes de todo el mundo. En muchas ocasiones, los navíos traen adosados en sus cascos o arrojan con sus aguas de lastre especies que pueden poner en peligro a las autóctonas. El centro de estudios marinos pide a los pescadores que si identifican alguna de estas especies, de cangrejos, peces, algas o gusanos, las remitan al centro. Para este el Mediterráneo es un mar vulnerable a las invasiones biológicas por su situación geográfica y por la tropicalización de las aguas que benefician a especies que se desenvuelven en aguas cálidas.

Plásticos microscópicos

Para los Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA), la presencia de plásticos es uno de los mayores peligros a los que se enfrenta el Mediterráneo. Por este motivo, la asociación realizó una campaña en abril dirigida a exigir que cesen los vertidos en el río Segura. Según el portavoz de la entidad, Sergio Arroyo, el 80 por ciento de los residuos que se encuentran en el Mediterráneo proceden de la tierra, y de estos, casi el 90 por ciento son plásticos arrastrados desde las cuencas vertientes y canales como son el río Segura o el Vinalopó.

En su acción en la desembocadura del Segura en Guardamar recogieron unos 400 kilos de vertidos de los que más del 80 por ciento eran plásticos. Para Arroyo, este es el motivo por el que el Mediterráneo sea «un vertedero de plásticos».

Según el portavoz, este es un material muy difícil de degradar, por ello, una vez entra en el medio marino no desaparece, sino que deja residuos llamados microplásticos. De esta forma, estas partículas microscópicas residuales entran en la cadena alimentaria de los peces al ser absorbidas por el plancton que alimenta a animales mayores. Estos materiales tóxicos se transmiten a través de la cadena trófica a otras especies marinas que, a su vez, consumimos diariamente.

Para Oceana, organización internacional dedicada exclusivamente a proteger los océanos del mundo, los plásticos presentes en el Mediterráneo aparecen principalmente, como minúsculos resultantes de la rotura de objetos como botellas, bolsas y envoltorios, por ello su presencia es irregular.

Según fuentes de la organización, el Mediterráneo representa menos del 1% del área oceánica global, pero tiene valores ecológicos y económicos de gran relevancia a escala global. De esta forma, abriga a un 10 por ciento de las especies marinas, y la pesca y el turismo litoral son importantes fuentes de ingresos para la población. Por ello, aseveran, su protección es esencial para la calidad del medio ambiente y la economía regional.