Monumento declarado y protegido como Bien de Interés Cultural sobre el papel; club de alterne pintado de rosa y lleno de camas por dentro en la vida real. La Torre de Aznar (Torre de Jubalcoy, según la tiene documentada la Conselleria de Cultura en su lista de bienes de Elche) hace muchos años que se convirtió en un puticlub. Coronan la torre del siglo XVI dos gigantes corazones de luces de colores que se encendían por la noche para que los clientes no se pasaran de largo. Ese uso tan cuestionable para un elemento arquitectónico que está protegido por la Generalitat Valenciana ha escalado a la actualidad informativa porque el Colegio de Abogados de Elche ha dado voz a una reclamación para que se actúe en su defensa. El decano de los letrados de Elche, Vicente Pascual, ha dado difusión en las redes sociales al esperpento en que se convirtió hace años una torre vigía que para la memoria visual de muchos ilicitanos ha sido siempre un club de alterne a la izquierda de la carretera entre Elche y Torrellano, y ha lanzado la pregunta pública a la Conselleria de Cultura sobre si está bien que una torre vigía esté pintada de rosa y que su uso haya sido tan poco decoroso.

Así, Vicente Pascual cuenta que la pasada semana el Colegio de Abogados celebró una jornada de confraternización organizando una visita a la Torre Vaíllos, que se encuentra recién rehabilitada junto al Conservatorio. Allí les contó el geógrafo Vicente Bordonado, que les hizo de guía, que esta torre era un ejemplo del patrimonio que Elche tiene de esta época y que no es la única. Hay otras que pasan más desapercibidas. El caso más perverso, el de esta torre rosa con corazones luminosos, que en la página web de la Conselleria está descrita como un monumento, edificio militar, torre de uso primitivo defensivo.

Con la firma de S. Varela se relata en la ficha técnica de la Torre de Jubalcoy o Torre de Aznar que «tiene planta cuadrada, con disposición interna original de cuatro plantas, posiblemente la inferior carecía de comunicación exterior. Las transformaciones son tan evidentes que enmascaran por completo su aspecto de elemento fortificado». Es uno de los 27 elementos protegidos como Bien de Interés Cultural que tiene Elche (BIC), de los que doce son torres.

El Institut d'Estudis Comarcals del Baix Vinalopó (IECBV) tiene entre sus reivindicaciones históricas la puesta en valor, recuperación y protección de las torres vigías que se establecieron a principios del siglo XVI en el perímetro del municipio con la intención de defender el término de ataques externos y de comunicar la información sobre un eventual ataque de la forma más rápida posible. Entre otros trabajos, José F. Cámara, secretario del IECBV, es autor precisamente de un informe que hace tres años puso el acento en la necesidad de que Elche cuente con Plan General y un catálogo de edificios protegibles que vayan de la mano para que la protección sea real. «El caso de la Torre de Aznar sería probablemente el ejemplo más claro de cómo un edificio BIC acaba sin protección, con un uso tan llamativo como una sala de alterne, pero indudablemente esto está pasando en otros elementos que se nos están cayendo al suelo», sostiene.

José F. Cámara considera que quizás en este edificio quede muy poco que recuperar. Ventanas, puerta, fachada, techo y otros elementos tienen ya poco o nada que ver con el original, que se protegió, según la ficha de la Conselleria de Cultura, en abril de 1996. Veinte años después, del aspecto primitivo queda bien poco. La imagen que la Generalitat tiene en su web es similar a la actual, pero de un color amarillo.

El Ayuntamiento respondió ayer a preguntas de este diario que la competencia es de la Conselleria de Cultura, aunque emplazó a ofrecer más datos en próximos días. Igual que la Generalitat, que revisará si en este tiempo ha llegado alguna queja o aviso. Al timbre ayer no respondió nadie y el aspecto del inmueble es el de una construcción prácticamente abandonada, con ventanas rotas o abiertas y sin movimiento, al menos en apariencia.