Aunque el protagonista de la popular serie de televisión «Juego de Tronos», Jon Nieve y el resto de sus familiares de Invernalia, han puesto de moda la cabeza del lobo como símbolo de batalla, no han hecho más que reciclar tendencias bélicas, con sello totalmente ibérico. Los guerreros que habitaban en el yacimiento de La Alcudia hace más de 2.000 años ya utilizaban a este depredador como elemento con el que decorar sus corazas y con el que reflejar la fiereza y la pasta de la que estaban hechos.

Éste es solo uno de los aspectos que detalló el catedrático en Prehistoria de la Universidad de Alicante (UA) Alberto J. Lorrio, durante su conferencia dedicada a estos aguerridos hombres de la guerra, sobre todo centrándose en los del siglo V y IV antes de Cristo, y dentro del curso «Los lunes con la Alcudia» que se viene realizando desde el pasado 7 de noviembre en el Centro de Congresos de Elche. El experto se apoya, además, en una pieza encontrada en 1949 por el arqueólogo Alejandro Ramos (el abuelo del actual director del yacimiento) que formaba parte de una escultura de uno de estos guerreros íberos. Un descubrimiento que para Lorrio, experto en armamento celtibérico, tiene tanto valor como el de la propia Dama de Elche.

Y es que, según dicho arqueólogo, este fragmento es bastante genuino y, además de desvelar algunos secretos sobre estos héroes históricos, abre nuevas puertas de investigación. Uno de los aspectos más curiosos es que «representa la parte del torso del soldado, en el que se ve claramente cómo va provisto de una coraza de doble disco. Es decir, se compone de dos piezas: una de ellas cubre el pecho y la otra la espalda. En la parte dorsal no hay ningún tipo de decoración pero en la frontal sí, la cabeza de un lobo que se ve perfectamente esculpida y en relieve».

Este animal, según Lorrio, era una imagen muy repetida dentro de la iconografía ibérica. Los lobos reflejaban valores como agresividad y valentía. «De hecho, encontramos un vaso en La Alcudia en el que aparece dibujado un joven estrangulando a un lobo agarrándole de la lengua, como señal de que tenía grandes agallas», detalla el catedrático, además de precisar que el guerrero en cuestión portaría esta imagen para meter miedo a sus oponentes. También la utilizaría como amuleto de protección, bajo una visión mística de dicho mamífero.

Señala, además, que es la primera vez que encuentran una decoración de este tipo en una armadura. Lo que no quiere decir que sea un caso único, puesto que el escultor refleja también otros detalles muy específicos como la hebilla del cinturón, lo que lleva a pensar que se estaba inspirando en un modelo real. «Una de las hipótesis que se han lazando es que el portador de esta coraza, teniendo en cuenta otras características, disponía de un material de última generación. Seguramente adquirido a los celtíberos de la zona de la meseta de Hispania. Por otro lado, el investigador Martín Almagro apunta a que esta escultura podría representar al rey fundador de la monarquía y de la población ilicitana», asevera Lorrio.

El arqueólogo de la UA, que actualmente dirige las excavaciones de Peña Negra en Crevillent, también cree que este torso pertenecía a un conjunto de esculturas que retrataría el enfrentamiento de un héroe para la sociedad de la época. «Entre otras cosas, porque se encontró otro fragmento de esta mismo obra con forma de pierna, provista de una greba o espinillera, en la que se conserva en la parte inferior una mano que le sujeta el tobillo, lo que explica que su autor trataba de reflejar una pelea», matiza.

Aunque no han hallado todos los restos que componen la escultura, los expertos completan la imagen de este guerrero tomando como referencia otros hallazgos. Consideran que también iría provisto de un casco con un enorme penacho y blandiría una falcata, que no es otra cosa que un sable curvo que permitía dos tipos de ataque: tajar y pinchar.

«Estos héroes de la guerra eran de una clase social alta y sus batallas no eran tan virulentas como, por ejemplo, las de los romanos. Sus encontronazos con otros poblados se solucionaban con combates entre sus campeones. También se resolvían muchos problemas políticos con copiosas comidas o celebraciones. Se lo montaban bien», indica Lorrio.

En La Alcudia se han encontrado varios fragmentos de esculturas de guerreros pero ésta es, sin duda, de las más importantes. «Todos estos pedazos se utilizaron como material de obra para construir una zanja en el siglo III antes de Cristo. Este detalle nos indica que se debió destruir al igual que actualmente se echan abajo los monumentos dedicados al franquismo. Por eso, también nos habla de un giro social y cultural dentro del yacimiento ilicitano», manifiesta el experto.