El precinto de los huertos de Elche ha generado bastante controversia en los últimos tiempos. Muchos son los que se preguntan por el motivo de esta acción y surgen las voces que advierten del peligro que supone para la salud pública el uso masivo de productos químicos para las fumigaciones que se llevan a cabo en el Palmeral, con el objetivo de controlar las amenazas que suponen tanto el picudo rojo como la paysandisia.

¿Realmente está amenazada la salud de los ciudadanos que viven en Elche? Uno de los primeros en levantar la voz de alarma ha sido el palmerero Evaristo Torregrosa. «Están duchando las palmeras con litros y litros de veneno y eso es una auténtica barbaridad», advierte. Una de sus principales quejas la provoca el hecho de que, según su testimonio, los huertos ilicitanos reciben estos tratamientos tan nocivos una vez al mes y están situados en pleno casco urbano, repartidos por muchas de las zonas céntricas de la ciudad.

En la misma línea que Torregrosa se muestra el presidente de la Asociación de Palmereros de Elche (Apelx), Miguel Ángel Sánchez. «Los productos que se emplean son nocivos, tanto para el medio ambiente como para las personas. Las palmeras forman unos ecosistemas en los que hay multitud de animales e insectos». Una de las soluciones que plantea Sánchez para mitigar los efectos de este problema es la de no emplear los tratamientos químicos durante la época de la floración y apostar por otros métodos como la utilización de hongos, el trampeo o la propia vigilancia de profesionales.

En la plataforma Margalló cuentan con esta problemática del Palmeral entre los asuntos a tratar en su próxima reunión. «El protocolo de seguridad sí que se está cumpliendo. Hace años se fumigaba y no se acotaba la zona. La alarma ha surgido por los precintos de los huertos. No se están empleando sustancias nocivas, pero sí que es importante que se señalice bien. Nosotros, como colectivo, abogamos por la eliminación de todas las sustancias químicas y su sustitución por otras alternativas inocuas», señalan los ecologistas.

Una de las mayares preocupaciones para Torregrosa es que los productos químicos que se emplean puedan llegar a ser cancerígenos para la población. «El problema que tenemos es que no es necesario envenenar el medio ambiente para controlar las plagas de picudo rojo y paysandisia. Una de las soluciones puede pasar por la contratación de más empleados para detectar los focos y sanear las palmeras», añade en su reivindicación.

La decisión de señalizar con carteles y precintos se tomó hace unos años, aunque no ha sido hasta ahora cuando se ha consolidado la práctica, en paralelo al aumento de las campañas de fumigación. Pese a las medidas tomadas, los palmereros consideran que no es suficiente, ya que hay personas que mantienen la costumbre de acudir a los huertos para coger dátiles de las palmeras de menor tamaño, desoyendo las advertencias y poniendo, por tanto, su salud en peligro.

Desde el Ayuntamiento no quieren entrar a tratar esta cuestión. El concejal de Medio Ambiente, Antonio García, califica el asunto como «un bulo infundado» y prefiere no responder para «no hacerlo crecer», aunque afirma que los productos no son nocivos para los ciudadanos.