Desde una de las entradas a la basílica de Santa María, ve pasar las horas con la esperanza de conseguir que sea un día bueno y poder llevarse al menos cinco o seis euros. José (nombre ficticio) abre las puertas a los feligreses por las mañanas y por las tardes desde hace años, da los buenos días o las buenas tardes, sin pedir dinero, solo espera a que alguien voluntarioso le ofrezca algunas monedas. Cuenta que en la iglesia son ya más de una decena las personas que acuden en busca de ayuda. Eso sí, siempre por turnos para evitar los conflictos que a veces se han dado por coincidir varios en una misma puerta, tal y como señalaron desde la basílica.

En su caso, al tener una discapacidad, ingresa 300 euros mensuales de una pensión no contributiva, pero acaba quedándose con apenas 50 euros para pasar el mes, después de pagarse la habitación en una pensión y un préstamo que debe. Tiene que llegar a fin de mes con esa cantidad y el poco dinero que puede llevarse cada día a la puerta de la iglesia.

La zona centro, las áreas comerciales y también los lugares cercanos a las parroquias de la ciudad son escenarios donde las personas sin hogar son una realidad más que visible, y donde se dan muestras evidentes de que la recuperación económica queda muy lejos para estos colectivos.

Ejemplo de ello son calles como la de El Salvador, donde vecinos aseguran que hay ocasiones en las que coinciden más de seis personas a escasos metros, o en la calle Reina Victoria, donde también han llegado a concentrarse al mismo tiempo varias personas en esta situación, lo que ha llamado la atención últimamente a los comerciantes, al igual que en la calle Obispo Tormo, donde desde los establecimientos coinciden también en que es habitual ver a gente pedir dinero.

Entidades sin ánimo de lucro, junto al área de Bienestar Social del Ayuntamiento y la Policía Local, han actualizado recientemente el censo de personas sin hogar y calculan que hay cuarenta personas que, de forma permanente, viven en la calle. Una cifra que, según aseguran, permanece estancada en el tiempo.

No obstante, también es cierto que, en determinadas épocas del año, se ha dado algún que otro repunte, tal y como aseguraron desde DYA. Algo que lo achacan directamente a que coincide gente que está de paso, procedentes de lugares como Cartagena o Cádiz, y que pasan unos días en Elche también pidiendo ayuda para comer o para el autobús. De ahí que Servicios Sociales y voluntarios de asociaciones como DYA les ayuden a regresar a los lugares donde están empadronados, tal y como apuntó su coordinador, Antonio Tarí. De hecho, el Ayuntamiento tiene una partida presupuestaria y un acuerdo con los autobuses para este tipo de casos.

A esta iniciativa también se suma otra que recientemente ha empezado a trabajar el área de Bienestar Social, dirigida por Tere Maciá. Y es facilitar el acceso a residencias para personas con enfermedad mental a quienes viven en la calle y sufren algún tipo de dolencia. Todo ello atendiendo a la legislación y después de la elaboración de informes médicos y de la trabajadora social, y teniendo siempre el consentimiento del afectado o afectada. Más allá de esta medida, el Ayuntamiento cuenta con una comisión de seguimiento para controlar e informar de los recursos disponibles y de las ayudas a las que pueden acceder. Además, esta semana, el tripartito ha dado luz verde a los trámites para poner a disposición de las personas sin hogar dos pisos tutelados. «Las ayudas de emergencia están llegando», aseguró Tere Maciá, quien cifró en 2,3 millones de euros la partida económica para respaldar a familias sin recursos, 400.000 euros más desde el año 2015.

Sin embargo, después de una década de crisis económica, la situación para este tipo de personas en situación de exclusión social no parece ahora más alentadora, pese a que haya llegado la recuperación. Así lo interpretan al menos desde Cáritas, desde donde aseguraron que este tipo de colectivos está incluso peor que antes. «La mejora ha llegado a la clase media y esta gente sigue estando en la misma situación, o peor que antes, porque ha ido perdiendo familiares o amigos que les podían echar una mano», apuntó el coordinador de la organización en Elche, Joaquín Sansano. Desde la entidad atendieron el pasado año más de 5.500 personas, una cifra ligeramente superior a la del ejercicio anterior. Desde Cáritas sostienen que las necesidades han ido a más al ir agotando las familias todas las posibilidades económicas a su alcance (ayudas, ahorros y redes de apoyo) y que, aunque el perfil mayoritario de usuarios es el de personas en situación de exclusión del mercado laboral, han detectado un repunte de familias jóvenes, formadas por personas menores de 30 años, y también de mayores de 65 años.

Toxicómanos

Las personas que piden en la calle lo hacen de manera muy pacífica y sin suponer problemas, tal y como señalaron desde la Policía Local. Y lo que también se ha detectado recientemente en la vía pública es un repunte de gente que pide una ayuda, pero para consumir sustancias estupefacientes, y es en estos casos en los que más problemas se encuentran las instituciones.

Desde la Jefatura alertaron de las situaciones que está produciendo la bajada del precio de la heroína y sus consiguientes efectos en los toxicómanos y en los índices de delincuencia. También desde DYA aseguraron haberse percatado de la presencia de muchos que se dedican a pedir en la calle, más que por situación de necesidad, porque están enganchados a la droga.

Cruz Roja, Cáritas, Elche Acoge, la Asociación Ilicitana de Apoyo a la Inmigración (Asidali), DYA, la Policía Local y Servicios Sociales forman parte de una comisión de trabajo que se reúne mensualmente para hacer un seguimiento de las personas sin hogar en Elche. Cuando se detecta a alguien en esta situación en la ciudad, la Policía Local lo identifica para derivar el caso al Ayuntamiento y abordarlo entre todas las entidades. Entre todas las circunstancias que se analizan, también está incluso la de posibilidad de hacer desalojos, cuando se da un problema de insalubridad.

Una de las dificultades con las que se encuentran estas entidades, según señalan desde el área de Bienestar Social, es encontrarse con casos en los que estas personas son reacias a dejarse ayudar y salir del «pozo» de vivir en la calle durante años.