Se llama Ángel José Castaño García y el pasado lunes, a sus 56 años, este ilicitano recogía en Madrid, en un acto presidido por el ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, uno de los Premios Nacionales Fin de Carrera junto a otros 170 alumnos. Aunque él destacaba porque rompía la media de edad, su esfuerzo llega a ser tan ejemplarizante, o incluso más, que el resto de estudiantes que acaban de ser reconocidos por sus trabajos fin de carrera del curso 2013-2014.

«No solo te miran el expediente académico, también el Ministerio de Educación tiene que comprobar que el alumno ha conseguido la excelencia en su universidad, y además otros aspectos, por eso se tarda tanto en conceder estos premios», señala este graduado en Bellas Artes por la Universidad Miguel Hernández, quien hace como seis meses le comunicaron que iba a ser uno de los galardonados por su tesón académico.

Lo cierto es que ponerse a estudiar una carrera cuando ya no se es ni un veinteañero ni un treintañero no deja de tener su mérito. Y más por el hecho de que para poder formarse tenía que desplazarse casi a diario a 80 kilómetros de Elche (y otros tantos para volver), ya que la Facultad de Bellas Artes de la UMH se encuentra en Altea.

Y por si fuera poco, estudiar una carrera mientras se trabaja, tampoco es algo sencillo. De hecho, en su caso Ángel Castaño tiene una farmacia en Matola que regenta junto a su hermana. Es decir, ya tenía la carrera de farmacéutico, pero notaba que le faltaba algo, que tenía que hacer frente a su pasión, apostar decididamente por lo que siempre le ha gustado.

Matola

Dicho y hecho. Después de retornar de Granada donde se licenció por primera vez y de aterrizar, tras pasar por Hondón de los Frailes, en Matola, comenzó a asistir a clases de pintura con Antonio Agulló mucho antes de matricularse en Bellas Artes. Finalmente se graduaba en la línea de Plástica y lo hacía con Premio a la Excelencia Académica en Bellas Artes.

Sin embargo, decidió no detenerse ahí, ya que en 2015 se doctoró (con sobresaliente cum laude) en Bellas Artes con un trabajo sobre la colección de obras de arte del Patronato del Misteri, tanto de la cartelería como de otras obras artísticas. No en vano, además de ser hermano del historiador y archivero del Misteri, Joan Castaño, Ángel también llegó a formar parte de la Escolanía del drama asuncionista, por lo que su vinculación con este Patrimonio de la Humanidad es dilatada.

«Es un honor recibir este reconocimiento y más representando a la UMH», explica este artista, quien guarda muy buen recuerdo de sus compañeros de clase y de sus docentes.

En su opinión, si sacas buenas notas y trabajas duro, al final recoges los frutos. «La verdad es que la situación es complicada, pero soy optimista. Soy de los que piensan que trabajando y estudiante y sí además cuentas con un buen expediente es algo más fácil llegar a los sitios», indica.

En cuanto al secreto de su éxito, y no solo por obtener un 9,6 de media en su carrera universitaria, Ángel indica que puede radicar en el hecho de que no tenía ningún tipo de presión para sacarse la carrera. «Como no estás pensando en los resultados (léase aquí notas), estás disfrutando con lo que haces», apunta.

Pero sus inquietudes artísticas no han quedado ancladas ahí. Hace pocos años, además de contar con su propio estudio de pintura, decidió abrir además un espacio expositivo. La planta baja funciona como tal, alternando la obra del propio Ángel Castaño con la de otros artistas con los que comparte su espacio. Su humildad le lleva a asegurar que no es una galería de arte, pero lo cierto es que su «Ángel Castaño Arts Space» (ACAS), como así se denomina, es una puerta a la cultura. Aquí no solo se exponen obras de arte, sino que ha ido evolucionando de tal medida que acoge desde presentación de publicaciones hasta tertulias, talleres y clases.

Ángel Castaño ha sido uno de los tres estudiantes de la UMH, junto a Sergio Molina Rodríguez y Reinaldo Vicente Thielemann Jornet, destacados a nivel nacional por su excelencia académica.