Conocí a Pilar Amorós (Elche, noviembre de 1940), a principio de los años 70, siendo yo adolescente y ella una joven arquitecta con estudio propio. Yo cuidaba de su hijo Axel mientras cursaba el bachillerato y decidía que estudios universitarios quería realizar.

Para mí ella era una mujer joven, profesional y moderna (el suelo de goma antideslizante de colores de su casa era increíble). Representaba un modelo de mujer a la que quería parecerme. Además, estaba casada con un extranjero (algo nada corriente en aquel entonces) muy simpático. Con posterioridad la familia aumentó en tres miembros más.

Pensé estudiar arquitectura pero las Matemáticas y la Física no se me daban bien. Me fui a Madrid, donde también estudió Pilar, y elegí Ciencias Políticas y Sociología especializándome en Sociología Urbana.

Más tarde volvimos a coincidir en el Ayuntamiento de Elche donde ella ejercía de Arquitecta Jefe Municipal y yo fui nombrada Gerente del Patronato Municipal de la Vivienda. Trabajamos juntas en el equipo redactor del Plan General de 1992.

Tengo la imagen de ella como una mujer trabajadora, tímida pero enérgica. Me causaba respeto y admiración. Pienso en lo difícil de llevar las riendas del urbanismo en un municipio como el de Elche que creció tanto y tan rápido y en un sector con tan poca presencia de mujeres y tantos intereses económicos en juego, o como decía ella “chanchullos”.

Toda una vida profesional dedicada a la función pública desde uno de los puestos de mayor responsabilidad e influencia para el municipio.

Para mí en la adolescencia fue una inspiración y siempre le he tenido gran estima y admiración.

Mi pesar a su familia.