Una investigación de la Universidad Miguel Hernández (UMH) ha descubierto la especial resistencia del picudo rojo a los cambios bruscos de temperatura, en concreto a las disminuciones térmicas. La responsable de este estudio y profesora de Zoología, Trinidad León, destaca que «estos resultados suponen una evidencia científica más de la necesidad de detener el cambio climático», vinculado a las variaciones impredecibles de temperatura. «Si no actuamos se producirá un desequilibrio en el que las plagas como el picudo crecerán, mientras otros muchos insectos desaparecerán», apunta León.

Este trabajo tiene en cuenta que cada vez son más frecuentes los eventos de anomalías térmicas en los que la mayoría de insectos detienen su desarrollo morfológico, entrando en estado de inactividad. Sin embargo, el picudo rojo, la plaga más dañina del Palmeral ilicitano, «no interrumpe la transición larva-pupa cuando disminuye bruscamente la temperatura en siete días, simplemente ralentiza levemente su desarrollo». Todo ello pese a ser un insecto de zonas geográficas cálidas. «Se protege del frío segregando sustancias crioprotectoras que produce en su interior». Este estudio es el primero que ha utilizado la microscopía holográfica para cuantificar la arquitectura tridimensional externa de un insecto y la tomografía computarizada por rayos X para ver el efecto de una disminución abrupta y transitoria de la temperatura ambiental.