Opinión

El tufo machista y sensacionalista del caso Begoña Gómez

Pedro Sánchez y su mujer Begoña Gómez en un acto electoral de las pasadas elecciones.

Pedro Sánchez y su mujer Begoña Gómez en un acto electoral de las pasadas elecciones. / JOSÉ LUIS ROCA

A pocas horas de saber qué hará Pedro Sánchez, quien diga que está seguro de lo que va a pasar, miente. Lo único seguro es lo que ya ha ocurrido y son tres puntos que desprenden un hedor tremendo:

El triunfo de los bulos. Sin la gota diaria de bulos no se hubiese llegado hasta aquí. Por el año 2017 ya investigué que éramos el país de Europa que más noticias falsas recibía y que para 2022 se consumirían en Europa más noticias falsas que verdaderas. En 2024 el triunfo de los bulos es real. Al punto de que un juez abre diligencias con noticias falsas. En la universidad estudiábamos la prensa amarillista, escandalosa y sin investigación. Para vender pero, también, para derrotar a un rival. Debatimos si señalar a pseudo medios daña la libertad de expresión, pero en la Constitución la libertad de expresión está limitada a “comunicar o recibir libremente información veraz”. Y esa es la clave de todo: la veracidad. El resto es propaganda. Si no protegemos esto, la democracia está en venta, porque esto crea la opinión pública que luego vota.

El tufo machista. Esto empezó hace tiempo (igual que con las esposas de Obama o Macron) con la mentira machista y tránsfoba de llamar “Begoño” a la mujer de Sánchez. A la vez, proceso de deshumanización del presidente. Y desde aquí es interesante unir una serie de puntos. Uno, caso Letizia Ortiz. Para ir a por el rey Felipe por permitir la investidura, se hizo una campaña contra la reina. Ahora, para ir a por el presidente del Gobierno, campaña contra la esposa. Esto no significa que no pueda ser cuestionada o investigada. Es el uso machista de las mujeres frente a sus parejas hombres como arma y solo con sospechas. Incluso la oposición cuestiona que deba trabajar la esposa de un presidente. Hace días el PSOE habló de una noticia falsa de la mujer de Feijoó. La diferencia está en que esa noticia fue rectificada por el medio y no se judicializó. Dos, se hace mofa de un presidente que “debe venir llorado de casa”, porque rompe la vinculación entre poder y masculinidad. Tres, con la pareja de Ayuso no se parte de una suposición ni de noticias falsas, sino de delitos reconocidos por él. Cuatro, Miguel A. Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, avisó en una entrevista que se hablaría “mucho” de la mujer de Sánchez. Cuatro, recordemos cómo acabó Casado. Unir estos puntos es necesario.

El sello ultra. Otra diferencia con el caso de Ayuso. A su pareja la investigó la Agencia Tributaria y tiene denuncia en la Fiscalía. Detrás del caso de Begoña Gómez está el sello de Manos Limpias. Que también denunció las críticas de Irene Montero a los jueces, y se sumó a las denuncias del 8M por el Covid. Las dos acabaron archivadas. Por cierto, ahora se suma Hazte Oír.

Todo esto es una cuestión de guerras abiertas entre partidos, de dónde se pone el listón de la ejemplaridad, del efecto bumerán y de lo moral. Pero al final de todo, esto no va de Pedro Sánchez o de Begoña Gómez, va de poder, democracia y de las alas del fascismo. O se para o crecerá.