Ni el goteo constante de malas noticias sobre la pandemia, ni el intenso frío de las últimas jornadas, consiguen que nos olvidemos del asesinato de Alicia. 70 «días vividos» para el resto de la sociedad, pero no para ella. Los mismos días que lleva su asesino libre, 70.

Una libertad tan inmerecida como inquietante para toda la ciudadanía. Una ciudadanía que, por otra parte, no puede permitir que el silencio y el paso del tiempo desemboque en el cómodo olvido colectivo que tanto nos ayuda a huir de nuestros fantasmas, de nuestros miedos. Lamentablemente, esa ayuda no es gratuita; de hecho, en mi opinión, es muy probable que el precio a pagar sea contribuir, sin quererlo, a minimizar algo tan horrendo como es la muerte de forma violenta de una mujer.

Y no es sólo por nuestra sensación de falta de seguridad si no se detiene al autor del asesinato, es ante todo por respeto a la víctima, a Alicia, ya que permitir olvidarla, es perder toda esperanza, en eso que denominamos HUMANIDAD.

Pero parece que recordar su asesinato es un tema que molesta, SI.

Ahora pedir « justicia» estorba, incómoda, en un momento que creímos históricamente libre y democrático, pero podría perjudicar a la investigación policial o ¿ no será quizá que evidencia su fracaso ante la falta de la detención del culpable?.

Pero ese no debería ser su pesar si toda la investigación se ha realizado adecuadamente, ¿o no?

No fue nada grato que propusiéramos utilizar la palabra «justicia» en un cartel (que ni se llegó a difundir) para el intento de concentración al mes de su homicidio y nos sugirieran omitirla. Aviso transmitido con el ancestral método de hilitos transparentes que proporcionan movimiento a las marionetas y que los artistas titiriteros usan con tan hábil destreza y grandeza.

Titiriteros en posiciones destacadas que quieren manejar nuestras emociones, nuestra rabia, nuestro miedo y nuestro dolor.

¡Vale! Estuvimos quietos, callados, para eso, para no molestar ni interferir. Y aquí seguimos, sin respuestas, extrañados ante lo sucedido y espantados ante la falta de información policial, ni el comisario responsable del caso ha creído conveniente reunirse con representantes sociales de la pedanía para transmitir, reforzar, informar, escuchar o, al menos eso que se dice: «dar la cara» ante tal situación.

Qué falta de empatía y de humildad ha sido no hacerlo, qué poca consideración no dedicar un poco de su tiempo en atención a la sociedad de nuestra pedanía.

Detalles tan llamativos, como permitir el riego horas después por la acequia donde se halló el cuerpo, la falta de blindaje del lugar de los hechos y otros muchos interrogantes nos provocan dudas.

Los días vividos sin ella seguirán siendo TODOS, una eternidad, para su familia y amistades, pero no serán, ni uno, los días vividos que pasen, sin recordarla y sin homenajearla desde el corazón y desde la palabra.

Alicia era y será una mujer comprometida apoyando a varias causas solidarias y justas, amante de los animales, revindicativa de iniciativas sociales para mejorar la situación de personas con discapacidad o impulsora de acciones para fomentar la investigación de enfermedades infantiles e, incluso, también, solicitar públicamente la repetición del juicio sobre el caso de la sevillana Marta del Castillo.

Te mataron Alicia.