El 13 de agosto se produjo un incendio en el barranco de los Arcos donde se quemaron unos 50 metros de cañas. Las que se libraron del fuego cayeron dentro del cauce provocando un tapón de aproximadamente 50 metros de largo.
Los residentes de esta zona, donde se concentran una veintena de viviendas, aunque hay otras muchas que también tienen que pasar al barranco para entrar a sus casas, que reclamaron a la Confederación Hidrográfica del Júcar y al Ayuntamiento que limpiaran las cañas que invaden los accesos a sus viviendas, sin éxito alguno.
Por eso, por su cuenta y riesgo se pusieron manos a la obra este domingo para desbrozar todo aquello que pueda suponer una barrera y ocasionar inundaciones ante una lluvia torrencial.
Durante tres horas, una decena de personas, con la ayuda de un tractor, trabajaron sin descanso para retirar las cañas de una zona, que según Cayetano Agulló, uno de los vecinos afectados, lleva 14 años sin limpiarse. Con las manos que tenían disponibles y con los pocos medios técnicos a su disposición lograron retirar la vegetación de unos 180 metros cuadrados de superficie.
Pudieron hacer mucho, pero no lo suficiente para toda la dimensión que tiene el barranco por lo que reivindican una limpieza en profundidad por parte de las administraciones. Lo que reclamaron al Ayuntamiento fue la retirada urgente del tapón de cañas que amenaza sus viviendas y su seguridad en caso de una posible riada y que más adelante, ésta u otra entidad pueda realizara una limpieza en profundidad. El problema es que aseguran que ninguna administración se pone de acuerdo para acometer esos trabajos. Después de tocar la puerta de la Confederación Hidrográfica del Júcar, admiten que ésta les ha dicho que la competencia en esa zona la tiene la del Segura y ésta que la tiene el Ayuntamiento, desde donde dicen que la responsabilidad es del Segura.
Y este desentendimiento está haciendo que el tiempo siga corriendo sin soluciones. En unas condiciones parecidas hay otras muchas casas diseminadas dentro del cauce del Vinalopó entre Daimés y Derramador, viviendas que se construyeron hace décadas dentro de barrancos sin todos los permisos urbanísticos necesarios.
