La UMH de Elche demuestra que el picudo rojo también resiste las bajas temperaturas

Un estudio de profesores de la Universidad determina que el insecto, pese a que es nativo de zonas cálidas, desarrolla respuestas bioquímicas para adaptarse al frío

Dos operarios fumigan contra el picudo en el Palmeral de Elche.

Dos operarios fumigan contra el picudo en el Palmeral de Elche. / Antonio Amorós

Borja Campoy

Borja Campoy

Un estudio llevado a cabo por la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche demuestra que el picudo rojo, una de las peores plagas de las plantas de todo el mundo, es capaz de desarrollar rápidamente una respuesta bioquímica para adaptarse a las bajas temperaturas ambientales. Al tratarse de un insecto nativo de zonas tropicales y cálidas, los modelos de predicción de distribución geográfica no suelen contemplar que el picudo rojo se pueda expandir hacia zonas frías, lo que puede desembocar en una deficiente monitorización de estas zonas o de otras afectadas por el calentamiento global. Los resultados del estudio realizado por los profesores de la UMH Trinidad León y Arturo Serna puede ser muy útiles para el manejo integrado de las plagas.

Para la realización del trabajo se recolectaron larvas silvestres durante las primaveras y otoños entre 2019 y 2021 de palmeras infestadas, ubicadas en el Palmeral de Elche. La eliminación de larvas fue realizada por personal cualificado de la empresa pública que lleva a cabo la conservación del Palmeral. Tras la recolección, las muestras fueron llevadas inmediatamente a laboratorio, donde se seleccionaron aquellas en estado errante o prepupal, que es el estado larvario más expuesto en condiciones silvestres a las características térmicas del ambiente.

La segregación de glucosa, seguida de la de glicerol y de otros aminoácidos, es clave para evitar las lesiones

Los investigadores León y Serna han identificado las principales sustancias que el picudo rojo segrega para evitar las lesiones que el frío ocasiona en la mayoría de los insectos. Entre las sustancias segregadas destaca fundamentalmente la glucosa, seguida del glicerol y de varios aminoácidos. Dentro de estos aminoácidos sobresale la alanina, si bien otros como serina, ácido aspártico, histidina, leucina, isoleucina, treonina y valina incrementan también de forma significativa.

Los profesores de la UMH señalan entre sus conclusiones que, por primera vez, se ha demostrado que el picudo rojo es capaz de desarrollar una respuesta rápida al frío no estacional, lo que incluye la síntesis de sustancias bioquímicas de bajo peso molecular. Los resultados proporcionan la base fisiológica subyacente para estudios previos, que muestran que las prepuras y pupas son las etapas del picudo rojo más resistentes a las bajas temperaturas, con un umbral letal de 0 grados, y también para estudios morfológicos recientes, que muestran que la transición de larva a pupa continúa casi sin perturbaciones durante la quiescencia inducida por el estrés por frío, con un ligero retroceso en el desarrollo.

Cambio climático

León y Serna explican que se debe estudiar la manera en la que los insectos se adaptan al cambio climático. Normalmente, las temperaturas frías son una barrera para su distribución geográfica. Sin embargo, debido al calentamiento global del planeta, es posible que la temperatura ya no sea un impedimento para que colonicen nuevas áreas. La propagación de las plagas dependerá de su respuesta adaptativa a los periodos fríos y a las anomalías térmicas asociadas al cambio climático.

Los autores del trabajo también señalan en sus conclusiones que el picudo rojo está actualmente presente en algunas regiones con temperaturas invernales cercanas a los 0 grados, donde el calentamiento por fermentación microbiana dentro de palmeras infestadas facilita la hibernación y el desarrollo continuo de esta plaga. Por otro lado, el conocimiento de las moléculas específicas utilizadas por el picudo rojo para hacer frente al frío permitirá futuros estudios preventivos.

El trabajo que da a conocer ahora la UMH supone la continuación de un estudio publicado a finales de 2020, en el que se determinó que el insecto podía afrontar el cambio climático con éxito, gracias a sus mecanismos para continuar su desarrollo frente a disminuciones bruscas de la temperatura ambiental.

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