Las nueve letras que dividen al mundo: Igualdad. Así ha vivido Elche el 8M

Miles de mujeres salen en Elche, en una larga y firme jornada reivindicativa para reclamar de la sociedad un reconocimiento real al papel que desempeñan, sin distinción de salarios ni discriminación, libres y orgullosas del feminismo al que representan

M. Alarcón

M. Alarcón

Miles de personas, en su inmensa mayoría mujeres, pusieron fin esta noche del miércoles en Elche a una larga jornada reivindicativa del 8M, el Día Internacional de la Mujer, con una marcha que atravesó la ciudad. Como es tradicional tuvo su inicio, en el barrio de Carrús, en la plaza de la Aparadora, un símbolo de la opresión que sufrieron, sufren y, por desgracia, seguirán sufriendo si alguien no pone fin a las desigualdades de estas trabajadoras invisibles del calzado que han hecho de sus casas un taller donde cuidan y alimentan a sus familias; hasta concluir en la Plaça de Baix donde hubo varios actos que sirvieron de colofón al día de lucha, de sentimiento de orgullo y de reivindicación. Ha sido una jornada que dejaría de tener sentido si la sociedad fuera lo que dice ser: igualitaria. Once letras que tanto cuesta lograr después de tantos años, pero la lucha continúa. 

La movilización de la marcha por las calles de Elche, tras la animosa batukada que no puede faltar, tiene su inicio cada año, curiosamente, cuando llega la noche, probablemente el momento que cualquier mujer más teme del día excepto en este 8M donde una marea donde el color morado, en sus distintas tonalidades, es el predominante y que les guía en lo que debería ser una fiesta de la sociedad. Un día de celebración y no de demandas.

Organizadores

Los dos movimientos sociales que impulsaron la jornada, la Asamblea 8M y la Coordinadora Feminista, con el respaldo de varias concejalías del Ayuntamiento de Elche, pero sobre todo la presencia de mujeres, de todas las edades que se movilizaron, cuyo mensaje se hizo presente desde primera hora de la mañana, cuando en los institutos las clases se quedaron vacías, hasta última hora de la noche, se dieron más que satisfechos por el resultado de la jornada de lucha. Hubo actividades de todo tipo organizados por los distintos colectivos y en todos también hubo presencia de hombres, apoyándolas. No faltó teatro, música, suelta de globos, discursos, soflamas y, sobre todo, empoderamiento.

Enfadadas

Las mujeres que salieron a manifestarse esta tarde lo hicieron empoderadas pero enfadadas, nadie participó con alegría ni por el mero hecho de que lograr una amplia participación del colectivo al que representan, y que es cada vez mayor, fuera suficiente para esbozar una sonrisa. La gran mayoría salió a quejarse, a protestar, a reivindicar, a pedir mejores sueldos, a solicitar igualdad o justicia para poder vivir sin miedo. En definitiva, para ser y sentirse libres. 

Muchas portaban pancartas y de todos los tamaños y colores. Era imposible no pararse a leerlas porque, diciendo todas el mismo mensaje, no había dos iguales. Y daba lo mismo si lo empuñaba una joven o una mujer mayor. Si una defendía su cuerpo y la otra un salario de igualdad que no de dignidad. También hubo mensajes recordando la represión que sufren mujeres en muchos otros países del mundo o aquellas que son víctimas de guerras e invasiones.

De este modo la marcha fue avanzando lentamente mientras muchas participantes acompasaban su marcha a la de aquellos mensajes y pancartas con los que más se identificaban. Las aparadoras por un lado, las estudiantes por otro, los movimientos sociales o los sindicatos dando presencia y soporte a la jornada. También hubo presecia de políticos en un segundo plano.

Batukada

La batukada animó al público en la Plaza de Baix mientras que la larga marcha iba llegando y ocupando su lugar al punto. No se habló en los discursos que siguieron de nada que no se haya hablado otras veces: de educación, derechos, justicia, igualdad.... Fueron palabras que se repitieron en los discursos que cerraron el acto. Pero también hubo bailes y mensajes. Canciones, conBebe como protagonista, que dignifican y ensalzan el papel de una mujer que, como dice la canción, se da cuenta de su alma. De que ha llegado su momento. De que no tiene que soportar nada ni a nadie que no quiera.