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"Pipa", la palmera de Elche que murió en su cuarta vida

La emblemática «Pipa» de Algoda, con su serpenteante forma, sucumbe al ataque del picudo tras sobrevivir a tres caídas anteriores

"Pipa", la palmera de Elche que murió en su cuarta vidaElcheXploreR

Dicen que siete vidas tiene un gato, y cuatro ha tenido uno de los ejemplares de palmera más icónicos y singulares de Elche. La palmera «Pipa» de Algoda no ha podido resistir el ataque del picudo rojo y la resistente planta ha sucumbido a este insecto devastador de los palmerales, tras sobrevivir a tres caídas anteriores.

El coleóptero más temido en Elche estaba haciendo de las suyas en las entrañas de la singular palmera y el pasado jueves, finalmente, el tronco se partía sin que nada se pueda hacer por este curioso ejemplar con su forma serpenteante.

«Un día triste para la familia Berenguer-Coves, en primer lugar, y para todos aquellos que admirábamos ese ejemplar», lamenta el colectivo ElcheXploreR, que tan pendiente ha estado de esta palmera en estos meses. Esa familia ha cuidado del ejemplar que se encontraba en su finca privada.

La palmera «Pipa» cuando fue apuntalada el pasado mes de julio.

Caprichosa forma

Se trata de una de las palmeras singulares de Elche, una de las más bellas. El tronco tenía una caprichosa forma y atravesaba la valla de la propiedad por encima del muro. Hacía varios giros buscando la verticalidad. Esta palmera sinuosa era conocida también como «culebra dels Berenguer», por el apellido de los propietarios de la finca y el huerto donde se situaba.

Palmera "pipa" de Algoda antes de ceder, con su serpenteante forma.

Estaba en su cuarta vida ya, y parecía inmortal. Esta palmera sufrió hace años una primera caída tras un fuerte vendaval. Pudo ser erguida y sobrevivió continuando su serpenteante camino. Hasta el pasado julio. A mediados de ese mes su copa caía de nuevo, pese a estar sujeta con cuerdas. «Está tumbada, pero aún no está seca, y estas plantas son más frágiles que un árbol», explicaba entonces Carlos Martínez, de ElcheXploreR. Se buscó su verticalidad lo máximo posible.

No fue suficiente. Pocos días después, ese mismo mes de julio, sufría su tercera caída. Fue entonces cuando, desinteresadamente, un grupo de personas y colectivos como ElcheXploreR, APELX y Volem Palmerar se unieron para intentar rescatarla con todos los medios posibles.

Una grúa fue necesaria para levantar el pesado cepellón de la palmera en julio.

Todos a una en su rescate

Con una grúa, cedida por una empresa ilicitana, y gran delicadeza, fueron levantando de nuevo la copa de la «Pipa» de Algoda. También participaron la propietaria de la finca, Mercedes Coves Díez, que tiene 90 años, su hija Mercedes Berenguer y «un grupo de personas vinculadas y desinteresadas, pero amantes del mundo de la palmera» procedentes de Elche, Algoda y Matola, explicaba, de nuevo, Martínez.

Se le colocaron puntales para que el cepellón aguantara y se consiguió elevar su copa a tres metros, como estaba. Pero, por dentro, un enemigo que solo se hace visible cuando una palmera empieza a mostrar síntomas de secarse o se cae, estaba haciendo estragos. El picudo rojo, enemigo público número uno de las palmeras, estaba acabando con el apreciado ejemplar.

Unos puntales de obra trataron de sostener la copa de la palmera, hasta su caída el pasado jueves.

Finalmente, el pasado jueves se partía por completo, sin poder obrarse otro milagro para salvarla.

Los propietarios de la finca hicieron un vallado especial para el paso del ejemplar.

La palmera, que tenía más de siete metros de longitud, que no de altura, creció de una forma caprichosa hasta convertirse en uno de los ejemplares más singulares del Camp d’Elx.

Nacía en la finca de los Berenguer, una familia muy conocida en la pedanía, pero, en vez de ascender, el tronco tenía una caprichosa forma, pues atravesaba la valla de la propiedad por encima del muro, lo que obligó a los propietarios a cortar la malla metálica, y cuando se dirigía hacía el camino daba un capricho giro de 90 grados para volver a la parcela. Hacía varios giros buscando una verticalidad que nunca tuvo.

El tronco "comido" por las larvas del picudo rojo.

Libro

En el libro «Elche, ciudad oasis», su autor, Juan Lorenzo Antón, se refiere a este ejemplar recordando que, debido a un fuerte vendaval, «esta palmera se derrumbó hace unos años» y, gracias al dueño de la finca, «que decidió ‘alimentarla’ colocándole un buen montículo de tierra y siguió regándola y abonándola, esta lo agradeció y siguió creciendo tan campante, pero a ras de suelo».

El autor explica que «de nuevo, les creó un problema, pues la palmera invadía ese camino muy transitado; pero, ante su agradable sorpresa, la palmera, tal vez consciente de que ‘se iba de casa’, se retorció de nuevo en un pavoneo circense para regresar a su morada y hacia los ‘padres’ que tan bien la habían cuidado en el pasado y ‘le salvaron la vida'». Un «pavoneo circense», dice Antón en su libro, que ha acabado cediendo.

Los conservacionistas están a la espera de que el Ayuntamiento de Elche publique un Catálogo Municipal que incluya el patrimonio arbóreo y palmeral que lo preserve y visibilice. En muchas ocasiones, como en este caso, son los propios dueños de las fincas quienes hacen de centinelas de este tesoro natural hasta su muerte.

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