Entrevista | Fernando García Fontanet Fundador del Museo Escolar de Pusol e Hijo Adoptivo de Elche

Fernando García: «El Museo de Pusol me dio una gran satisfacción y sigue siendo parte de mi vida»

Hablar con Fernando es sumergirse en Pusol y navegar por la historia de un joven visionario que paseó un proyecto por medio mundo que, once lustros después, es uno de los legados más preciados de la ciudad. Con su vocación cosechó premios como la Medalla al Mérito Cultural, la de Plata del Bimil·lenari y el Premio Iberoamericano de Educación y Museos. El 19 de abril Elche lo homenajeará como Hijo Adoptivo.

García Fontanet tras la entrevista en el centro de Elche

García Fontanet tras la entrevista en el centro de Elche / Matías Segarra

J. R. Esquinas

J. R. Esquinas

¿Qué se le pasa por la cabeza cuando se entera de que recibirá el título de Hijo Adoptivo?

Pues la verdad que estoy emocionado y muy agradecido de este reconocimiento que me hace el alcalde, Pablo Ruz, y la corporación municipal, es un privilegio. Para mí Elche ha sido y es mi pueblo desde el primer día que llegué.

¿Cómo se asentó en Elche?

Nací en Alicante porque mi madre quería que naciera allí pero toda la familia ha vivido en Castalla. Mi padre era médico y estuvo 32 años allí y luego nos trasladamos a Elche cuando quedó una plaza libre. En Elche realicé mis estudios básicos y me dediqué a estudiar Perito Mercantil y Magisterio. Aprobé la oposición y mi primer destino fue Guardamar. Estuve dos años y luego me trasladaron tres al Cuartel de Benalúa, en Alicante, para enseñar a los soldados que carecían de estudios básicos.

¿De qué forma terminó llegando a Pusol?

Salió un concurso para colegios en localidades de menos de 2.000 habitantes y vi que todas las partidas rurales de Elche no tenían maestro y pedí Pusol, me lo concedieron porque tenía la suficiente puntuación. Cogimos la vespa Lolita (mi mujer) y yo y nos presentamos en el colegio y nos gustó mucho la escuela, en medio de palmeras y campos sembrados. Allí empezamos nuestro trabajo.

Tuvieron que ser duros aquellos inicios...

En aquella época en la enseñanza un maestro daba clase a primero, segundo y tercero así como primero y segundo de párvulos. En una misma clase estaban tres cursos, tuvimos que organizar un tipo de enseñanza que, como en enciclopedias de entonces , los cursos estaban escalonados. Dábamos por la mañana una misma clase para todos e insistimos mucho en la escritura, la lectura y sobre todo en la redacción, ¿y cómo lo podíamos hacer? Muy sencillo. En aquella época estábamos en plena agricultura tradicional y veíamos desde el colegio como pasaban los carros y araban. Muchos alumnos no conocían en realidad lo que era cada cosa. Los trabajos que hacíamos de redacción los hacíamos in situ en los lugares donde se trabajaba para que el agricultor nos explicara el proceso. Más tarde comenzó la industrialización del campo, se empezaron a comprar tractores y los almacenes donde los padres de los alumnos y vecinos tenían el carro y herramientas los dejaron fuera. Se nos ocurrió pedir esos objetos, que ya no se utilizaban, para ir explicando su uso en las clases. Comenzaron a traernos de todo, de todo, y llamábamos al agricultor para que a los niños les explicaran el nombre y el uso de cada cosa.

Fernando García Fontanet momentos antes de la entrevista en La Glorieta.  | INFORMACIÓN

Fernando García Fontanet en una de las exposiciones del Museo en 2009 cuando fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. | INFORMACIÓN / INFORMACIÓN

¿Empezó ahí a fraguarse el archivo del museo?

Montamos un taller en el que niños iban limpiando y ordenando lo que recogíamos, hacíamos una ficha a cada donante con su uso. Al cabo de un tiempo teníamos una cantidad enorme de elementos, así que comenzamos a utilizar el espacio de una de las vivienda del maestro y fuimos acumulando elementos hasta que utilizamos las dos viviendas. Después el Ayuntamiento amplió las unitarias en el huerto del colegio y en una de las viviendas montamos un museo con todo lo que teníamos clasificado y ordenado. Comenzaron a venir inspectores de Educación de la época, que se extrañaron de ver lo que hacíamos allí. El proyecto lo titulamos «La escuela y su medio», que era un proyecto que se estaba siguiendo en países escandinavos. Nos visitaron de Suecia y decían que hacían lo mismo, sacar a los niños del colegio para conocer el entorno y recuperar tradiciones.

¿Cuando el colegio pasó de ser convencional a singular?

Desde el primer momento fue singular, los niños muchos no habían tenido profesor y estaban entusiasmados. Padres, vecinos y el pedáneo don Antonio nos ayudaron mucho en la labor, sobre todo la gente mayor que se ofreció, como guías y monitores y cuando montábamos un taller venían y explicaban. Al cabo de un tiempo en lugar de salir a las 17 lo hacíamos a las 18 y las 19 de la tarde, la Partida de Pusol entera estaba muy implicada sabiendo que se estaba haciendo un trabajo útil y participativo. Empezamos a dar inglés, música, y llegó un momento en el que decidimos recuperar las danzas de la zona, donde participaban los alumnos. Vinieron de Alicante de un grupo folclórico, y se creó el grupo de danzas y los domingos hacíamos reuniones en las casas de los vecinos que se acordaban de los bailes tradicionales. Vino de Murcia mucha gente, de Biar, y estuvo cuatro años funcionando hasta que la subvención se terminó y seguimos con nuestro trabajo. Los niños estaban viviendo lo que era la vida de entonces. Por ejemplo venía una madre que decía que hacia pan en su casa, e íbamos a ver cómo se hacía y al día siguiente cómo se metía en los hornos de adobe.

Digamos que revolucionó a la partida rural

Con cualquier idea que les proponías se volcaba y participaban todos los vecinos, luego se sumaron los de otras partidas y de Elche, e incluso empezaron a venir personas de otros pueblos para ver cómo trabajaban los niños. Nos invitaban a dar conferencias sobre nuestro trabajo en universidades y a participar en muchos eventos fuera de España. Estuvimos en Alemania, Francia, Inglaterra, Egipto explicando y mostrando el proyecto educativo y en 1992 la Conselleria nos nombró oficialmente Centro de Cultura Tradicional Museo Escolar de Pusol. Comenzamos a recibir premios y reconocimientos tanto en España como fuera y llegó un momento en el que vieron la profundidad del trabajo educativo y museístico y tras la labor de muchas personas nos declararon Patrimonio de la Humanidad en 2009 y la Unesco nos incluyó en el Registro de Buenas Prácticas en la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, ese el resultado de la escuela y su medio que se inició en 1969. Los países sudamericanos estaban muy interesados y fuimos varias veces a Hispanoamérica y a la zona francófona de Canadá, querían que a través de la escuela se recuperasen sus tradiciones. Participamos en cantidad de concursos y nos dieron el primer premio hispanoamericano de colegios y museo, el único que nos dieron con compensación económica.

«El Museo de Pusol me dio una gran satisfacción y sigue siendo parte de mi vida»  | MATÍAS SEGARRA

Fernando García Fontanet momentos antes de la entrevista en La Glorieta / Matías Segarra

Unesco

Toda la divulgación internacional fue la semilla para lograr el reconocimiento de la Unesco en 2009, ¿no?

Estábamos bajo el foco de la Unesco , desde luego, nos invitaban para que expusiéramos y el problema era el idioma. Esto causó que vinieran a visitarnos y a invitarnos a muchas universidades. Nosotros nos dimos cuenta que la escritura era fundamental para el futuro de los niños en las universidades. En todas estas experiencias teníamos un mentor, Rico Belcher, asesor de la Unesco, y el tema fue que editábamos una especie de revista divulgativa que se llamaba El Setiet y la repartíamos por todo el mundo. Estábamos en plena ola y teníamos colaboración de todo el mundo como de Mari Lola Peiró, Sol Pérez y muchas más, sería imposible nombrar a todas y cada una, aunque me gustaría resaltar a Antonio Ródenas Maciá que fue mi compañero de andadura durante 20 años.

Viéndolo con perspectiva, ¿ha sido útil el reconocimiento?

Consiguió dar repercusión al proyecto educativo – museístico y por supuesto abundó en hacer la ciudad de Elche un referente con tres patrimonios de la Humanidad: Misteri, Palmeral y Centro de Cultura tradicional Museo de Pusol. Es importante que el mundo lo conozca porque es de las pocas ciudades que tiene tres y para mí es un orgullo haber contribuido con ese trabajo en el que la escuela, la partida y Elche estaban implicados.

¿Se ha desinflado la proyección internacional del proyecto?

No lo creo. Ahora mismo sigo la trayectoria del Museo por redes y prensa. Sé que continúan con la publicación del Setiet y está funcionando como siempre. El Museo es la memoria viva del pueblo de Elche.

Donación

¿Cuál es la donación a la que le guarda más aprecio?

Realmente las donaciones eran masivas, es muy difícil destacar alguna. Había algunas singulares como por ejemplo cuando falleció ‘Pin’, el creador de la Peña Madridista, la familia donó todas la documentación. La recordada y muy apreciada Lola Puntes dejó toda su herencia allí, familias de médicos…sería interminable. Hay muchísimas colecciones de libros. Destacaría por ejemplo un día que mi hija observó que estaban vaciando la Calahorra, me llamó y logramos recuperar documentos de personajes ilustres como Pedro Ibarra. Son incontables las cosas que hemos recuperado, y así va a seguir siendo, se continuará con el camino que iniciamos. Fue inestimable también la ayuda de los empresarios e industriales de Elche, me perdonaran los que no nombre, pero destacaría a Juan Perán (Pikolinos ), Pascual Ros – un enamorado del Museo que no pasaba un día sin venir, decía que cuando se jubilase leería todos los libros tan antiguos e interesantes que teníamos- o Roberto Botella y tantos otros…

¿Qué le ha dado ser el padre del museo?

Una gran satisfacción, el Museo ha sido parte de mi vida y lo sigue siendo. Es una tarea que realicé sin darme cuenta. Lolita me ha acompañado en todo, sin mi mujer no hubiera podido trabajar porque la mayoría de días salía de allí a las 21 horas (y ella se encargaba de los nenes y el trabajo en el juzgado) pero participó activamente en todo.

¿Teme que llegue un día en el que dejen de entrar fondos?

No. Cada época tiene sus cosas y van llegando desde los primeros ordenadores (que hay un montón) aparatos de radio antiguos, los primeros móviles, todo eso se va recogiendo. La gente cuando ya no le ve uso, ya no tira, los deposita en el Museo. Están incluso las máquinas del diario Información de Alicante y una gran colección de fotografías del diario, están los Cines de Elche, conforme fueron cerrando las máquinas del cine se mandaron allí.

¿Sigue vinculado al museo?

Estoy jubilado pero viene mucha gente a traerme cosas y los mando para allá, vienen donaciones aún, me llaman y vienen a recogerlas del Museo. Yo ahora estoy en casa recopilando el trabajo que hice en los años 70-80 y la verdad es que estoy bastante liado, solo de trabajos tradicionales que se han perdido he documentado más de 180.

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