Los fondos almacenados del Museo de Pusol triplican a los que hay expuestos

El espacio reconocido por la Unesco tiene 84.350 piezas inventariadas y 2.100 donantes registrados desde hace décadas - Los técnicos reciben solicitudes a diario de vecinos con materiales que se encuentran en reformas y al heredar viviendas

J. R. Esquinas

J. R. Esquinas

Una parte de la Historia que se escapa al ojo humano conservada en cajas y apilada entre estanterías. El Museo Escolar de Pusol conserva en almacenes el triple del total de fondos que hay expuestos en las instalaciones de la pedanía ilicitana. Es sólo una aproximación que hacen desde la dirección de la fundación ya que podría ser incluso superior.

Tal es la ingente cantidad de herramientas agrícolas, mobiliario y artilugios de toda índole que han recibido con el paso de las décadas, que hasta la fecha están inventariadas 84.350 piezas que proceden de los 2.111 donantes que han colaborado para engrandecer un patrimonio etnográfico compartido.

El museo fue reconocido por la Unesco en 2009 en el registro de buenas prácticas en base a un proyecto pedagógico que tuvo el germen al darse la oportunidad a vecinos, principalmente del Camp d’Elx, de donar pertenencias familiares que podrían tener un valor para explicar a las nuevas generaciones el mundo que les precedió.

Trastienda

Este diario ha podido acceder a la «trastienda» del museo, ese lugar clave desde donde se seleccionan aquellos artículos que después sirven para montar exposiciones fijas y temporales. En la actualidad el grueso de los bienes están almacenados en una nave del polígono de Carrús de unos 500 metros cuadrados cedida por el Ayuntamiento desde 1998. Estas dependencias se complementan con otro almacén ofrecido por la fundación Pascual Ros Aguilar y el propio depósito en Pusol.

Rafael Martínez, director del museo, junto a una de las motos que empleaba la Policía Municipal de Elche en la década de los ochenta.  | ÁXEL ÁLVAREZ

Rafael Martínez, director del museo, junto a una de las motos del Parque Infantil de Tráfico rotulada por la Policía Municipal de Elche en la década de los ochenta. / Axel Alvarez

Rafael Martínez, director del museo escolar señala que la mayor parte de los fondos pertenecen al primer tercio del siglo XX, por lo que entre los pasillos y estantes pueden hallarse desde maquinaria agrícola hasta sillería, botijos, pasteras, motos, arados, trillos, orcas, palas de aventar, máquinas de escribir, alguna imprenta y elementos que eran muy característicos en los hogares, además de alguna pieza religiosa de finales del siglo XIX o documentos que dan pistas, por ejemplo, de cómo era la publicidad hace un siglo. Entre los fondos también hay una biblioteca con publicaciones anteriores al siglo XX.

Capacidad

En estos momentos el principal almacén está a un 80% de capacidad, aproximadamente, pero por ahora se descarta una ampliación porque en estos espacios, donde «juegan al tetris», señala el director, pueden aumentar el acopio en altura, y se han descongestionado después de haberse desplazado medio millar de piezas almacenadas a la casa de l’Hort de Pontos. Este huerto municipal se inauguró hace unas semanas y la faeneta restaurada servirá como espacio para complementar la oferta divulgativa de Pusol desde la ciudad.

Turismo

Ahora bien, desde el museo consideran que sería muy positivo que los bienes que no se pueden contemplar en exposiciones, y que posiblemente tarden muchos años en ver la luz, podrían exhibirse en visitas. Los responsables explican que se podría replicar el modelo de otros museos que explotan turísticamente sus almacenes como el etnográfico de València y funcionan como «un magnífico reclamo», señala tanto el director como Marian Tristán Richarte, coordinadora del museo. Esta posibilidad ya se planteó hace años y se ha hablado a nivel interno pero sin que exista una propuesta firme sobre la mesa.

Por ahora la prioridad, indican, está en sacar adelante el proyecto en Pontos «que dará nuevas oportunidades» y después barajarían esta posibilidad incluso de hacer rutas que comuniquen el museo con la zona de almacenaje, aunque ello supondría adaptar los espacios a las normativas de accesibilidad y seguridad.

Cesiones

Aunque en los inicios eran residentes de Pusol quienes principalmente cedían materiales, el museo ha cogido tal peso que prácticamente a diario reciben llamadas de interesados en entregar aparatos de todas partes de la ciudad, e incluso se topan con curiosos de localidades incluso de fuera de la provincia que, por lejanía, el propio museo deriva a otros centros etnográficos.

Muestra de máquinas de escribir en los almacenes del Museo de Pusol

Muestra de máquinas de escribir en los almacenes del Museo de Pusol / Áxel Álvarez

¿Su pieza es de museo?

El trabajo al que se enfrentan los técnicos es evaluar, de entrada, si las piezas pueden tener cabida en el museo. Hay quienes llaman para ofrecer elementos que no tienen encaje, como podrían ser coleccionables recientes o mobiliario de unos 10 o 15 años. Suele ocurrir que al hacer reformas en casa, o heredar viviendas, hay quienes encuentran elementos antiguos que no quieren tirar a la basura y, desde la buena voluntad, piensan en el museo.

Desde el centro apostillan que a partir de la década de los ochenta, con la llegada de la digitalización cambió todo «y lo muy moderno no lo solemos aceptar» pero matizan que a veces hay elementos a los que se puede dar salida si sirven para explicar, por ejemplo, una continuidad tecnológica y se necesitan piezas como máquinas de escribir electrónicas porque culminan la serie de máquinas antiguas. Si bien, y pese a todo el volumen documentado, siempre procuran desde el museo dar prioridad a la temática agrícola, aunque no sea lo más antiguo, porque supone el origen del museo.

Solicitudes

En cuanto al proceso, una vez se hace una primera vista de todas las solicitudes nuevas que van entrando, muchas veces a través de fotos por Whatsapp y correo electrónico, el personal elige un día para hacer una ruta y recoger del tirón, con una furgoneta que les dispone la administración local o de alquiler, los elementos para después analizarlos en persona e inventariarlos. Aunque a gran escala el Villalobos fue el último comercio en estar representado en el museo, han recibido posteriormente género antiguo de algún comercio textil.

El trabajo es continuo para la catalogación, conservación y planificación de las exposiciones que tienen que pensar con un año vista, y en ellas se suelen mostrar piezas almacenadas como en la última temporal, que sigue montada, en la que han podido mostrar fotografías antiguas del Camp d’elx inéditas.

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