José Gallego ha confesado a sus 72 años de edad ser el autor de las pintadas realizadas en las últimas semanas sobre los símbolos franquistas que todavía perduran en diferentes edificios públicos y religiosos de Aspe. Concretamente en la fachada del colegio donde se encuentra la placa de la Generalitat Valenciana con el nombre del General Moscardó y en una pared lateral de la Basílica, que fue precisamente el lugar donde la Policía Local lo sorprendió, en la mañana del pasado domingo, subido a una escalera y tachando con spray rojo los nombres de un grupo de aspenses del bando nacional fallecidos en la Guerra Civil y recordados bajo el título: "Caídos por Dios y por España".

Hace tres años este jubilado aspense afiliado al Partido Socialista desde 1974 ya solicitó formalmente al Ayuntamiento, entonces gobernado por la alcaldesa popular Nieves Martínez, la retirada de todos los vestigios de la dictadura que perduraban en la localidad. Sólo quería hacer cumplir el artículo 15 de la Ley 52/2007 de Recuperación de la Memoria Histórica. Pero nadie le hizo caso. A partir de noviembre pasado, cuando el PSOE y EU alcanzaron la Alcaldía de Aspe a través de una moción de censura contra el gobierno popular, José Gallego volvió a solicitarle lo mismo y en varias ocasiones al actual alcalde, el socialista Manuel Díez. Pero el resultado ha sido igual de nulo. "Así que al final me he cansado de tanto esperar y de tanto incumplimiento y he decidido hacer yo mismo lo que dice la Ley", explicó ayer a este diario asegurando que no quiere protagonismos "porque no me siento ningún justiciero, no soy ningún héroe ni tampoco deseo tener más berrinches porque estoy delicado del corazón".

Tal y como él mismo ha explicado a este diario, sus andanzas comenzaron el mes pasado cuando, a las doce del mediodía, se dirigió al colegio General Moscardó y saltó la valla para emborronar el nombre de quien él considera "un militar golpista que traicionó el régimen legítimo de la II República". Y la semana pasada continuó con su particular campaña. Pero esta vez en la fachada de la iglesia. "Fui sobre las ocho media de la tarde -relató ayer- pero no pude acabar la faena porque se me gastó el spray y tampoco alcanzaba a los nombres que están en la parte más alta de este pequeño Valle de los Caídos". Pero volvió a las ocho de la mañana del pasado domingo y ésta vez llevaba consigo un bote nuevo de spray rojo y una escalera. Y fue entonces cuando un policía lo sorprendió y lo identificó advirtiéndole de que iba a abrir diligencias por su acción. "Me dijo que lo que estaba haciendo era ilegal y yo le respondí que lo que verdaderamente es ilegal es que todos esos símbolos franquistas estén todavía ahí donde están. Entonces me pidió que me identificara y yo le entregué el DNI y le dije: haga usted lo que tenga que hacer y cumpla usted con las funciones que tenga que cumplir y que sepa usted, señor agente, que si a mí me abren diligencias yo se las abriré también al Ayuntamiento por un incumplimiento manifiesto y reiterado de la Ley de la Memoria Histórica", recordó ayer José Gallego asegurando, por último, que no tiene miedo. Está convencido de que hacer cumplir la Ley no es ningún delito. "Al menos -puntualiza- en un país democrático y libre".