Pocos saben que en la localidad de Salinas nació hace 84 años un pintor único y autodidacta que rompió con los canones académicos abandonando la escuela de Bellas Artes de San Carlos, que se rebeló contra las modas artísticas de la época dominadas por el abstracto y que empleó una técnica original, semejante a la de los pintores primitivistas de la escuela Flamenca Clásica, con la que adquirió un enorme prestigio en Suiza y Estados Unidos, pasando a engrosar la mayoría de sus obras colecciones privadas muy cotizadas como la que la familia Rendall todavía conserva en Washington.

Y esa fama hizo que Juan Gabriel Barceló fuera considerado, en la década de los 60, el pintor de cámara por excelencia recibiendo encargos para pintar los retratos de John Fitzgerald Kennedy y de su esposa Jacqueline; de diferentes personalidades de la alta sociedad de Río de Janeiro, entre ellos el Gobernador del Estado de Guanabara, Carlos Lacerda, y su esposa e hija; del conde de Casa Rojas, embajador de España en Brasil, y de políticos, magnates y nobles entre los que destacó el retrato que le hizo a la Reina Fabiola de Bélgica.

Conoció a Picasso y al escritor monovero Azorín, a quien también regaló uno de sus cuadros religiosos, y entró por méritos propios en el selecto grupo de copistas del Museo del Prado. Sin embargo, a pesar de ser un maestro del retrato, uno de los primeros valores de la pintura española moderna y de haber dejado un legado de cuadros geniales como El Tríptico del Quijote su obra maestra, La Virgen Negra y El Pelé, su vida se halla en el anonimato y su obra sumida en el olvido. Y contra ambas cosas quieren luchar sus cuatro hijos Elisa, Juan, Cristina y Beatriz que, con la ayuda del Ayuntamiento de Salinas el pueblo natal al que el artista adoraba y donde mantiene casa y la estrecha colaboración de la edil de Cultural Mabel Crespo, han montado una exposición «contra el olvido» que puede visitarse en el Auditorio.