A escasos cuatro metros, con sus respectivos abogados - dos cada uno - ejerciendo de muro entre el uno y el otro, a cada esquina del banquillo de los acusados, y sin cruzarse mirada alguna. Así ha sido el reencuentro entre María Jesús M. C., Maje, y Salvador R. L.

Pocos minutos después de las dos del mediodía hacia su entrada en la sala Maje, toda de negro y con mirada erguida. La presunta asesina de Patraix portaba una cazadora de cuero negro, vaquero del mismo color y botas bajas color camel. Su peinado, con mechas rubias impecables, pendientes en forma de estrella y ningún símbolo religioso. 

La acusada caminó con seguridad hasta su asiento, sin girar ni una sola vez la vista ni hacia el jurado, ni hacia el presidente del tribunal ni hacia el público y la prensa. Nada más sentarse en la esquina izquierda del banquillo, el magistrado presidente de la Sala pidió a los agentes que le quitaran las esposas. Mismo gesto de humanidad que tendría a continuación con el coacusado.

Apenas un minuto después los policías hicieron entrar a Salva, vestido con vaqueros y un polo un verde del tono que se usan los sanitarios en los hospitales -es enfermero de profesión-. El presunto autor material del crimen, con huellas evidentes de sus tres años en prisión, entró con la mirada baja, sin atreverse a levantar los ojos, evitando encontrarse con los de su examante, una actitud que han repetido en todas las ocasiones en las que han compartido una sala judicial. 

Evitar el contacto entre ellos

Para evitar cualquier contacto entre ellos, el magistrado incluso hizo pasar al acusado por detrás de la mesa presidencial. 

Durante la lectura del escrito del fiscal, Salva escucha cabizbajo y hundido. Con el relato del crimen, de cómo esperó a su víctima a traición escondido en el garaje para asestarle ocho cuchilladas, el acusado se fue hundiendo cada vez más, hasta clavar el mentón en el pecho.

Por su parte, Maje se mostró erguida y recta, aunque con la mirada bajada a lo largo de esta primera sesión del juicio. Apenas algún gesto aislado negando con la cabeza cuando la letrada de Salva hacía su alegato inicial. Fue posteriormente, en la sesión que se retomó por la tarde, con las argumentaciones de su letrado Javier Boix cuando la acusada comenzó a estar inquieta en su silla, moviendo los dedos y mostrándose más interesada en lo que se estaba diciendo en la sala.

En cuanto a los once miembros del jurado, dos de ellos suplentes, estuvieron atentos en todo momento pese a recibir tanta información en un solo día. Eso sí, hubo de todo, mientras una tomaba anotaciones de lo que se iba diciendo, a otro se le escapaba un bostezo durante la jornada de la tarde y miraba su reloj esperando que finalizara la vista. Y esto solo acaba de empezar.

Más de un centenar de periodistas acreditados

Podría decirse que el juicio por el llamado ‘caso Maje’, en el que se juzga tanto a la presunta autora intelectual del asesinato de su marido como a su amante, autor material de las cuchilladas que acabaron con la vida de Antonio Navarro, es el juicio del año, o al menos eso parece por la gran expectación que ha generado. Más de un centenar de periodistas acreditados para seguir las sesiones de la vista lo demuestran.


En concreto 110 periodistas, entre redactores (34), técnicos y operadores de cámara (68) y ocho fotógrafos, de treinta medios distintos. El juicio que puede ser seguido en la web de Levante-EMV, se está celebrando en la Sala Tirant Lo Blanch de la Ciudad de la Justicia bajo las pertinentes medidas de seguridad y distanciamiento social con motivo del covid.