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Ruina irreversible para la casa señorial de la Finca Lacy de Elda

El abandono y el expolio destruyen el histórico edificio de la hacienda con la mayor explotación agrícola del municipio durante los siglos XIX y XX

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

La casa señorial del marqués de Lacy de Elda ha cruzado el punto de no retorno y su proceso de ruina ya es irreversible. Desde el exterior el pintoresco inmueble del siglo XVII ofrece una estampa decadente y se aprecia la cubierta vencida y los muros agrietados a punto de colapsar. Pero la imagen del interior es desoladora con paredes y techos derrumbados, escombros por todas partes, vigas por el suelo, zócalos arrancados, pintadas, suciedad, vegetación, expolio e incluso la presencia de dibujos geométricos utilizados en ritos satánicos.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Figura como Bien de Relevancia Local del Patrimonio Etnológico de Elda y está incluido en la Lista Roja del Patrimonio Español que elabora Hispania Nostra. En septiembre de 2011 el amplio edificio todavía conservaba vestigios señoriales, restos de frescos, ornamentos y elementos arquitectónicos que evidenciaban la importancia que tuvo la hacienda 200 años atrás. De hecho fue la mejor finca agrícola de Elda durante los siglos XIX y XX y hasta los años 70 se arrendaron algunas de sus parcelas para trabajar sus fértiles tierras.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Pero desde que el Ayuntamiento compró la finca en el año 1986 para crear el polígono industrial ninguna concejalía de Patrimonio Histórico ha hecho nada por restaurar la casa señorial del marqués de Lacy. Únicamente la Asociación para la Defensa del Patrimonio Histórico de Elda (Mosaico) luchó en aquel momento por conservar el inmueble y sus miembros han reivindicado durante décadas, pero sin ningún éxito, la necesidad de restaurar la casa señorial por su significado y valor para la historia etnológica de la ciudad.

Pintadas de ritos satánicos en el interior de la casa señorial de la Finca Lacy. J.C.P.G.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Emilio Gisbert, el actual presidente de Mosaico, advierte de que el edificio es irrecuperable dado su estado avanzado de ruina. "Lo lamentable es que en los años 90, cuando se comenzó a urbanizar el polígono industrial Finca Lacy del que ha tomado su histórico nombre, la Entidad Pública Empresarial de Suelo (Sepes) disponía de fondos para poderse haber llevado a cabo su restauración y puesta en valor sin ningún desembolso para las arcas municipales. Pero esa gran oportunidad se dejó perder y desde entonces ninguna de las Corporaciones locales ha puesto el más mínimo interés por evitar lo que ahora ya es inevitable", subraya.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Salvador de Lacy y Pascual de Bonanza, primer marqués de Lacy, accedió a esta finca en el año 1856 a través del legado familiar que recibió su esposa Teresa Reig, descendiente de Pascual Reig y Martínez, un rico heredero de haciendas de Orihuela. Según los estudios realizados por el presidente de Mosaico, Emilio Gisbert, y el cronista oficial de Elda, Gabriel Segura, al fallecer y no tener hijos, la finca pasó a manos de sus cuatro sobrinas. Una de ellas, Manuela Reig y González de Villaventín, contrajo matrimonio en el año 1856 con Salvador de Lacy y Pascual de Bonanza que, al fallecer su esposa en 1878, se convirtió en el único dueño. Por eso la finca recibió el nombre de Lacy, en virtud de su propietario que descendía de una estirpe de militares de la Corona española y fue nombrado marqués de Lacy por el Papa León XIII en 1883.

El robo de los zócalos de la casa señorial de la Finca Lacy. J.C.P.G.

Azulejos arrancados en la casa señorial de la Finca Lacy.

Azulejos arrancados en la casa señorial de la Finca Lacy. J.C.P.G.

Pero la propiedad cambia de manos en 1903 y la terrateniente noveldense Antonia Navarro Mira, “La Pitxoxa", se convierte en la nueva propietaria hasta que en 1920 la cede a su hija y a su yerno, miembro de la familia de los condes Gómez-Tortosa, que la venderán en 1972 a la Sociedad Mercantil La Jaud que, a su vez, la vende al Ayuntamiento en 1986 aunque en la década de los 70 la explotación agrícola ya había sido abandonada.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

En junio de 2019 el concejal de Patrimonio Histórico de Elda, Amado Navalón, admitió que era necesario actuar en el inmueble «para evitar llegar a una situación de no retorno ante el mal estado que presenta». Aseguró que era una de las intervenciones que tenía pendientes de estudiar con el arqueólogo municipal e, incluso, calificó la rehabilitación de la casa del marqués de Lacy como una las «necesidades prioritarias» de esta legislatura. Tres años después ya se ha cruzado el punto de no retorno.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

Estado ruinoso del caserón señorial de la Finca Lacy de Elda. J.C.P.G.

El caserón fue el centro de una extensa explotación agrícola, sobre todo dedicada al olivar, que disponía de una zanja de hielo rectangular y una presa que tomaba las entonces abundantes aguas del río Vinalopó para regar los cultivos. La casa, según describen Segura y Gisbert, estaba compuesta por un terreno de 223 tahúllas, una primera planta de 421.58 metros cuadrados y la planta baja de 580.55 metros cuadrados. La estancia principal, donde residían los propietarios, constaba de diferentes salones, dormitorios, aseos y cocinas. Además, en el piso superior había una capilla decorada con pilastras de alabastro y unas columnas salomónicas junto al altar. Pero el amplio inmueble también contaba con zonas separadas de la parte noble donde vivía la gente que trabajaba en la finca, además de almazara, corrales, establos y cobertizos para guardar la cosecha.

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