En un letargo inducido... y con poco margen de maniobra. Así ha quedado el Hércules desde que la Fiscalía presentó una querella contra el club y su fundación por un posible delito de alzamiento de bienes. Hace un mes y un día de aquello y el futuro de la entidad, en el ejercicio de su centenario, continúa en suspenso a la espera de que la propiedad se posicione más allá de lo estrictamente deportivo. La secretaría técnica que lidera Paco Peña, que tuvo vía libre para cerrar al nuevo entrenador, Ángel Rodríguez, en cuestión de dos horas, se topa ahora con que las operaciones en marcha para construir el equipo se enconan... o se evaporan.

Dos centran todos los esfuerzos del club desde hace tres semanas: la renovaciones de Raúl Ruiz y Nico Espinosa, que se encuentran encalladas, en punto muerto, después de que ambos rechazaran el primer ofrecimiento del Hércules hace 10 días. Las dos operaciones transitan por cauces diferentes. En el caso del extremo sub-23, como ocurría con otros valores jóvenes del equipo como César Moreno o, en su momento, Abde, la entidad blanquiazul se reservaba el derecho a prorrogar sus vínculos de modo unilateral, sin consultar al jugador.

Esa cláusula era válida hasta el 30 de junio. Después, tocaba negociar una nueva relación laboral. La propiedad declinó hacerla efectiva porque el salario que le quedaba a Nico en ese caso duplicaba la cantidad que prevé abonar anualmente el Hércules a los menores de 23 años en Segunda RFEF. Y ahí radica el problema.

El extremo –al que la actual secretaría técnica considera básico en la estructura de juego por su proyección, su desborde y su enorme calidad– cree que no puede seguir cobrando como si fuera un recién llegado al primer equipo y tampoco puede arriesgarse a que se fiche a un futbolista más caro en su posición que, por ese motivo, tapone su progresión porque está en su último año con ficha sub-23 y necesita sumar partidos con regularidad para garantizarse un futuro acorde a su potencial.

A FAVOR:

El Orgullo blanquiazul

►Los dos se sienten herculanos y los dos quieren seguir en el club. A ambos les sigue ilusionando saltar al Rico Pérez, jugar delante de su gente, sentirse parte del escudo y por eso siguen empeñados en no cerrar las negociaciones.

EN CONTRA:

La valoración de su trabajo

►Ambos consideran que las ofertas están por debajo de mercado. El problema es que el Hércules quiere aprovechar su amor a los colores para ajustarles los salarios a la baja y ninguno está dispuesto a perder más poder adquisitivo.

El Hércules quiere contrarrestar ese recorte salarial garantizándole más años de estancia en el club, siempre, claro, que se fije una cláusula de rescisión cercana a la que tenía Abde (2 millones) o a la que se le impuso a César (3). Y ese es otro problema porque el agente del joven talento blanquiazul entiende que eso perjudica a su representado, que pierde poder adquisitivo y, encima, queda atado de pies y manos para decidir su futuro en caso de que las cosas no funcionen en Alicante.

El de Raúl Ruiz es un caso paradigmático de alguien que rebaja excepcionalmente su ficha un año por ayudar al presupuesto de su nuevo destino porque compensa la pérdida con lo que gana del finiquito que percibe al salir del club de procedencia, que le rescinde el ejercicio que aún le queda porque no cuenta con él.

Pero eso fue el año pasado. En este, el capitán quiere recuperar, si no todo, una parte importante de su caché porque, además, aunque en lo colectivo la valoración ha sido mala, en lo individual no pude ponérsele pegas, ha dado lo que se esperaba de él y ha sido fijo en el sistema, readaptándose a una posición, la de extremo, que hace muchos años abandonó. 

La propiedad tiene que decidir si quiere o puede incrementar aún más el ligero aumento de la ficha del capitán, que se arriesga a perder mucho poder adquisitivo

El club tiene a su favor que los dos son herculanos de cuna, que a ambos les fascina jugar en el Rico Pérez, y por eso no han declinado el ofrecimiento definitivamente y continúan teniendo la esperanza de que el acuerdo cristalice. Ellos son los únicos por quien la secretaría peleará para que continúen. Los otros cuatro que la propiedad tenía interés en que siguieran, lo normal es que se marchen.

Tres de ellos, Adrián López, Álex Martínez y Borja Díaz, ya lo han hecho, no han querido esperar más. El lateral zurdo ha firmado con el Eldense, en Primera RFEF, misma categoría en la que competirá el mediocentro ofensivo, que pasa a reforzar a Unionistas de Salamanca, mientras que el portero será guardameta en el Recreativo Granada, en el grupo 5 de Segunda RFEF. Bikoro tampoco siente un deseo ardoroso de continuar en Alicante, pero en el caso del ecuatoguineano, la propiedad aún se guarda algún as.