Segunda RFEF

El Hércules traspasa su fatalidad al Lleida

La afición ilerdense sufre lo que tantas veces padeció la grada del Rico Pérez en las citas importantes

Resignación, señalamiento al colegiado y aplauso general a Carlos Abad, los sentimientos más repetidos en la hinchada catalana

Carlos Abad festeja con Alvarito la victoria del Hércules en Lleida y la consecución del liderato del grupo.

Carlos Abad festeja con Alvarito la victoria del Hércules en Lleida y la consecución del liderato del grupo. / Santi Iglesias / LOF

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Crecer de verdad, se crece en las victorias. En las derrotas se aprende a gestionar. El destino, ese repugnante trilero que juega sus cartas conociendo la de todos los demás, tiene tantas filias como fobias, así que no hay forma de saber cuándo salta de una a otra, solo hay que ser suficientemente paciente y aguardar a que se canse de morder sin perder la vida en esa maldita espera.

El Hércules se sacudió en Lleida el fatalismo que le persigue desde hace varios lustros, ese peso invisible e insoportable con el que acarrean quienes se acostumbran a ver como todo se tuerce el día menos indicado, como salta por los aires el sueño que se persigue, el que se alimenta, el que se hace añicos justo cuando más estruendo provoca.

Por primera vez, la hinchada blanquiazul fue capaz de ver a su equipo salir airoso de una gran cita. Lo hizo frente a un rival a su altura firmando un buen partido de fútbol por más que se resolviera tras una cadena de despropósitos defensivos. Los cien incondicionales que lo presenciaron en directo y los miles que lo siguieron en la distancia por sus dispositivos móviles esbozaron un grito de desahogo cuando el colegiado, tras decretar ocho minutos de prolongación, dio por concluido el envite.

La afición ilerdense sufrió entonces lo que tantas veces padeció la herculana, habituada, para su desconsuelo, a naufragar en los días señalados, los que dan gloria, los que sirven para que un equipo aprenda a valerse por sí solo. Al margen de un cántico despectivo desde uno de los fondos del estadio, la deportividad reinó antes, durante y después del choque que privó al Lleida del liderato en su propia casa delante de casi 9.000 personas, la demostración de que ninguna de las dos ciudades debería estar penando por el fútbol de esparto, por los sótanos del balompié nacional.

Si las redes sociales valen como termómetro del sentir general –que no valen y cada vez menos– se podría asegurar que la hinchada ilerdense encajó bien el «gancho». La aceptación del resultado, la resignación por el desafortunado lance que dio pie al tanto de Marcos Mendes, el señalamiento del joven colegiado encargado de dirigir el partido y la enorme actuación del guardameta visitante, Carlos Abad, concentraron el mayor número de mensajes en el canal de comunicación antes conocido como Twitter, el que más activistas del sentimiento futbolero de pertenencia reúne.

Ejemplo de mensajes escritos después del duelo entre el Lleida y el Hércules por la primera plaza.

Ejemplo de mensajes escritos después del duelo entre el Lleida y el Hércules por la primera plaza. / INFORMACIÓN

¿Demasiado inexperto?

La mayoría de seguidores que se manifestaron tras el encuentro en «X» lo hicieron avalando que lo más justo hubiera sido un empate, pero aceptando que enfrente tuvieron a un buen bloque, que se vivió un gran duelo entre ambas entidades y que las dos dejaron claro sobre el césped que eran las principales favoritas a jugarse el ascenso directo al final de la temporada, que la última palabra no está dicha y que volverán a verse las caras, algo, esto último, en lo que también coincidió Rubén Torrecilla en la sala de prensa.

Una minoría habló de decepción –un sustantivo que sí se repitió en los titulares de los medios de comunicación locales–, y casi todos posaron el foco sobre David Casabona, el veinteañero al que la Federación responsabilizó de la tutela de un pulso de superior categoría, otro concepto muy empleado a la finalización de choque entre los dos primeros de la Liga.

El navarro fue un lunar de esos con aspecto desigual y rojizo para la hinchada local y un mero espectador para la visitante. Lo cierto es que nunca había dirigido a ninguno de los dos por separado en sus dos años de estancia en Segunda RFEF. Le reclamaron dos penaltis, ambos en el área del Hércules, y la legalidad de un tanto ilerdense. Se inhibió en los tres lances, convencido de estar haciendo lo justo.

Más allá de la rivalidad, nadie mejor que la grada del Rico Pérez para entender lo que pasó el domingo mientras el Camp d’Esports se vaciaba pesaroso. Salió cara por una vez. Algo está cambiando en el destino del Hércules, ojalá no sea solo un arrebato.

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Cinco jugadores blanquiazules están a una amonestación de perderse un encuentro por acumulación de cartulinas amarillas. Los últimos en incorporarse a esta lista han sido Kalvin Ketu y Josema Gómez. El extremo camerunés y el central fueron dos de los castigados por el colegiado David Casabona en el transcurso del Lleida-Hércules que le dio a los alicantinos el título honorífico de campeón invierno tras la victoria por la mínima.

Además de esos dos futbolistas, están al borde de la suspensión Carlos Mangada, Roger Colomina, y Ryan Nolan. De todo ellos, solo el zaguero irlandés es el único que no es titular, al menos en las últimas semanas, los otros cuatro son fijos para Rubén Torrecilla, que esta temporada solo se ha visto privado de un hombre por causas disciplinarias, Juanmi García, expulsado por doble amonestación durante el batacazo en Sagunto (3-1).

En las mismas condiciones que el central, con tres tarjetas amarillas, están Alfonso Candelas y José Artiles, otro de los castigados en el Camp d’Esports, junto con Carlos Abad, que aún está lejos de ser uno de los apercibidos, dado que no le habían mostrado ninguna antes de la cita en la cancha del ahora segundo clasificado.

Tanto Mangada como, sobre todo, Colomina, están gestionando bien las cuatro amarillas con las que cargan desde antes del parón. Ambos están resultando capitales y el alicantino, después de la cesión de César Moreno al Valencia-Mestalla, no tiene sustituto natural en el vestuario a la espera de que el Hércules haga oficial un movimiento que se cuece a fuego lento. P. Rojas