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Ver la otra orilla es mirar aquí

La guerra siria, como coletazo de las llamadas primaveras árabes, cumple una década de su inicio; y sus efectos, sin importar distancias, fronteras y mares de por medio, ya son parte de la historia de los últimos años de la Comunidad Valenciana

Protesta en 2011 en la plaza Tahrir de El Cairo (Egipto), emblema de las primaveras árabes

Entre la plaza Tahrir de El Cairo y la plaza del Ayuntamiento de València hay poco más de 3.000 kilómetros de distancia. En 2011, una y otra orilla del Mediterráneo no solo compartieron la salitre marítima, sino que vieron cómo ese espacio central de la ciudad se llenaba de jóvenes que reivindicaban su frustración, su hartazgo, sus ganas de cambio. «Las primaveras árabes tienen mucho efecto en el movimiento social que luego surge en España con el 15M», explica Lola Bañón, doctora en Periodismo y experta en el mundo árabe. «La plaza de Tahrir llena de gente fue la imagen de ese momento, un shock visual que vio el mundo entero y que se replicó en las plazas españolas meses después. Fue fundamental el aumento de las redes sociales y la percepción de poder ocupar un espacio político, fue un cambio que sacudió el Mediterráneo, que era una zona que parecía estancada unos cuantos años», añade la periodista.

Esta semana se han cumplido 10 años del inicio de la guerra en Siria, «el último coletazo de las primaveras árabes», como lo define el catedrático de Filosofía del Derecho del Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València Javier de Lucas. Por su parte, para Joan Romero, catedrático de Geografía Humana, estas protestas serán similares a las que se verán posteriormente en la otra orilla mediterránea. «Ya no hay revoluciones, hay revueltas, es un problema de presente comprimido», dice citando a Enzo Traverso en Melancolía de izquierda. «Son explosiones de cólera, todas tienen ese punto común de falta de proyección de futuro, de conseguir el poder y no saber qué hacer con él al día siguiente, que es lo que pasó en muchos de estos países», reflexiona Romero, quien señala tres componentes: «Los jóvenes como masa, las nuevas tecnologías y el hecho estructural de la falta de horizontes tanto en España como en el mundo árabe».

"Las revueltas árabes tienen mucho que ver con las protestas actuales porque ya no hay revoluciones, sino explosiones de cólera"

Joan Romero - Catedrático de Geografía Humana

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La influencia en la Comunidad Valenciana de la sacudida de las primaveras en países como Egipto, Túnez, Libia o Siria de hace 10 años y la posterior guerra en Siria va más allá de posibles tomas de plazas y sus posteriores consecuencias políticas. «Las corrientes migratorias se han acelerado, aunque es una cuestión de fondo, de hecho, las protestas son consecuencia de esa falta de expectativas», indica Romero. De Lucas expresa que la crisis de los refugiados de 2015 es, en realidad, «una crisis de Europa». «La UE es la segunda o tercera potencia mundial y que hayamos sido incapaces de mostrar solidaridad conjunta y haber atendido estos casos es un fracaso», indica.

El hoy senador del PSPV-PSOE por València recuerda que en la Comunidad Valenciana, especialmente desde los ayuntamientos, sí que hubo un movimiento de la sociedad civil importante mostrando la disposición a acoger. Fueron 133 municipios los que se adhirieron a la Xarxa de Ciutats-Refugi. «Sin embargo, el impulso de la sociedad no ha sido suficiente para vencer los temores de las principales instituciones europeas», reflexiona el especialista en derecho migratorio. En total, las personas sirias en la Comunidad Valenciana han aumentado un 179 %, de 365 en 2011 a 1029 en 2020, aunque no significa que sea como refugiadas.

Se cumplen 10 años de la guerra en Siria

Se cumplen 10 años de la guerra en Siria Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EFE

El fracaso de las primaveras árabes y los problemas que se han generado en los países de la ribera mediterránea del norte de África influyen directamente en que miles de personas se lancen al mar en busca de una vida mejor y algunas de ellas lo hagan llegando a las costas de la Comunidad Valenciana. Es lo que ocurre con la conexión Argelia-Alicante. En 2019 fueron 677 las personas que llegaron hasta localidades como Santa Pola o Calp tras cruzar el mar, un incremento sustancial desde los 38 que se contabilizaron en 2007.

Según los datos de la agencia europea de fronteras (Frontex) y el Ministerio de Interior, las salidas desde Marruecos se vieron reducidas ante el control de la zona norte del país, haciendo que cayeran un 71 % en las provincias destino desde esta región (Almería, Cádiz y Málaga) mientras que las que recibían la ruta desde Argelia, un país que está en plena transición tras la dimisión de su presidente durante 20 años, Abdelaziz Buteflika, se duplicaron con respecto al año anterior en el caso de Alicante.

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