Conflicto en Oriente Próximo

La ofensiva terrestre en Gaza: una misión de alto riesgo con ecos de Mosul y el Vietcong

La disparidad de fuerzas entre uno de los ejércitos mejor preparados del mundo y una guerrilla aislada desde hace años hace de esta guerra una batalla completamente asimétrica

El teniente coronel Daniel Elbo Arama espera sentado en un carro de combate en la base militar israelí de Tzeelim.

El teniente coronel Daniel Elbo Arama espera sentado en un carro de combate en la base militar israelí de Tzeelim.

Ricardo Mir de Francia

En el frente bélico de Ucrania es difícil ver carros de combate moviéndose con libertad cerca del foco de las hostilidades. Los ucranianos esconden sus tanques entre cualquier espesura boscosa para camuflarlos y evitar que sean destruidos desde el aire por el enemigo ruso. En la periferia de Gaza todo es radicalmente distinto. Largas columnas de Merkava israelíes esperan cómodamente aparcados bajo el sol hasta que llegue la orden de entrar en la Franja. Hamás no tienen aviones ni misiles de precisión, solo unos drones que no parecen preocupar a los militares de la base de Tzeelim, donde se respira un ambiente distendido. La disparidad de fuerzas entre uno de los ejércitos mejor preparados del mundo y una guerrilla aislada desde hace años hace de esta guerra una batalla completamente asimétrica, una ventaja que Israel perderá parcialmente si la lucha se traslada a los cientos de kilómetros de túneles que horadan el subsuelo de Gaza.

No hay demasiados detalles de cómo está siendo el avance de la infantería israelí desde que comenzara la operación terrestre hace algo más de una semana. Sus fuerzas han penetrado por dos ejes desde el norte y un tercero por el centro. Pretenden partir el enclave en dos para aislar todo el norte de la Franja, que incluye también la capital, donde campan a estas horas sus unidades mecanizadas. Lo único que se sabe con certeza es que no queda un solo edificio intacto en las zonas que controlan, como han mostrado las televisiones israelíes y extranjeras empotradas con sus tropas. La aviación, primero, y la infantería, después, están volando cuanto encuentran a su paso. Más de 40.000 viviendas han sido completamente destruidas y otras 220.000 dañadas, según datos de la ONU. 

"Hamás utiliza infraestructuras civiles y eso hace muy difícil minimizar los daños. Disparan cohetes desde hospitales, colegios y mezquitas", asegura el teniente coronel Daniel Elbo Arama desde la base de Tzeelim. Su ministro de Defensa, Yoav Gallant, lo ha expresado con otras palabras. "La ciudad entera es una gran base terrorista", dijo esta semana en un intento de justificar la naturaleza indiscriminada de la ofensiva, que está pasando por alto principios básicos del derecho internacional humanitario como la proporcionalidad o la distinción entre objetivos militares y civiles.

Guerra larga y complicada

Todo eso está facilitando el asalto, que tiene dos objetivos declarados: rescatar a los cerca de 240 rehenes poder. “Eso no solo implica muchos bombardeos aéreos, lo más precisos posibles, sino que una vez entras por tierra, tienes que limpiar cada edificio, cada piso, cada habitación y cada sótano”, le dijo recientemente el general David Petraeus, quien fuera también director de la CIA. Todos los expertos coinciden en que para cumplir esos objetivos será necesaria una guerra larga y complicada, como mínimo de varios meses. 

El Pentágono lleva semanas advirtiendo a Israel de que sus fuerzas se encontrarán en Gaza un escenario similar al que Estados Unidos y sus aliados iraquíes enfrentaron en Mosul, la ciudad tomada por el Estado Islámico en Irak que sirvió como capital de su extinto califato. Una urbe donde vivían casi dos millones de habitantes en tiempos de paz. Con un añadido que complica más su misión: los cerca de 500 kilómetros de túneles construidos por las facciones armadas en Gaza, donde se cree que Hamás tiene centros de mandoalmacenes de armas y a los rehenes capturados durante el ataque sin precedentes que puso en marcha esta guerra.

Unos túneles más sofisticados que aquellos que utilizó el Vietcong para acabar repeliendo la invasión de EEUU. Con paredes reforzadas de hormigón, miles de entradas y salidas y un laberinto de galerías a unos 2.000 metros de profundidad, según ‘The New York Times’. "En este terreno Hamás tiene ventaja", escribe la especialista Daphne Richemond-Barak en Foreign Policy. "Los túneles neutralizan las capacidades miliitares israelíes y sirven para equilibrar las fuerzas. A todo ello hay que añadirle las bombas trampa, francotiradores, suicidas, misiles antitanque y emboscadas que Hamás está poniendo en práctica. Lo que vaticina una batalla complicada. Si Mosul es la referencia, tardó nada menos que nueve meses en caer. 

Diferencias entre la batalla de Mosul y la de Gaza

Los paralelismos con Gaza son muchos, pero con algunas notables diferencias, según Anthony King, profesor de Estudios de la Guerra en la universidad británica de Warwick. El combate allí estuvo liderado por 94.000 tropas iraquíes, estrechamente respaldadas por EEUU y sus aliados de la coalición contra el ISIS. En esta guerra, Israel cuenta con 169.000 soldados activos y 300.0000 reservistas movilizados. Pero una parte significativa de esas fuerzas están desplegadas en Cisjordania y la frontera con el Líbano. “De modo que el Ejército israelí tendría unos 100.000 soldados para bloquear Gaza y limpiarla, aunque sus tropas de combate son mucho menores. Algunos comentaristas han sugerido que rondarían las 20.000. De modo que probablemente no bastarán para despejar toda Gaza”, asegura King a este diario. Se estima que las facciones palestinas tienen entre 20.000 y los 40.000 combatientes, al menos antes de la guerra. 

Otra diferencia importante es que la coalición contra el ISIS hizo “enormes esfuerzos” para tratar de separar a los yihadistas de la población iraquí de Mosul con “sofisticadas campañas de información” que sumaron también reclutas para los grupos de la resistencia en la ciudad. “El Ejército israelí parece haber fracaso completamente en el intento de ganarse a la población contra Hamás. Sus escasas precauciones en el uso de la fuerza han conseguido más bien lo contrario”, afirma King. Tampoco Israel está sabiendo gestionar el enorme apoyo internacional que obtuvo a raíz del brutal ataque de Hamás. Y hasta sus más estrechos aliados le empiezan a pedir a gritos que deje de matar a niños y mujeres, como ha hecho esta semana Emmanuel Macron

La toma de Mosul en julio de 2017, tras nueve meses de guerra urbana, fue el principio del fin del ISIS. Su califato como entidad política quedó seriamente mermado. Sus fronteras se achicaron y su capital se trasladó a la ciudad siria de Raqqa. “En el caso de Israel, es muy difícil entender qué podría conseguir políticamente, incluso si logra barrer a Hamás del norte de Gaza”, asegura el profesor de la universidad de Warwick. “Seguirán existiendo células de Hamás en el sur, donde probablemente encontrará más apoyo de los desplazados. De modo que la operación en curso parece una misión condenada al fracaso”, sostiene King. 

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